Por David Ferrara
El juego del miedo, afuera y adentro. Aquellos que cuentan a veces en broma, muchas otras en serio, que Central no tiene un día de paz, suelen tener razón. Es que cuando la situación de juego parecía mostrar algunas señales de optimismo, el contexto deportivo y extra copó la parada generando un trasfondo de polémica que lo único que logra es ahuyentar a la gente de la cancha.
La cadena de situaciones bochornosas arrancó con la clausura de la popular, ya que a los genios de la AFA le molestan los fuegos artificiales, pero después les importó bastante poco que el partido termine de noche incluso cuando la seguridad de una provincia le hizo un listado de riesgos que era más o menos como la cantidad de cosas que faltan dentro de una heladera de una familia en estos días del mes.
Y después de medir….parece que quedó claro quién la tiene más larga porque no cambiaron un carajo y el partido terminó de noche. Eso sí, durante toda la semana se ocuparon de meterle miedo hasta al primo segundo que vive en Canadá y que sigue más a los Canadiens de Montreal en el hockey sobre hielo que al fútbol argentino.
Tampoco hay que pecar de necio o tonto. Es una realidad que después de dos asesinatos y de cuáles asesinatos a pocos metros del estadio es lógico tomar todo tipo de medidas de seguridad ante un evento de esta magnitud, pero a estas alturas llevaríamos años encerrados (más que con Alberto) si de riesgo de asesinatos se tratara en Rosario.
Y claro, después está el otro juego del miedo, el que viene adjuntado al verde césped, con una defensa y un medio de contención que no termina de agarrarle la vuelta al método Holan y que suele pasarle la pelota a los rivales, algo así como intentar el tiki tiki y terminar con poca cosa.
Tampoco es la idea martirizar a Sandez, menos a Fatu, ni tampoco pensar en los 600 lesionados, pero lo que se vio en la cancha fue una película de terror futbolero, un paso atrás al optimismo desaforado que suele generarse con cada buena señal tras un cambio de DT. Por suerte el terror fue sólo adentro y afuera sólo fue miedo.