El periodismo no está en crisis, sino el modelo de negocio hegemónico que hasta aquí lo sostuvo. Ese modelo en el que las empresas negocian con la información para promover los intereses de sus dueños (o inversores ocultos) sigue peleando por mantener sus privilegios alimentando un periodismo que entiende a las y los lectores como meros consumidores.
Los trabajadores y trabajadoras de prensa conocemos desde adentro cómo funcionan esas compañías y sufrimos las consecuencias de sus políticas empresariales. Muchos perdieron condiciones laborales y a otros nos dejaron sin trabajo.
Pero nos organizamos y empezamos por recuperar la esencia de nuestro oficio: nutrir a la sociedad con información veraz y honesta para que pueda tomar mejores decisiones.
Información indispensable
Hoy hay decenas de cooperativas de trabajo de prensa formadas tras cierres de medios, como consecuencia de conflictos y achiques, así como también están aquellas conformadas como una opción ante la imposibilidad de acceder a empleos dignos en las empresas tradicionales.
Son periodistas que de manera autogestionada producen información honesta e indispensable para una verdadera democracia participativa.
A las dificultades esperables de intentar un modelo que se diferencie de las supuestas leyes del mercado se sumó en los últimos años la falta de políticas públicas que promuevan el asociativismo y el trabajo autogestionado.
Por el contrario, desde el gobierno se desfinanciaron los espacios que acompañaban el surgimiento de estas experiencias (como el Programa de Trabajo Autogestionado del ex Ministerio de Trabajo), las acompañaban (como el Inaes) y se aumentó la situación de vulnerabilidad que atraviesan sus integrantes cuya seguridad social y jubilación depende de un esquema de monotributo entendido como formato de precarización laboral.
Concentración favorecida
En términos informativos, se benefició la concentración favoreciendo que la producción de contenidos quede en manos de unas pocas compañías que hoy definen qué ven, leen y escuchan buena parte de los más de 40 millones de argentinas y argentinos.
Grupos económicos concentrados también controlan la única planta productora de papel para diario, situación inentendible hasta para los pensamientos más liberales ya que el principal competidor de los medios gráficos es a la vez el único proveedor nacional de un insumo indispensable.
Para mayor distorsión, la modificación de la ley que establecía la venta y la producción de papel prensa como un servicio público quitó todo elemento de regulación que podía evitar la discriminación.
Sólo en este año, la tonelada de papel prensa aumentó un 48%, un incremento que golpea a la estructura económica de los medios y pone en peligro su propia existencia. En este contexto, el gobierno nacional amplió los beneficios de los grandes medios y achicó las medidas para el sector autogestionado.
La gestión que declaró venir a poner fin a la guerra contra el periodismo en realidad firmó un armisticio a cambio de blindaje.
La pauta oficial siguió como un sistema de premios y castigos y se amparó en un criterio de rating que sólo potencia las desigualdades actuales y que ni siquiera tiene en cuenta la naturaleza de esas empresas que a lo largo de los años han crecido con distintos beneficios gubernamentales.
Tampoco contempla la característica de nuestros medios sociales que (a diferencia de proyectos privados e incluso estatales que han decidido despedir trabajadores) genera fuentes de empleo genuinas y los sostiene en contextos adversos.
Experiencia acumulada
Un gobierno que promueva la pluralidad también debe entender al periodismo como un servicio público y promover un sistema claro para la publicación de comunicaciones del Estado que incluya criterios de distribución federales que alcancen a todas las audiencias y no sólo las mayoritarias.
Por eso, los medios cooperativos que participamos del II Encuentro Nacional de Diarios Recuperados ratificamos nuestra vocación de continuar el camino recorrido organizándonos con las distintas expresiones del periodismo autogestionado.
Por eso, pedimos a quienes asuman la responsabilidad de gobernar que promuevan políticas públicas para una real democratización del sector comunicativo gráfico y cooperativo.
Somos trabajadores y trabajadoras de prensa comprometidos con nuestro oficio y con las condiciones necesarias para poder ejercerlo en libertad. Tenemos propuestas concretas alcanzadas después de años de experiencia acumulada en la pelea por generar regulaciones democráticas y equitativas.
Estamos convencidos de que un periodismo libre de condicionamientos es mejor para todas y todos y la autogestión cumple un papel central para garantizarlo.
Firmantes
La Nueva Mañana (Córdoba), El Ciudadano (Rosario), El Independiente (La Rioja), La Portada (Esquel), Pulso (La Plata), El Diario del Centro (Villa María – Córdoba), Comercio y Justicia (Córdoba), El diario de la Región (Resistencia – Chaco), Cítrica (Buenos Aires), Tiempo Argentino (Buenos Aires) y El Correo (Firmat), La Masa (Rosario) y La Vaca (Buenos Aires), Sindicato de Prensa de Rosario (SPR) y Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA).