El descubrimiento de la nueva avispa, que fue bautizada como «Prosphex anthophilos», fue difundido por el Instituto Geológico y Minero de España y, según informó la institución, constituye un «hito» en los estudios sobre la historia de la polinización.
«Su hallazgo evidencia una transición en los ecosistemas terrestres: de los dominados por helechos y gimnospermas a los mayoritariamente poblados por plantas con flor», informó el Instituto a través de un comunicado.
“Pese a que había observado previamente muchas avispas en este ámbar, por primera vez me hallaba ante una de ellas con cientos de granos de polen en su boca y desprendidos alrededor, y estaban tan bien conservados que era muy probable que se pudieran estudiar en detalle”, indicó David Grimaldi, conservador de la colección de ámbar del Museo Americano de Historia Natural e investigador principal de este estudio.
En el comunicado, el instituto informó que al ser evidente que se había alimentado de polen con sus mandíbulas, el investigador Hollister Herhold, también del Museo Americano, obtuvo una digitalización 3D de alta resolución de la avispa fósil para estudiar su interior.
«Se comprobó que conserva perfectamente momificados los potentes músculos que movían las alas y una masa extraña dentro de la cavidad bucal que se ha interpretado como una bola de polen que quedó a medio tragar», señalaron.
Los fósiles de este tipo son extremadamente escasos, aunque desde hace casi una década se están estudiando intensamente.
Previamente, en un ámbar de España se habían descrito los primeros insectos Cretácicos cubiertos de polen de gimnospermas.
El ámbar hallado en el país asiático, unos 5 millones de años más joven, presenta incluidos animales y restos de plantas algo más modernos que el español, que se encuentran en gran cantidad por lo que se están excavando grandes depósitos que proporcionan miles de fósiles cada año.