«Teníamos miedo a contagiarnos covid y al final casi nos morimos intoxicados por automedicarnos con ivermectina”. Es el testimonio de Estela Denis, una sanjuanina de 56 años que la semana pasada fue internada junto a su esposo y su hijo por hacerle caso a las prédicas sobre terapias no aprobadas contra el coronavirus.
El testimonio de la mujer fue recogido por el Diario de Cuyo. Estela reconoció el error, y lo remitió al miedo ante los numerosos contagios de vecinos y la publicidad mediática sobre supuestos medicamentos desautorizados por agencias de salud nacionales e internacionales.
«Nunca más tomo remedios sin indicación médica. Fue nuestra culpa y le aconsejo a la gente que no lo haga sin la recomendación de un profesional», sacó Estela como enseñanza de lo que atravesó con su familia.
Para parásitos, no para covid
La ivermectina es un medicamento antiparasitario de uso original veterinario que si bien algunos países, como Estados Unidos, aprueban para seres humanos en algunos casos, como tratamiento de gusanos parásitos (estrongiloidiasis intestinal y oncocercosis), piojos y afecciones de la piel, no está comprobada su eficacia para minimizar los efectos del covid-19.
Según la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos), entre los efectos adversos de la ivermectina figuran sarpullido, náuseas, vómitos, diarrea, dolor de estómago, hinchazón del rostro o las extremidades, alteraciones neurológicas (mareos, convulsiones, confusión), baja repentina de la presión arterial, sarpullido grave que puede requerir hospitalización y lesión hepática (hepatitis). Las anormalidades en las pruebas de laboratorio incluyen disminución en el conteo de glóbulos blancos y pruebas hepáticas elevadas.
La beba que ingirió dióxido de cloro sigue internada con asistencia mecánica, grave pero estable
La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió a fines de marzo un comunicado en el que recomienda «no utilizar la ivermectina» para los pacientes de covid-19. Pero las campañas por redes sociales pueden más. Otro caso es el del dióxido de cloro, que en Rosario dejó a una niña en estado grave, que permanece internada con asistencia respiratoria en el Hospital de Niños Zona Norte.
Nunca más
«Yo tenía un frasquito, porque en noviembre tuve covid y la usé. En ese momento, me hizo bien porque estaba remal y cuando tomé eso arranqué como si nada, pero esta vez no pasó eso», reconoció la mujer. Y afirmó que no volverá a tomar medicamentos sin recomendación médica.
«Tomé ivermectina y a las horas ya no veía nada. Esto fue como a las 20. A la madrugada, me levanté al baño y noté que sólo podía distinguir algunas sombras. A mi esposo le dio diarrea y vómito y a mí también».
Lo que ingirió la familia es Bovicine, un producto de uso veterinario del laboratorio Richmond indicado para tratamiento y control de parasitosis en bovinos y porcinos con la advertencia de no administrar a humanos.
La recomendación partió de su hijo de 23 años. «Hay muchos vecinos con coronavirus y me dijo que tomáramos ivermectina por prevención. Pensé que era bueno», relató la mujer.
«Nos asustamos mucho, podríamos haber muerto por hacer algo inconsciente. Como a las 8 de la mañana del miércoles pasado, mi hija nos llevó al hospital», siguió Estela, quien incluso tras salir del hospital dijo que por momentos no puede distinguir lo que ve.
«Se nos fue la mano, después nos dimos cuenta que es mucho más que las medidas que traen los jarabes, que es lo que teníamos que tomar. Fue nuestra culpa», agregó respecto de la cantidad que ingirieron.
«Se me subió la presión, tenía más de 18. Ahora me siento bien, pero cuando me muevo es como que me mareo. Mi marido –de 60 años– amaneció con la boca hinchada también», continuó con los detalles Estela.
Su conclusión: «No debemos actuar impulsados por el miedo. Le tengo terror al coronavirus y por eso casi morimos con mi familia. De poco nos vamos componiendo».