La comisión directiva de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil presentará en la Fiscalía Federal de Derechos Humanos, a cargo de Gonzalo Stara, una querella por “genocidio cultural” de la entidad de barrio Tablada, intervenida en 1977 por la dictadura militar y todos sus bienes apropiados. En la Argentina no hay antecedentes de una presentación por este delito, que sería una causa similar en algunos aspectos a la de Papel Prensa. Marcelo Scalona, apoderado legal de la Vigil, detalló que hay antecedentes de comunidades culturales que han desaparecido, como la Pilari en Formosa, y el ataque a la Universidad de Luján, por su contenido social, por citar algunos ejemplos.
Sin embargo, será la primera vez que el caso bajo esa carátula se exponga en Tribunales. Lo que se solicita es una investigación sobre todos los delitos que coadyuvaron a destruir la entidad para destruir la cultura popular. “Hay que investigar lo que hicieron los de la patota de Feced, pero también el daño y la administración fraudulenta”, destacó Scalona, en relación al grupo de tareas que lideraba el entonces jefe de Policía de Rosario, el gendarme Agustín Feced. Con la Vigil se destruyeron los sueños de un barrio que trabajó para construir un proyecto cultural, llevar la cultura a la gente y que creció al punto de convertirse en el proyecto cultural más grande de Latinoamérica. “Más allá de la bienes, que eran muchos, se destruyó la universidad popular, y en el momento de la destrucción la mutual de la Vigil ya había entregado 250 créditos hipotecarios. Sólo sobrevivieron las tres escuelas populares, pero ya sin sus docentes”, detalló Scalona.
El objetivo es que una vez que se identifique a los responsables de lo que denominan el “genocidio cultural”, van a pedir la reparación económica, moral e histórica. “Nos devuelven los inmuebles, pera hay un capital intangible que es la obra cultural”, indicó el abogado.
Genocidio cultural es un término que propuso el abogado Raphael Lemkin en 1933. El término está considerado en la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007, y ha sido empleado para describir la destrucción de patrimonio cultural en conexión con varios eventos, como por ejemplo las políticas de las potencias del Eje hacia algunos países durante la Segunda Guerra Mundial, como la destrucción de la cultura polaca. También la supresión del idioma coreano, las tradiciones, los nombres y la enseñanza de historia de ese país llevada a cabo por el imperio japonés en el período de 1910 a 1945 ha sido mencionada como genocidio cultural.
En relación a la Vigil, en 1977 se llevaron presos a los ocho directivos y a los fiscalizadores y a todas las autoridades pedagógicas, y en su lugar pusieron a cargo a un militar. “Ese es el concepto, poner la educación en manos de un militar. Así descabezan la cúpula de las tres escuelas y se vende todo”, aseguró.
“Hasta hace poco tiempo, los talleres que tenía la Vigil en Alem y Gálvez seguían en manos de la Papelera Ledesma, que lo utiliz aba como depósito. Todo eso fue adquirido durante la liquidación de los bienes. Si bien esa compra fue un acto jurídico, todo se hizo en una venta directa que es ilegal, lo mismo que ocurrió con los terrenos del camping de Villa Gobernador Gálvez”, explicó. Muchos de estas ventas fueron llevadas por los dirigentes de la Vigil a la Justicia provincial, una en el fuero Civil y otra en el Penal. Esas denuncias contenían las irregularidades cometidas en la liquidación de la institución, iniciada durante la dictadura militar y en la cual se enajenó el 95 por ciento de los bienes en forma directa, no por subasta, y sin oposición, a raíz de que el gobierno castrense había detenido a los síndicos y a la mayor parte de la conducción de la biblioteca. En esa causa apuntaron contra el liquidador Emilio Echen y al contador Jorge Menegozzi. Y si bien la jueza Raquel Cosgaya los procesó, la Cámara de Apelaciones los sobreseyó porque la causa había prescripto. Lo mismo ocurrió con la enajenación del camping de Villa Gobernador Gálvez.
