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Despedida de un grande: a los 91 años, murió Luis Felipe Yuyo Noé, un artista desmesurado y revolucionario

Con un recorrido en diversas ramas del arte y también en la escritura, fue el fundador del movimiento llamado Otra Figuración, ganador de infinidad de premios y representante argentino en la Bienal de Venecia

Una triste noticia enluta por estas horas a la cultura nacional luego de que se confirmó en la tarde de este miércoles la información del fallecimiento del enorme Luis Felipe Yuyo Noé, un artista verdaderamente revolucionario por la belleza y desmesura de su obra, pintor neo expresionista lanzado desde sus inicios a la experimentación, creador del movimiento llamado Otra Figuración, que murió a los 91 años.

Yuyo había nacido en Buenos Aires en 1933, en el seno de una familia de intelectuales, y tuvo desde joven un entorno que fomentó su interés por las artes y las letras, especialmente por parte de su padre, Julio Noé, un destacado intelectual que dirigió la revista Nosotros, referencial de la vida literaria porteña de principios del siglo XX y cercano a Borges.

Maestro de maestros, docente aguerrido y, en algunos momentos, crítico de arte, entre 1961 y 1965 formó parte del referido grupo Nueva Figuración​ junto a Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de la Vega. Publicó más de veinte libros y realizó numerosas exposiciones tanto en la Argentina como en el exterior llevando el arte nacional a lo más alto.

Yuyo, como lo llamaron desde muy chico, padre del cineasta argentino radicado en Francia Gaspar Noé, había estudiado leyes en la Universidad de Buenos Aires e integró, durante un tiempo, el taller de pintura de Horacio Butler, donde comenzó su carrera artística. Su pintura es considerada fragosa, ornamentada y exuberante, donde el caos es una de las temáticas germinales y favoritas.

A lo largo de su vasta carrera, realizó más de cuarenta exposiciones individuales en prestigiosos museos y galerías nacionales e internacionales como el Museo Nacional de Bellas Artes de Caracas (1968), el Centro de Arte y Comunicación de Buenos Aires (1992), el Museo del Palacio Nacional de Bellas Artes de México (1996) y el Centro Cultural Borges de Buenos Aires (1998).

Noé recibió numerosos galardones, algunos de ellos son el Premio Nacional Di Tella (1963), la Beca Guggenheim (1965 y 1966), el Premio a la Trayectoria Artística de la Asociación Argentina de Críticos de Arte (1984), el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires (1997) y Premio Rosario a la Trayectoria (2000).

Las crisis y las tensiones, tanto de la escena nacional como internacional, constituyen con frecuencia la temática de su obra.

Entre las obras exhibidas en el marco de la Bienal de Venecia, concebidas como murales, en todos los casos son de enormes dimensiones. La estática velocidad mide once metros de largo por tres de alto y Nos estamos entendiendo posee medidas similares. Al verlas, causan un fuerte impacto tanto por su colorida presencia como por su enorme tamaño.

En La estática velocidad, el artista trabaja en detalle sobre papeles recortados y arrancados  que luego aplica sobre el lienzo gigantesco. Se trata de un rompecabezas trabajado hasta el detalle en todos sus fragmentos, utilizando las distintas técnicas que el maestro dominaba.

Por su parte, Nos estamos entendiendo está compuesta por piezas fragmentarias de marcos irregulares a través de las cuales brinda la imagen de su mundo. La ruptura de la unidad del espacio y la teoría del caos como orden distinto ya había sido planteada por Noé desde sus comienzos con el movimiento Nueva Figuración.