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Desentrañar el estatus de la empresa recuperada: una tarea posible y necesaria

Los cooperativistas y mutualistas se reconocen en el amplio mundo de la economía social pero cuando “aparecen” las empresas recuperadas por sus trabajadores, cobra forma la autogestión. Queda aún conciliar conceptos como “cooperativismo”, “trabajadores” y “autogestión” en un plano teórico y practico

Juan Pablo Sarkissian

La conformación de lo que hoy conocemos como Economía Social, Solidaria y Popular (ESSP) está indisolublemente ligada a la larga y rica historia del movimiento cooperativo de Argentina y la región.

Sin embargo, la propia definición de la ESSP presupone la existencia de distintos y nuevos actores. En efecto, los cooperativistas y mutualistas se reconocen como tales en el amplio mundo de la economía social pero desde hace algo más de dos décadas “aparecen”, producto de la crisis de 2001, las empresas recuperadas por sus trabajadores.

A decir verdad, los primeros antecedentes se remontan a la década del 90 como consecuencia de la reforma del Estado impulsada por las políticas neoliberales del gobierno de Carlos Saúl Menem.

El mayor impacto se materializa desde 2001 al punto tal de convertirse en un verdadero movimiento social de un dinamismo insospechado.

Es que estos trabajadores, en el marco de una sociedad capitalista y ante la fuga de empresarios interesados solamente por elevar su cuota de ganancia, tensionaban las relaciones sociales porque lo que disputaban era la propiedad privada de los medios de producción.

Nada es lo que parece

Es claro que la constitución de este movimiento social, las empresas recuperadas, es de una complejidad tal que desde la academia se lo comenzó a abordar como objeto de estudio.

Existe abundante material bibliográfico para analizar esta problemática. Lo que interesa, entonces, es intentar comprender como se perciben estos trabajadores, los que pertenecen a  empresas recuperadas.

En este sentido, a priori, se puede señalar que por su historia y experiencia, dichos trabajadores sienten fundamentalmente eso que son –trabajadores–, y si bien, por imperio de aspectos jurídicos son monotributistas –lo cual los hermana con el mundo del cooperativismo–, se asumen como asalariados, como una remembranza de la relación de de dependencia.

Planteado en esos términos el abordaje del fenómeno parece sencillo y resuelto. Pero nada es lo que parece.

La intromisión de los trabajadores en el reino de la propiedad privada

“Las posibilidades teóricas, entonces, parecen ser ilimitadas, pero sus problemas prácticos son los decisivos en su cotidianeidad y no deben ser ignorados”, dice el antropólogo social e investigador de la Universidad de Buenos Aires Andrés Ruggeri.

Y agrega: “Definir a la empresa recuperada no es tan fácil como parece. Se trata de un término surgido al calor de la lucha y desde los propios trabajadores, que pretendieron con esa denominación resaltar el hecho de la recuperación de una fuente de trabajo perdida de no mediar su lucha”.

La afirmación de Ruggeri no es menor y nos permite señalar que los trabajadores ponen en juego prácticas colectivas incorporadas por su actividad sindical a contramano de las políticas impuestas por gobiernos neoliberales que fomentan y ponderan el esfuerzo individual: el emprendedor.

Lo que subyace, otra vez, es la disputa por la distribución del ingreso y cuando esta es regresiva, es decir, una transferencia de los que menos tienen al capital, se materializa el conflicto.

“Sin embargo, que los trabajadores recuperen una empresa que el capital abandonó, o autodestruyó, quebró, vació o como queramos denominar no es visto por los poderes económicos con ninguna simpatía.

La intromisión de los trabajadores en el reino de la propiedad privada, aun cuando los propietarios le hayan dejado el terreno libre (aunque como campo minado), ha provocado en estos una reacción indignada y temerosa”, afirma Ruggeri.

Suma de conceptos: cooperativista, trabajador, autogestionado

Es aquí donde el rol del Estado tiende a resolver el conflicto o lo profundiza. No hay en la disputa social, política y económica espacios neutrales. Alguien lo ocupa.

Y estas situaciones por lo general pocas veces son lineales. En paralelo y en este contexto, otro sujeto colectivo clave es el sindicato. Si bien la tendencia es a su consolidación y articulación instrumental y conceptual, la relación entre gremios y empresas recuperadas aún dista de un imaginario ideal.

Es que al concepto cooperativa o cooperativista y al de trabajador, se suma el de autogestionado. Las combinatorias posibles los acerca o los aleja de la cooperativa “clásica” o de los sindicatos.

Lo que si cambia es la decisión de conformar espacios cooperativos. En efecto, en la actualidad la organización para formar una cooperativa esta en cuasi relación directa con la posibilidad de recuperar el empleo perdido.

Así, no es no azaroso ni causal el impulso de los gremios para formar nuevas cooperativas. En definitiva es revocar los supuestos (teóricos y prácticos) naturalizados de la existencia de una escisión entre los sectores populares y la clase trabajadora.

Forma y contenido absolutamente ligados

Fue la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) quien mejor entendió la problemática y habilitó la afiliación directa de trabajadores, incluso de aquellos desocupados, ya que los entendía como “trabajadores sin trabajo”.

Esta idea plasmada en concreto trajo a la superficie un debate áspero, no cancelado aún, con la Confederación General del Trabajo (CGT) sobre las normas jurídicas vigentes en materia sindical.

Es preciso mencionar que las dicotomías, siempre que se plantean, esconden los mismos intereses en disputa del pasado, los cuales nos remiten, nuevamente, al rol del Estado, aún en una sociedad capitalista.

Así, se contrapusieron de manera maquinea y artificial, de acuerdo a cada contexto histórico, movimientos sociales/movimiento obrero, clases populares/clase media, asalariados/no asalariados, trabajadores formales/ trabajadores informales.

Queda aún un largo camino para conciliar, lo cual no sólo es posible sino necesario, conceptos como “cooperativismo”, “trabajadores” y “autogestión” en un plano teórico y practico.

Forma y contenido aparecen, como casi siempre, indisolublemente ligados. Abordarlos separados sólo podría dar cuenta de situaciones aisladas difíciles de sostener en el tiempo y de eficacia limitada.

En la misma línea, una construcción puramente teórica dejaría afuera un conjunto de mediaciones y pujas reales difícil de precisar. El debate está abierto y el futuro próximo lo necesita imperiosamente.

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