“Quiero que se esclarezca el caso de mi hijo. Exijo justicia. Lo asesinaron de un balazo el 21 de noviembre del año pasado mientras miraba cómo jugaban al fútbol sus hermanos, en el club Juan XXIII. Y nada pasó después de eso”, dijo a El Ciudadano Antonio Silva, el papá de Pablo, que tenía 14 años cuando lo mataron en el potrero de zona oeste.
Según la investigación, el asesino de Pablo tiró al azar y el chico no era su blanco. Si bien hay un sospechoso con pedido de captura, todavía no fue detenido.
El 21 de noviembre de 2018, como todos los días, Antonio acompañó a su hijo hasta la Escuela N° 1322 República Árabe Unida.
“Esa tarde yo tenía un partido amistoso. Soy coordinador del club Juan XXIII de varias categorías. Mi hijo me dijo que me quería acompañar. Lo desperté, pero siguió durmiendo. Volví alrededor de las 20 y ya se había ido a ver jugar al fútbol con sus hermanos. A los 15 minutos me avisaron que le habían pegado un tiro en la espalda. Le tocó la aorta y se le incrustó en la cervical. Lo operaron pero no sobrevivió”, contó.
Antonio reconstruyó las últimas horas de Pablo: “Mi hijo había salido del club, de Pueyrredón y Garibaldi, a devolver un envase de gaseosa a un kiosco. Una persona pasó disparando sin un blanco fijo y le pegó uno a Pablo. La bala no era para él”.
Después de recibir el tiro por la espalda a Pablo lo derivaron al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez y cuando llegó su papá recibió la peor noticia de su vida. “Los médicos que lo atendieron me dijeron que su caso era irreversible, hizo un paro cardiorrespiratorio a las 23 y murió”.
El hombre tiene otros tres hijos: Daniel, de 26 años; Anabela, de 22 y Franco, de 20. “Todos están destrozados. A siete meses de su muerte, no hay un responsable del asesinato de Pablito”, lamentó el hombre.
Antonio contó que a su hijo le iba muy bien el colegio, era sano, buen compañero y le gustaba el fútbol. “Iba a ir a jugar a las inferiores de Lanús, provincia de Buenos Aires, pero se fracturó el codo y los coordinadores le dijeron que se recupere y se prepare para febrero de este año. Fue un sueño que no pudo cumplir. Lo mataron tres meses antes”.
“Pablito quería terminar el secundario y jugar al fútbol para ayudar a la familia. A Pablito lo habían elegido como mejor compañero, pero no pudo enterarse. Se murió dos días antes”, contó entre lágrimas su papá.
Antonio fue más lejos, y a pesar del dolor y la tristeza por la muerte de su hijo, tuvo un acto de amor enorme: donó los órganos. “Pido justicia para mi hijo y que el caso no quede impune”, concluyó.
La voz del abogado
E fiscal que investiga la causa, por homicidio calificado, es Miguel Moreno y el abogado que patrocina a la familia Silva es Ezequiel Torres. “Estamos esperando el día de la audiencia para construirnos como querellantes. Tenemos muy buena relación con el fiscal Moreno”, explicó el letrado.
“Lo importante de la causa es que hay un sospechoso que tiene pedido de captura, está identificado. Cuando lo detengan vamos a pedir la prisión preventiva hasta el día del juicio y la pena máxima que son 25 años. Destruyeron una familia. Pablo tenía una vida por delante”, concluyó Torres.