Una científica a la ningún economista o funcionario se atrevería a mandar a lavar los platos: Silvina Ponce Dawson fue nombrada vicepresidenta de la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada (Iupap), una sociedad científica que abarca 56 países y se dedicada a promover el avance de la disciplina. La investigadora trabaja, entre muchos otros proyectos, en la temática de ciencia y género y la promoción de la ciencia en los países en vías de desarrollo.
Doble mérito el de Ponce Dawson en un país como la Argentina donde las mujeres componen apenas el 30 por ciento –en promedio– del alumnado en las carreras de Física. Un porcentaje que no es de los peores en el mundo. La investigadora de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) es ahora vicepresidenta de la Iupap, a la que con humor define como la Fifa de la Física en comparación con una AFA que nunca pisó Grondona: la Asociación de Física Argentina.
La asociación internacional nació en Bruselas en 1922 y celebra asambleas generales cada tres años. En la última, con sede en la brasileña San Pablo, Ponce Dawson fue elegida vicepresidenta en general (“at large”) con responsabilidad en cuestiones de género. Deberá promover la participación de las mujeres en las conferencias y las comisiones de la entidad, de acuerdo a lo que señala el comunicado oficial de su designación.
“Esta asociación nació para tratar de ayudar a la cooperación internacional y a los científicos en física en los distintos lugares del mundo. Está muy involucrada en contribuir a la formación de científicos en los países en vías de desarrollo, en especial en África, financiar la movilidad de científicos jóvenes y brindar herramientas para el desarrollo”, explica la investigadora argentina sobre la organización de la cual es vicepresidenta. Ella, en particular, tendrá como una de las principales responsabilidades promover la reducción de la brecha de género: “Que en las comisiones se respete una proporción de mujeres entre sus miembros y que se las incluya en las propuestas para el otorgamiento de premios”.
Por una equidad de género en el contexto de sociedades más justas
La Iupap forma parte con Unesco de un proyecto financiado por el International Council of Science (Consejo Internacional de Ciencia) para estudiar la brecha de género y formular estrategias que la reduzcan. La investigadora pone en claro que no se trata de una temática aislada o autónoma. Lo que se pretende es articularla con los temas de desarrollo, “porque muchas de las actividades, sobre todo en países en desarrollo, están orientadas a romper con varias inequidades, no sólo la de género”.
Ponce Dawson aclara que la suya es una de las cinco vicepresidencias de la asociación internacional. “Me propusieron el cargo con la función de «campeona de género», con la tarea de supervisar todas las políticas que se orientan a alcanzar una mayor equidad de género en la física”, agrega.
Entre las acciones de la Iupap, la argentina menciona “un reglamento en relación con el acoso, y cómo manejarlo en las conferencias internacionales”.
La Iupap creó en 1999 el Grupo de Trabajo de Mujeres en Física, que ahora preside Ponce Dawson. Es el que organizó la cuarta Conferencia Internacional de Mujeres en Física en Sudáfrica, entre el 4 y 9 de abril pasados. Participaron 223 científicos, el 90 por ciento de ellos mujeres, de 59 países. Por la Argentina, además de Dawson, asistieron Vera Brudny, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, y Cecilia Lagorio, estudiante de doctorado de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
La mujer, en desventaja
Sobre la participación femenina en las área científicas, Ponce Dawson estima que el país no está mal posicionado. La investigadora apunta las dificultades que afrontan en general las mujeres en esos ámbitos, académicos y profesionales: «Está el tema de cómo compatibilizar familia y carrera. En otros países es mucho más probable que la mujer que progresa en la carrera científica no tenga hijos. O, si los tiene, es más común que sea a una edad más tardía. Porque si una tiene hijos alrededor de los treinta años, ésa es la etapa clave para armar su currículum. Entonces, cuando va a las instancias de evaluación, no muestra el mismo desempeño que una persona que no tuvo que invertir parte de su tiempo en tener y criar hijos. Otro tema que también afecta es que, si estás en pareja con alguien que no es de la disciplina, si es abogado, por ejemplo, es bastante poco probable que acepte irse a otro país por varios años para que la esposa avance en su carrera académica. En cambio, es más común que la mujer abandone su carrera para ayudar al crecimiento profesional del marido».
Hijos y después
En otros países hay estrategias para la reinserción de la mujer en la carrera científica luego de la maternidad. ¿Y en Argentina? «Eso acá no existe. En Inglaterra, por ejemplo, hay un programa interesante que es una beca de cinco años para mujeres científicas e ingenieras que quieran volver a la actividad. Para eso debe presentar un plan de trabajo y le dan esta beca que incluye recursos para su sueldo y el material que necesita para la investigación. A lo largo de esos 5 años tiene que generar resultados y reinsertarse en forma permanente en el sistema científico», pone como ejemplo la investigadora de la UBA.
Discriminación positiva en controversia
Como en otros ámbitos, hay propuestas de cupos para promover una mayor protagonismo femenino en los espacios científicos. Pero la opinión sobre esas estrategias no es unánime, aclara Ponce Dawson: «Hay muchas mujeres que rechazan la discriminación positiva porque les parece que después van a ser vistas como que ocupan los lugares más por una especie de dádiva que por mérito propio. Es bastante discutido. Yo creo que debería haber mecanismos de este tipo. Tener hijos requiere de una inversión en tiempo y me parece que todos tendríamos que poder concretar ese deseo sin que ello signifique un perjuicio en el propio desarrollo profesional».