La descarga de contenidos audiovisuales en Argentina mostró un marcado incremento de casi el 40% desde el inicio del aislamiento social preventivo por la pandemia de coronavirus.
La cifra surge de un informe publicado en los últimos días por el sitio especializado Torrent Freak, que da cuenta de una correspondencia entre los números de Argentina con el de muchos otros países que atraviesan la misma situación sanitaria.
En concreto, el informe reporta que tres días antes del comienzo de la cuarentena decretada por el presidente Alberto Fernández se registraban en Argentina 508.000 descargas diarias a través de protocolos BitTorrent, que permiten el intercambio de archivos pesados punto a punto (p2p) en lugar de estar centralizados en un servidor, y que una semana después las descargas habían escalado hasta las 706.000.
En el mismo lapso también aumentaron la cantidad de direcciones IP compartiendo torrents, entre los que destacan las películas, las series y los videojuegos, de 179.000 a 254.000.
“Muchos proveedores de Internet han reportado un incremento en el uso de al menos 30% desde el principio de marzo, y estimamos que más de la mitad de ese incremento se debe a la piratería”, manifestó Javier Figueras, ejecutivo de la señal premium HBO y vocero de la Alianza Contra la Piratería de Televisión Paga, que nuclea a las principales empresas del sector en Latinoamérica.
La utilización de la palabra “piratería” por parte de las distribuidoras de los contenidos no es casual; tanto en Argentina como en el mundo la cuestión de la descarga de contenidos ilegales tiene diversos puntos de ingreso y uno de ellos es el ideológico.
La postura de los grandes estudios, productoras y las distribuidoras en ese sentido es clara y su semántica no admite debates: quienes difunden contenido por Torrent son “cibercriminales”.
“Aprovechan ingresos generosos estimados en más de 35.000 millones de dólares por año”, señaló el vocero de Alianza, y añadió que los “piratas” constituyen “uno de los problemas más grandes de la industria del entretenimiento”.
En las antípodas de esta posición se encuentra el ingeniero argentino de investigación en software Niv Sardi, autodefinido como “hacker activista del campo popular” que participó de la creación de PopCorn Time, una aplicación libre para ver películas y series que llegó incluso a irritar a Netflix.
Sardi desdeña el término “piratería”, y recomienda distinguir en el terreno de las descargas ilegales aquellos “que lo hacen por lucro y los que lo hacen por ideología”.
“La llegada de empresas de streaming con gran visibilidad debilitó principalmente a este último actor”, explicó el hacker a esta agencia, en referencia al “cambio de expectativas” que el modelo de Netflix produjo en los espectadores y cómo eso coincidió con el declive de sitios que militan la copia libre, como el popular The Pirate Bay.
Sardi afirmó que en el escenario actual, y pese al surgimiento de opciones innovadoras como PopCorn Time, puede verse más bien “una puja menor entre empresas comerciales y ‘piratas con fines de lucro’”, en una batalla cultural “que parece haberse inclinado a favor de Netflix”.
Acerca del impacto económico que acusa la industria, Sardi se mostró crítico: “Si bien este sector es desde hace más de dos décadas el más vocal en la demonización de la piratería, los intereses que representa no parecen sufrir ninguna crisis muy distinta a otras ramas de industria donde los despidos parecer ser más resultado de la mecanización que de la falta de ingresos”.
Netflix dio a conocer un informe financiero que destacaba que en el primer trimestre de 2020 sumó casi 16 millones de suscriptores nuevos; el doble de lo previsto
Justamente esta semana Netflix dio a conocer un informe financiero que destacaba que en el primer trimestre de 2020 sumó casi 16 millones de suscriptores nuevos; el doble de lo previsto y claramente gracias al tiempo que el público pasa en casa por la cuarentena.
Por su parte, Ariel Vercelli, investigador especialista en regulaciones y tecnologías (Inhus-Conicet/UNMdP), conversó con Télam acerca de la necesidad de sumar en estas problemáticas a varios de los actores centrales para estas discusiones sobre descargas y supuesto “pirateo”: las organizaciones de gestión colectiva, que reúnen a autores, actores, intérpretes (por ejemplo Argentores, Sadaic, Actores).
“No es del todo válido, ni cierto, el argumento sobre la piratería que utilizan las grandes corporaciones de las industrias culturales”, manifestó el experto, e indicó que muchos de los razonamientos que circulan en los medios “responden a posiciones cómodas y engañosas”.
Es que Vercelli plantea que buena parte del tráfico que hay en los sitios de Torrent no son lo que “supuestamente es copia ilegal”, porque circula mucho material “que si bien puede tener derecho de autor, y estaría protegido, está en una zona gris porque no se puede conseguir en otro lado”.
Documentales, tutoriales, obras libradas con licencia libre, viejos videjojuegos, obras intelectuales en el dominio público, obras liberadas bajo licencia Creative Commons u obras que no se consiguen en ningún otro lugar (más aún en época de pandemia), son algunos de los contenidos que pueden hallarse en esos sitios y que para el investigador deberían obligar a reconsiderar las acusaciones radicalizadas contra los Torrents.
“Lo primero que habría que desmontar es que estos modelos de negocio tienen una correspondencia y una fidelidad con los derechos de autor”, afirmó Vercelli, ya que “no es lo mismo atender las demandas de los guionistas o los actores nacionales, por ejemplo, que los de las empresas distribuidoras”.