El “mycobacterium tuberculosis” es el agente responsable de la tuberculosis. Es una bacteria que se propaga por vía aérea de una persona enferma a otra sana. La bacteria se aloja en el pulmón donde causa un daño en el tejido pulmonar. Existen tratamientos que curan la enfermedad. Sin embargo, en un grupo de personas (se calcula el 4 por ciento de los infectados) se producen resistencias a los tratamientos.
Grupos de investigadores de varios países están yendo detrás de una hipótesis postulada hace cinco años: diseñar un compuesto químico que impida la acción de una determinada enzima. El disparador de esta línea de investigación responde a la necesidad mundial de frenar la resistencia a los medicamentos que manifiesta esta bacteria culpable de una enfermedad pulmonar que en 2011 afectó a 8,7 millones de personas, según la OMS. Desde la Universidad de Florencia, Italia, se postuló que la clave para atacarla era inhibir la acción de una enzima, anhidrasa carbónica (AC), encargada de acelerar la hidratación reversible del dióxido de carbono, un proceso vital para su crecimiento.
De todos los grupos mundiales abocados a estos estudios, el primero en lograrlo fue el Laboratorio de Estudios de Compuestos Orgánicos (Ladecor) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, liderado por un investigador del Conicet, Pedro Colinas, quien con su equipo desarrolló un compuesto que “engaña” a la AC e inhibe su desarrollo.
Una vez logrado este paso contactaron a un grupo de investigadores de Rosario. El doctor Héctor Morbidoni estuvo a cargo de las pruebas que involucraron la bacteria. “Desde hace diez años llevamos a cabo estas investigaciones en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR, con dos líneas de trabajo: una se ocupa del desarrollo de materiales diagnósticos para la detección de tuberculosis, y la segunda dedicada a estudiar mecanismos de acción de los principios activos usados en el tratamiento de la tuberculosis y de las nuevas moléculas que todavía no han pasado al uso clínico”, afirmó Morbidoni.
“Recién ahora estamos entendiendo los mecanismos por los cuales las drogas son efectivas así como los mecanismos que los bacilos usan para defenderse de las mismas”, destacó Morbidoni, para luego aseverar que “si el individuo enfermo fue infectado por una cepa resistente a los fármacos usados tiene consecuencias en la evolución de la enfermedad, ya que no existen muchas más opciones terapéuticas que las usadas habitualmente. Por eso debemos desarrollar nuevos compuestos que puedan transformarse en fármacos que superen la resistencia y sean usados en la clínica para los pacientes infectados con cepas resistentes”.
—¿Cuál es el descubrimiento que hace el equipo de investigadores de La Plata del doctor Pedro Colina?
—Este grupo avanzó en la síntesis de compuestos para inhibir una enzima, la AC (Anhidrasa Carbónica). La síntesis se logró usando modelos de la enzima y viendo cómo se unían los distintos compuestos a la estructura de la enzima, todo hecho por medio del modelado molecular (modelos en la computadora)
—¿Cuáles fueron los resultados obtenidos por usted y su equipo?
—Demostramos la actividad sobre mycobacterium tuberculosis. El equipo del doctor Colinas nos suministró cinco compuestos con dos de los cuales demostramos que eran activos en la enzima in vitro (en un tubo de ensayo), y que los compuestos entraban a la célula de la bacteria e inhibían su crecimiento. Con esto probado fuimos más allá: conseguimos una colaboración con un grupo europeo para probar los compuestos en sistemas más complejos que simulan el individuo enfermo, y confirmar que pueden funcionar en el paciente enfermo.
—¿Quiénes trabajan con usted en estos desarrollos?
—En el grupo han trabajado el doctor Juan Belardinelli, actualmente en el exterior, la doctora Agustina de la Iglesia y las microbiólogas Mariana Doprado y Maria Virginia Buchieri, doctorandas de Conicet. Cada uno de ellos contribuyó a investigaciones sobre moléculas con actividad antituberculosa.
—¿Cuáles son las causas de la resistencia a los antibióticos?
—La resistencia aparece con frecuencia asociada a la discontinuación del tratamiento, que es largo y tedioso y con varios medicamentos y varias dosis diarias. Esto hace que dentro de la población de bacilos de la tuberculosis que enferman al infectado se desarrollen mutantes resistentes a uno o más fármacos empleados en el tratamiento.
—¿Por qué lo convocan a usted para hacer las pruebas in vitro en su laboratorio?
—Existen pocos grupos trabajando en lo microbiológico de la tuberculosis. Mi grupo es el más dedicado al tema. Somos un grupo de investigadores especializados en mecanismos de acción de drogas antituberculosas. Una vez probada la eficacia de los principios activos sobre el bacilo de la tuberculosis, podemos avanzar en entender a aquellos mecanismos que frenan el crecimiento de esas bacterias y comprender cómo se transforman en resistentes. Somos los socios adecuados, ya que además tenemos manejo de la fisiología y de la genética del mycobacterium tuberculosis.