La primera reunión
En el edificio de Gaboto 450 funcionó hasta el comienzo de la dictadura el proyecto cultural más grande de Latinoamérica. Ayer y después de más de tres décadas, sus socios recuperaron una parte del inmueble y los integrantes de la comisión directiva celebraron la primera reunión. Pero el sábado, las puertas se van a abrir para los socios, que van a poder recorrer el deteriorado inmueble y dividir las tareas para poder restaurarlo y que comience a funcionar allí la biblioteca.
Marcelo Scalona, abogado y miembro de la comisión directiva, contó a El Ciudadano que ayer por primera vez, muchos de los integrantes de la comisión directiva vivieron con gran tristeza la recorrida por el salón que les fue reintegrado. “La desazón fue muy grande, ya que el estado del inmueble es catastrófico. Parece un inmueble abandonado hace años, con pisos, techos y vidrios rotos. Hicieron una mudanza y arrancaron todo. La impresión es muy fuerte, además hay mucha basura”, destacó.
Si bien explicó que la provincia se comprometió formalmente a limpiarlo, pidieron un presupuesto, ahora van a pedir otro, y los tiempos se van alargando cada vez más.
“Convocamos a los socios para que vean al menos el salón y a partir de ahí organizarnos. Vamos a tener que pintar, trabajar en los arreglos, dividir las tareas. También comprar algún mobiliario, y definir horario de atención. Por ahora vamos a seguir atendiendo en la casa de Checha Frutos, pero esperamos estar instalados a partir de agosto”, agregó Scalona. El local es enorme, pero no cuenta con calefacción. Sólo tiene dos tubos florescentes y a la comisión lo que más le preocupa es organizar las tareas para la restauración. De hecho, ya cuentan con 350 socios y está abierta la posibilidad de asociarse para todos los que lo deseen.
Scalona destacó que desde el Estado en sus tres estamentos, es decir municipio, provincia y Nación, se mostraron dispuestos a ayudar a levantar otra vez el proyecto.
“Estamos cumpliendo con un acto de estricta justicia”
El presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe, Luis Daniel Rubeo, celebró la sanción definitiva que obtuvo la ley según la cual la provincia debe restituir todos los bienes muebles e inmuebles que pertenecían a la Biblioteca Popular “Constancio C. Vigil” y que les había quitado la última dictadura cívico militar.
“Lo correcto es hablar de restitución, ya que en realidad se está cumpliendo con un acto de estricta justicia y de reivindicación histórica, reparando en parte un avasallamiento a la cultura popular infligido a la entidad, a sus dirigentes, a sus asociados y a la ciudad de Rosario, ya que era beneficiaria de su actividad social, cultural y educativa”, sostuvo.
La Biblioteca Popular fue el producto del trabajo conjunto de vecinos de la ciudad, principalmente de la zona sur , que llegó a contar con escuelas de todos los niveles, cursos de capacitación popular, departamento de publicaciones y editorial Biblioteca, teatro, caja de ayuda mutua, observador astronómico, centro recreativo y deportivo, entre otras actividades.En cuanto a la ley, Rubeo explicó: “Aunque hablemos de donación para cumplir con los requisitos jurídicos que hagan posible la entrega de los bienes a sus verdaderos propietarios, lo correcto es hablar de restitución ya que esos bienes siempre les pertenecieron”.
En el año 1959 la Vigil lanza la primera rifa a pagar en cuotas instalando, sin saberlo en aquel momento, una nueva modalidad a la que recurrieron innumerables instituciones de la ciudad para hacerse de recursos para el funcionamiento. “Quién no se ilusionó con ganar alguno de los premios de las rifas de la Vigil”, recordó Rubeo.“Hace tiempo que venimos trabajando en esta iniciativa que se había demorado debido a que era necesario regularizar la personaría jurídica de la Vigil para que pudieran recibir los bienes”
¿Qué se destaca dentro de lo que se le va a restituir a la institución?: Los inmuebles ubicados en Alem, Gaboto, 1º de Mayo y el Pasaje Perkins y Alem, Gálvez, Ayacucho y Virasoro. Lugar donde funcionó históricamente La Vigil; los cincuenta mil libros, dos telescopios; las piezas de animales embalsamados; los cuadros de los pintores, famosos entre otras cosas que figuran dentro del patromonio construído por La Vigil.