Juan Aguzzi
Hay chicos que para llegar a la escuela caminan 10 kilómetros de tierra, otros que tienen que atravesar montes y cuestas, y otros que se acercan desde los suburbios de las grandes ciudades, donde se desdibuja la frontera entre lo rural y lo urbano. Hay maestros que coordinan en un mismo salón a alumnos de diferentes edades, ciclos y niveles. Hay otros que motorizan proyectos comunitarios o promueven el vínculo con la universidad y con las empresas de la región.
Esta suma de voluntades caracteriza hoy a la educación en zonas rurales. A pesar del esfuerzo, las escuelas de campo registran una menor tasa de promoción respecto del total nacional e índices mayores en lo que se refiere a abandono interanual y sobreedad (ingreso tardío en la escuela). Esto se debe, entre otras razones, a la distancia que hay que vencer para llegar a muchas escuelas, a la escasa oferta educativa en el nivel inicial y al hecho de que muchos chicos faltan a clase mientras participan en labores estacionales como la cosecha o porque tienen que hacerse cargo de sus hermanos en ausencia de los padres. En un alto porcentaje los chicos que asisten a las escuelas rurales pertenecen a los sectores más pobres de cada zona.
A estas dificultades se suman la falta de capacitación docente en lo que se refiere a ruralidad y al trabajo en plurigrados, las deficiencias de infraestructura, tanto en precariedad o deterioro de instalaciones como ausencia de servicios básicos, y la escasez de material didáctico.
Los resultados educativos reflejan inevitablemente este cúmulo de factores adversos y la falta de políticas articuladas en materia de educación, salud, infraestructura y desarrollo social. La tasa de promoción siempre es menor en ámbitos rurales para todos los ciclos y niveles. La tasa de abandono interanual (porcentaje de alumnos que no se matriculan en el año lectivo siguiente) es más alta en las áreas rurales que en el resto del país.
Pérdida de matrícula constante debido a la migración de las familias afectadas por el desempleo tras la expansión de la soja
A pesar de las desventajas a las que intentan sobreponerse maestros y alumnos en el campo, la escuela sigue siendo un lugar de referencia para la comunidad a la que pertenece (de hecho, en muchos casos es la única institución oficial en la zona o donde se asegura un plato de comida diaria para los chicos). Esa valoración favorece la búsqueda de soluciones desde la misma escuela, tanto para optimizar la calidad de los aprendizajes como para impulsar el desarrollo económico y social de la comunidad.
Lo cierto es que la diversidad de situaciones, geográficas, económicas, de composición poblacional, hace inviable una respuesta única a las dificultades de la enseñanza en el medio rural. El mapa educativo de Santa Fe, por ejemplo, incluye escuelas aisladas, escuelas de poblados chicos y otras en la periferia de ciudades como Rosario, Venado Tuerto y Rufino.
En el norte de Santa Fe la pérdida de matrícula es constante debido a la migración de las familias afectadas por el desempleo tras la expansión de la soja y la mecanización de los procesos productivos. En el Sur, en cambio, por la extensión de los cordones suburbanos va cambiando la población escolar: se agregan chicos que no viven en el campo, cuyos padres dependen de planes sociales o trabajan como cartoneros.
A pesar de estas situaciones muchas veces límites, existen proyectos que intentan la superación del aislamiento mediante el intercambio con otras escuelas, el fortalecimiento de la vinculación de lo educativo con lo productivo, el énfasis en la formación docente y la oferta de cursos a distancia así como una trayectoria escolar completa con profesores viajeros. Claro que la posibilidad de poner en práctica estas alternativas depende de la capacidad de gestión de los gobiernos provinciales y de los actores locales, y de la asignación de presupuesto.
Como siempre, se trata de cómo se jerarquiza la educación y formación pública en tiempos turbulentos como los actuales, donde la presión ejercida por los poderes fácticos tiene como uno de sus objetivos sostener la avanzada privatizadora en la educación de todos los niveles. Lo que supone pensar que en el caso de que vuelva al gobierno el sector neoliberal, las escuelas rurales quedarán sumidas en un abandono paulatino hasta desaparecer.