Un investigador del Conicet, junto con colegas nacionales e internacionales, dieron a conocer, a través de la revista BMC Ecology and Evolution, el hallazgo de una nueva especie de dinosaurio carnívoro que vivió hace unos 83 millones de años en lo que hoy es la provincia de Neuquén. La nueva especie fue bautizada como Diuqin lechiguanae. Diuqin pertenece al grupo de los terópodos, un clado de dinosaurios bípedos y en su mayoría carnívoros. A su vez, y más específicamente, se lo ha clasificado dentro del grupo de los unenlaginos, que son dinosaurios terópodos que se encuentran cercanamente emparentados con los ancestros de las aves.
Importancia del hallazgo
Los investigadores destacan que este descubrimiento es importante por varios motivos. En primer lugar, el hallazgo de dinosaurios terópodos no es muy frecuente, y en particular este tipo de terópodos, de pequeño a mediano tamaño y con huesos más gráciles y frágiles, son aún más difíciles de descubrir. Por otro lado, los unenlaginos son muy escasos, por lo que cualquier nuevo resto fósil que pueda ser asignado a este grupo brinda una gran información tanto anatómica como de la diversidad que tenía este grupo de terópodos.
“Esto nos ayuda a entender un poco más acerca de las relaciones de parentesco entre los unenlaginos y otros grupos de terópodos. En el caso particular de Diuqin, es importante también su antigüedad, porque hasta ahora no se había encontrado otro unenlagino de esa edad. Los otros que se han encontrado son más antiguos o más recientes en tiempo, por lo que esta nueva especie tendría una posición temporal intermedia. Esto último se condice con el tamaño y algunas características anatómicas que se pueden interpretar como transicionales entre las especies más antiguas y las más recientes. Este hallazgo, además, enriquece nuestro registro de dinosaurios en particular y nuestro patrimonio paleontológico en general”, afirma Federico Gianechini, investigador del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (IMIBIO-SL, CONICET-UNSL) quien participó del trabajo publicado.
“Los restos fósiles fueron hallados por Juan Porfiri, paleontólogo de la Universidad Nacional del Comahue y líder del trabajo publicado, y Gastón Garat en una zona cercana al Lago Barreales, específicamente en un istmo que lo separa del Lago Mari Menuco, en el centro-este de la provincia de Neuquén. Los fósiles se encontraron durante una exploración en la zona mencionada, primero hallándose astillas de hueso de un dinosaurio saurópodo y muy cerca aparecieron los restos del Diuqin lechiguanae, todo en un área relativamente pequeña”, continúa el investigador.
El nombre Diuqin proviene de un término Mapuzungun, la lengua del pueblo Mapuche nativo de la región, que quiere decir “ave de presa” en castellano. Por otro lado, la segunda parte del nombre, lechiguanae, proviene de “Lechiguana”, que era el nombre de la bruja de la película argentina del año 1975 “Nazareno Cruz y el lobo”, dirigida por Leonardo Favio. Por lo tanto, el nombre completo de esta nueva especie significa “el ave de presa de Lechiguana”.
“El proceso de trabajo sobre esta nueva especie de dinosaurio tuvo diferentes etapas, primero se realizó un estudio anatómico de detalle de los huesos. Esto se hace a partir de observaciones generales y con lupa binocular para poder visualizar detalles específicos e ir tomando medidas. También se escaneó el material con un escáner 3D, y a partir de las imágenes obtenidas se pudieron realizar modelos tridimensionales de los huesos. La anatomía siempre se compara con la de otras especies, para ver similitudes y diferencias. Estos estudios anatómicos son la base para todos los estudios posteriores, porque son los que nos permiten identificar a qué grupo de dinosaurio pertenecen los restos y poder ver qué características particulares posee la nueva especie que la diferencian de otras. Por otro lado, se realizó lo que se llama un análisis filogenético, el cual nos permite ver las relaciones de parentesco con otras especies de terópodos”, explica Gianechini.
El trabajo también incluyó un estudio acerca de unas marcas que se observaron en el húmero, uno de los huesos preservados. Éste presentaba unas depresiones circulares en uno de sus extremos. A veces sucede que en los huesos fósiles quedan preservadas marcas producidas por otros animales, como pueden ser aquellas generadas por los dientes durante las mordidas. Esto pasa en animales actuales que fueron devorados por depredadores o por carroñeros luego de la muerte, pero estos sucesos también ocurrían en el pasado y a veces estas evidencias quedan preservadas en la superficie de los huesos.
“A través de estudios sobre la forma, su ubicación y otras características, se puede inferir qué tipo de animal produjo la marca y esto nos da información de las interacciones que pudo haber habido entre depredadores y presas o con animales carroñeros, dándonos un panorama mayor de cómo fue el ecosistema de ese momento y las relaciones entre los diferentes animales que lo habitaron. En el caso particular de las marcas observadas en Diuqin, es probable que hayan sido generadas por mordidas de otro depredador e incluso por otro miembro de su misma especie, lo que indicaría un posible ejemplo de canibalismo”, indica el investigador.
Características de Diuqin lechiguanae
“Algunas características son muy difíciles de inferir, debido a que se han hallado pocos huesos como para hacer una reconstrucción completa del animal o para averiguar los hábitos de vida y el modo de alimentación. A pesar de esto, como se lo ha clasificado como un unenlagino, se puede decir que habría tenido una forma corporal y un modo de alimentarse similar a la de otros unenlaginos, es decir, que es muy probable que haya sido un carnívoro depredador y un ágil corredor. Por otro lado, en base al tamaño de los huesos, se puede decir que poseía un porte similar a otro unenlagino de Patagonia, llamado Unenlagia, con una longitud corporal estimada en más de 2 metros”, indica el investigador.
Los unenlaginos son un grupo de dinosaurios terópodos depredadores que, hasta ahora, solamente se han encontrado en el hemisferio sur, principalmente en Sudamérica. En Argentina es donde se hallaron la mayoría de las especies, siendo seis las reconocidas hasta la publicación de Diuqin lechiguanae, todas de Patagonia. Pero de Argentina no solamente proviene la mayor parte de los unenlaginos, sino también los que tienen un esqueleto casi completo y muy bien preservado. En general, a los unenlaginos se los ha relacionado cercanamente con otros dinosaurios terópodos tales como el Velociraptor. Estos dinosaurios se caracterizan, entre otras cosas, por tener una garra en el segundo dedo del pie mucho más grande que las de los otros dedos, con forma de cuchilla curvada, como una hoz, la que era usada por el animal durante la caza de sus presas.
“Los unenlaginos, a diferencia del Velociraptor, tenían un cuerpo más grácil o esbelto, patas largas y una cabeza con un hocico alargado y dientes pequeños. Habrían sido ágiles corredores y podrían haber perseguido y cazado a sus presas a la manera de aves actuales como las chuñas, aunque también se ha postulado que pudieron haberse alimentado de peces, similares a aves acuáticas actuales, como por ejemplo las garzas o las cigüeñas”, señala Gianechini, y continúa “Tanto el Velociraptor como muchos otros terópodos muy cercanamente emparentados con los unenlaginos poseían plumas en la mayor parte del cuerpo, incluidos los brazos y las piernas. De esta manera, aunque aún no se han hallado unenlaginos con plumas, es muy probable que también las hayan tenido. También se han propuesto a los unenlaginos como muy cercanamente emparentados con las primeras aves. Así entonces, se destaca la importancia de este grupo también desde el punto de vista evolutivo, debido a su cercanía con el origen de las aves”.
Fuente: Por Nahuel Aldir – Área de Comunicación del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN).