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Desintegrar el Estado para que no haya futuro

La política macrista de dejar la economía del país librada a “los mercados” volvió a marcar la pauta provocando un terremoto en medio de un año electoral

Sol Castillo / Franco Carignano / Nicolás Sampedro / Agencia Timón

Abril concluyó con un duro apretón en los mercados y una nueva escalada en los precios del dólar (la tercera en 7 días), con el Riesgo País superando el techo de los mil puntos básicos y con una tasa de interés de las Leliq en 71%.

El mes pasado se cumplió un año del inicio de la corrida cambiaria. Hace un año, exactamente, pero con un dólar a $26,26, los tenedores de Lebacs comenzarían a vender masivamente sus bonos y el BCRA remataría U$S 1.471 millones de dólares, llegando a un récord histórico. Semanas más tarde, los intentos de contener la evidente crisis, derivaron en arrancar las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional. De aquel 25 de abril de 2018 han pasado tres presidentes por el Banco Central, el dólar tuvo un incremento del 110% y el Riesgo País se ha duplicado llegando a picos que superaron los mil puntos.

La política macrista de dejar la economía del país librada a “los mercados” volvió a marcar la pauta provocando un terremoto en medio de un año electoral. En declaraciones radiales a un medio rosarino, Mauricio Macri sostuvo: “Los mercados son otro mundo. Son tipos que están detrás de una computadora (en un lugar lejano), que compran, venden, que tienen más una visión de corto plazo, de oportunidad, y que no nos conocen –y no tienen por qué conocernos–. Lo que nos pasó ayer y hoy con el Riesgo País y con el dólar, es que ellos han dudado de nuestra convicción a seguir en este camino. Ellos dudan de que los argentinos, por ahí, estamos pensando en volver atrás”.

Para el oficialismo, la única explicación para todos los males de la actualidad que vive Argentina es que los argentinos están pensando en “volver al pasado”. ¿Les suena la “campaña del miedo”, con la que la Alianza Cambiemos corría al kirchnerismo en la disputa electoral de 2015?

Lo que evidentemente quiere ignorar el macrismo es que la realidad de los argentinos cambió radicalmente desde 2015 hasta estos días. El dólar pasó de $8.86 a $45.90, es decir, tuvo un incremento del 518%. Los servicios básicos llegaron a 3.600% de aumento, a lo que le debemos sumar que en un año la canasta básica tuvo una suba del 60,9%, según el Indec. Acorde a datos publicados en marzo por este organismo, en un año se sumaron 3 millones de nuevos pobres.

Para intentar ocultar la terrible desigualdad a la que condujo al pueblo argentino, el gobierno encabezado por Macri, recurrió a medidas como el listado de Productos Esenciales. Este “pacto de caballeros” no es más que un acuerdo entre quienes manejan día a día nuestras posibilidades o no de subsistencia, un negocio entre quienes llenan su bolsillo con este modelo.

Martín Cabrales, uno de “los caballeros”, respondió que ante la faltante de leche que deberíamos ponernos contentos porque “hay asado y vino”. Miserable frase cuando del otro lado hay millones de personas rebuscándoselas para comer, para sobrevivir. O situaciones como la que conocimos hace unas semanas, cuando una jubilada intentó suicidarse en las vías del subte porque no tiene forma de pagar sus medicamentos.

Los desesperados intentos por instalar el discurso macrista de que “los inversores tienen miedo de que vuelva Cristina”, no hacen más que reafirmar una realidad inobjetable y que es imposible de ocultar, pese al fenomenal blindaje mediático con que cuenta el gobierno: en Argentina hay hambre.

Hambre que Macri ninguneó en el programa de Viviana Canosa, cuando ella le preguntó cómo hacía para dormir de noche sabiendo que hay niños que no pueden comer ni siquiera una sopa. La respuesta fue digna del cinismo al que ya nos tienen acostumbrados: “Me angustia, pero ahora tienen calles asfaltadas para ir a la escuela”.

Párrafo aparte merecen las declaraciones de la diputada Elisa Carrió en su paso por Córdoba, dijo: “En el peor momento de Cambiemos es el mayor esfuerzo que tenemos que hacer. Miren, yo lo digo a todos –dejen de quejarse– yo el otro día no podía pagar ni el mínimo de la tarjeta y vendí el auto, qué se yo, total después te la arreglás. Hay que dejar de quejarse, porque estamos haciendo una nueva Argentina”. Está claro que es una nueva Argentina… Una en la que las mayorías no saben cómo llegar a fin de mes.

Para desdicha de este gobierno, la imagen de la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, no para de crecer pese a la incontable cantidad de causas que el juez Claudio Bonadio armó y a los ataques permanentes en los canales y radios oficialistas. De más está decir que el lanzamiento de su libro “Sinceramente” ya es el fenómeno editorial del año, habiéndose agotado en algunas librerías de Capital Federal en el primer día a la venta. Mientras tanto, cada vez son más quienes sostienen que la interna dentro de Cambiemos, entre el PRO y los radicales, se está volviendo descarnada, pese a las intentonas desde el oficialismo de mostrarse en unidad.

Parafraseando al Comandante Chávez y haciendo una analogía con las elecciones de octubre se podría señalar que: el macrismo está haciendo desesperados esfuerzos por consolidar su sistema hegemónico de dominación. Nosotros no podemos permitir que eso ocurra. No podemos permitir que destruyan el Estado. Que se consolide pues, la dictadura del mercado.

El discurso del presidente, lleno de cinismo, lleno de hipocresía, es la hipocresía imperial; el intento de controlar todo. Ellos quieren imponernos el modelo “democrático” como lo conciben; la falsa democracia de las élites. Un modelo democrático muy original, impuesto a bombazos del mercado, a bombardeos mediáticos y a punta de invasiones de servicios de inteligencia extranjeros y de cañonazos por la espalda a quienes luchan contra ellos. Vaya qué democracia. Están de salida… Y ya todo el mundo lo sabe.

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