Una gran mesa de amigos, música en vivo y la vista del Paraná adornaban el bar del Centro de Expresiones Contemporáneas ese mediodía de febrero. Era uno de los momentos de relax, de charla y de compartir experiencias para los talleristas de Fronteras Rosario. Según comentaron, repetían una rutina todos los días, pero siempre era distinto. Intercambios pedagógicos, almuerzos compartidos, trabajo en los espacios y charlas.
Fronteras es un festival artístico multidisciplinario que tiene como objetivo vincular a pedagogos y artistas, tanto locales como extranjeros, con instituciones y espacios de la ciudad de Rosario donde el arte no se manifiesta con tanta facilidad. Por lo tanto, es fundamental el trabajo en red, entre los países, los artistas y las instituciones.
El intercambio, la diversidad, la interdisciplinariedad y el arte como transformador social son las bases del festival, que se realizó por segundo año consecutivo en Rosario entre el 7 y el 27 de febrero, concluyendo con muestras integrativas el pasado fin de semana.
En esta edición, los talleres se desarrollaron en distintas instituciones rosarinas, como el Hogar del Huérfano, el Instituto de Rehabilitación del Adolescente Rosario (Irar), el Instituto de recuperación de mujeres Unidad Nº 5, la Organización Aire Libre y Biblioteca Cachilo, el Centro Cultural El Obrador, la Asociación civil Casa de Todos y la Agrupación barrial El Caleidoscopio.
“El arte funciona a veces como una excusa para aproximarse a los otros. Creo que lo más importante es llegar a lugares donde las personas creen que tienen un futuro predeterminado… Nosotros estamos ahí para hacerles saber a esas personas que son buenas en algo, que pueden cambiar lo que quieran cambiar. Para que sepan a través del proceso creativo quiénes son, que creando se pueden descubrir a sí mismos. Crear los conecta más profundamente con su identidad” expresó a Elciudadanoweb.com Virginia Tuttolomondo, quien forma parte de la producción del festival en Rosario y quien tuvo la iniciativa, junto a otros artistas de traerlo a la ciudad.
El gestor de la idea, quien hoy en día trasladó la experiencia a muchos países, es Khosro Adibi, un bailarín, coreógrafo y artista multidisciplinario, que nació en Irán y se formó principalmente en Bélgica, Holanda y Estados Unidos.
El festival está abierto a todo aquel que se interese en el proyecto, aún hoy cuando ya pasaron las tres semanas de intensa actividad, ya que hay talleres que se mantienen durante todo el año. Siempre hay algo para aportar y algo para aprender. “Seguramente van a recibir más de lo que aporten”, analizó Virginia.
Cabe destacar, que además de las muestras integrativas que sirven para articular y mostrar el trabajo que se hace en las instituciones con los vecinos de la ciudad, los artistas extranjeros tuvieron la oportunidad de mostrar su trabajo en una presentación con muchos vaivenes, música, baile y hasta pintura en vivo, que tuvo lugar el 19 de febrero en Sala Lavardén. Además, brindaron Workshops para el resto de los talleristas y otros interesados.
Para esta edición, llegaron a la ciudad para participar de Fronteras Rosario artistas y pedagogos de Italia, Francia, Brasil y Corea del Sur. Vinieron a aportar su experiencia, a compartir, a enseñar y a aprehender. Tanto los talleristas extranjeros, como los locales realizan el trabajo completamente ad honorem, por convicción, por valores, por la experiencia.
Céline Bacqué y Anabella Tedone, artistas francesa e italiana, destacaron la importancia del momento, de adaptarse a lo que va sucediendo en los espacios de trabajo sin basarse en estructuras o en formatos predeterminados. En un español adquirido en el día a día, con resabios y términos de sus lenguas natales, ambas contaron su experiencia y su visión de Fronteras.
“El arte nos permite estar aquí y ahora y ver que podemos hacer en este momento”, dijo Anabella. “Quizás hay tres semanas para el festival, pero significa mucho, su contenido en la noción de equilibrio, de equilibrar las posiciones de cada uno en el mundo en donde vivimos. Y se trabaja en lugares muy precisos, con personas muy particulares y existe una energía muy importante. Cada día, cada minuto es diferente. Espero que haya acá en Rosario, y en los otros lugares donde se realiza, una constancia”, expresó Céline.