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Desafío de Corea del Norte

Kim Jong-Un, en su primer discurso público desde que sucedió a su padre, tendió una mano a la vecina Corea del Sur y aseguró que nadie puede ya amenazar y chantajear a su país con un ataque nuclear.

El líder norcoreano, Kim Jong-Un, aseguró ayer, en su primer discurso público a la nación: “La época en la que el enemigo nos amenazaba y chantajeaba con bombas atómicas acabó”, dando a entender que su país dispone ya del arma disuasoria.

Estas declaraciones se produjeron sólo dos días después del fallido intento de lanzamiento de un cohete del que Estados Unidos sospechaba que se trataba de un misil balístico.

Occidente acusa a Pyongyang de poseer varias bombas nucleares y de proceder a ensayos atómicos con el fin de miniaturizarlas e instalarlas en sus misiles.

Occidente teme que el ensayo de la semana pasada pretendía probar un misil militar de largo alcance con capacidad para portar cabezas nucleares.

Tras el lanzamiento Estados Unidos canceló un acuerdo de ayuda alimentaria con la República Popular Democrática de Corea, que incluía el envío de 240.000 toneladas de alimentos a cambio del compromiso norcoreano de suspender sus actividades de enriquecimiento de uranio, renunciar a las pruebas nucleares y al lanzamiento de misiles de largo alcance.

“La superioridad militar y tecnológica ya no está únicamente en manos de los imperialistas. La época en la que el enemigo nos amenazaba y chantajeaba con bombas atómicas acabó”, proclamó el joven dirigente.

“Ningún país nos puede atacar”, insistió, en presencia de los más altos representantes del ejército y del Partido de los Trabajadores de su país, presentes en la celebración de la ceremonia del centenario del nacimiento de su abuelo y fundador del régimen, el presidente Kim Il-Sung, fallecido en 1994.

El ejército norcoreano cuenta con 1,2 millón de soldados y está considerado como el cuarto ejército mundial en número de efectivos, aunque su armamento, mayoritariamente de fabricación soviética, está caduco.

“Para nuestro pueblo, la paz es muy importante, pero la dignidad y la soberanía son también primordiales. El ejército debe defenderlas”, aseguró a la muchedumbre con una voz pausada, pero sin pasión, elevando raramente los ojos del papel en el que tenía escrito el discurso.

Kim, que vestía un traje negro al estilo Mao, pronunció su discurso de veinte minutos desde una plataforma frente a decenas de miles de soldados que participaron en un desfile militar masivo en esta capital.

“Presento mis respetos más puros y el mayor honor a los grandes camaradas Kim Il-Sung y Kim Jong-Il” (su padre, muerto en diciembre pasado a los 69 años), declaró el nuevo líder norcoreano a la multitud que lo ovacionó.

“Quiero expresar mis saludos a nuestros compatriotas en Corea del Sur y otras partes del mundo que se dedican a la reunificación y la prosperidad de las naciones”, dijo con una voz juvenil el tercero de la “dinastía Kim”, que tiene 29 o 30 años.

“En marcha, ¡hacia la victoria final!”, declaró señaló con el dedo a los soldados que lo aplaudían cantando con frecuencia “¡Mansei! (larga vida)”

Kim Jong-Un, que sucedió a su padre en diciembre pasado, accedió esta semana al liderazgo del Partido de los Trabajadores de Corea y de la potente Comisión Nacional de Defensa.

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