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Desde la Tribuna: cuando sólo ganar no alcanza y únicamente sirve para aplacar la bronca

Sobre la “Maxi Rodríguez”, la tribuna de espalda al museo, el sol que iluminaba la tarde produjo un efecto óptico: los rayos sobre las banderas rojinegras encendía de manera especial el rojo que las hacia brillar con luz propia. ¿Un gesto de la naturaleza?

Por Juan Pablo Sarkissian

El Coloso Marcelo Bielsa era una caldera, por la temperatura estival, claro; pero fundamentalmente por el clima subjetivo (con raíces objetivas, ergo dos derrotas) en las almas rojinegras.

La presencia de Keylor Navas generó expectativa y oficio de calmante desde antes del partido, se entiende, el hombre salió primero a calentar, (una redundancia) y acaparó la primera ovación.

Como sea, después salieron los equipos, con la tribuna nueva muy avanzada pero aún sin terminar y sin banderas como testigo y con el trapo “Los Leprosos” (volvió) en la “Diego Maradona”.

El coro, tras el saludo del equipo, fue contundente: “Andante Astore”. Un comienzo complicado.

La foto del inicio, que viajó por todo el mundo fútbol, fue el rezo arrodillado de Navas. Y a jugar.

Sobre la “Maxi Rodríguez”, la tribuna de espaldas al museo, el sol que iluminaba la tarde produjo un efecto óptico: los rayos sobre las banderas rojinegras encendía de manera especial el rojo que las hacia brillar con luz propia.

Un gesto de la naturaleza?

Y empezó el partido. Media hora de alguna idea futbolística, ganas y deseo. Y llegó el gol. Alivio.

Gonzalo Maroni, el pibe Luca Regiardo (cosa seria), un poquito de Ever y siempre Mateo Silvetti.

Tras el gol de Maroni, insólitamente, Newell’s decidió defenderse frente a un equipo muy limitado, casi de otra categoría. Y el murmullo afloró en las tribunas. “Que termine el primer tiempo, ya”, era el ruego.

Sin embargo, el segundo tiempo fue más de lo mismo y un poquito peor.
En fútbol uno puede decidir jugar con pelota o con los espacios. Pero nunca regalar las dos cosas. Porque el arco de enfrente queda muy lejos y la posibilidades de llegar al gol son ínfimas.

Sobre la media hora del segundo tiempo se escucharon disparos a espadas de la tribuna Diego Maradona, en la calle. Minutos después el cántico contra la Policía fue por demás elocuente.

Ever fue reemplazado y surgieron algunos silbidos. Pero la mayoría fueron aplausos (sobrios).
Y llegó el final victorioso por la anemia futbolística de un Aldosivi que aún está haciendo la transición de la segunda categoría del fútbol a la primera.

¿Qué pasará cuando un equipo con delanteros más versátiles enfrente a Newell’s?

Aunque usted no lo crea, ése era el debate en las tribunas rojinegras.

El final fue, otra vez, con repudio al presidente Ignacio “Nacho” Astore. Sólo que en esta oportunidad desde la bandeja que ocupan Los Leprosos brotó el cántico: “Hay que ganarles a los Sina”.

En las escaleras que lindan con el palco oficial se repitieron los insultos al presidente ante la atenta mirada de las fuerzas de seguridad.

Otro partido con escaso juego y un futuro, al menos por ahora, incierto. Porque cuando sólo ganar no alcanza y únicamente sirve para aplacar la bronca, se configuran estos escenarios esencialmente hostiles.

El viernes hay otra prueba. A cruzar los dedos.