Caos. Improvisación. Desidia. Desorden táctico. Necedad de un entrenador que no puede admitir su incapacidad para salir del mal momento. Newell’s se volvió a hundir en el lodo y cayó 3-0 ante Argentinos en un partido donde Sebastián Méndez se quedó sin el principal argumento que tenía para aferrarse sin sentido a su cargo: el respaldo de los jugadores dentro de la cancha. Y así, su continuidad en el Parque ya no tiene ningún sustento y el final de ciclo parece inevitable.
El receso por Eliminatorias no sirvió para nada. Si Méndez trabajó algo en estos quince días de parate no se notó. El equipo salió a la cancha con el regreso de Banega, en principio para jugar como doble cinco, y con la única idea de presionar la salida del rival para incomodarlo. Mismo argumento utilizado con River y en parte del partido con Belgrano. Pero esta vez hubo fallas defensivas, y a la primera de cambio, el castillo de arena ideado por Méndez se desvaneció.
El principio del fin surgió de un pelotazo largo de un defensor de Argentinos, que tenía controlado Velázquezal iniciar el retroceso de cobertura de pelota. Pero el defensor paraguayo fue livianito, Herrera lo desequilibró con un hombrazo, y el centro encontró a Lezcano en soledad para fusilar a Macagno. Y ese 1-0 desnudó la falta de argumentos leprosos para ir al frente e intentar llegar a hacer un gol, ese que no llega desde hace siete partidos.
De ahí en más, fue todo caos, desorden táctico, ausencia de ideas y muchos errores. Y tal vez por consecuencia de ello, también fueron bajando las ganas. Por eso Ramírez no peleó más, Cardozo deambuló por derecha, Banega evitó hacerse cargo de la pelota y todos empezaron a fallar. Y de una jugada de toques intrascendentes hacia atrás, Méndez se equivocó al ceder al medio, el rival recuperó en campo leproso y Herrera, con tiempo, sacó un derechazo al ángulo para el 2-0.
Las caras de los futbolistas leprosos era de equipo derrotado y sin ánimo de recuperarse. Y Méndez volvió a motrar su poca paciencia con Ramírez y Cardozo y los sacó en el entretiempo por Juanchón y el pibe Silvetti.
Pero este Newell’s no va a solucionar sus problemas en cancha con un par de cambios. Porque el error es conceptual, con un DT que está perdido tácticamente y toma decisiones absurdas. Así, el 3-0 demoró un poco porque el Bicho tampoco es el City. Hasta que Fernández Cedrés dejó corto un pase atrás y Herrera le dio más dureza al marcador.
Una derrota con imagen de fin de ciclo. Ese que debió terminar en el Clásico o la eliminación de Copa Argentina, pero que siguió por la tozudez de un entrenador que creyó poder torcer el rumbo aunque sin ideas claras ni argumentos sólidos. El final era inevitable, pero se perdió tiempo sin sentido.