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Despiden al querido Claudio Martignoni, un conocido de las calles y las causas en Rosario

Se definía como un "eterno estudiante de Antropología", pero sus pasiones eran muchas: la defensa del medio ambiente, la fotografía, el acompañamiento a los que manifestaban dolor y reclamaban justicia. "Un tipo que hacía un culto de la amistad", lo definieron

«Qué triste noticia, un verdadero amigo de sus amigos, afectuoso y respetuoso. Te extrañaremos los lunes por la noche. Abrazos al cielo». Es uno de los tantos mensajes en su perfil de facebook que le dejaron a Claudio Luis Martignoni. «Eterno estudiante de antropología», se definía en uno de sus muchos blogs. Le gustaba la fotografía y estuvo presente en numerosas acciones, marchas y jornadas solidarias en Rosario.

Estaba en las manifestaciones por el medio ambiente organizadas por la Multisectorial Humedales y El Paraná no se Toca, en maratones para personas con discapacidad, acompañó a Alberto Perassi, el padre de Paula, y a Celeste Lepratti, la hermana de Pocho. Apoyó campañas de concientización sobre el autismo, integró equipos de investigación en la Escuela de Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, con los que firmó algunos trabajos.

«Un abrazo grande al cielo, la gente buena debería ser eterna», reza uno de los mensajes dejados en su muro. «No lo puedo ni siquiera asimilar, amigo mío», finaliza con el emoji de un corazón roto.

Hincha de Newell’s, además, Claudio solía ir los lunes a los ciclos de Ecología que el periodista especializado en temas ambientales Sergio Rinaldi organiza en el Centro Cultural Fontanarrosa. No lo conocía en profundidad, pero lo recuerda como una persona que «hacía un culto a la amistad» y le daba la sensación, por la opinión de otros conocidos, que era «un tipo querible de la bohemia».

«Estamos todos muy tristes», respondió un conocido antropólogo urbano ante la consulta de El Ciudadano. Todos los recuerdos son del mismo tenor, la despedida a un personaje entrañable. «Te conocí trabajando en la tragedia de calle Salta, me alcanzabas el café calentito y la manta y desde entonces siempre me acompañaste, no fallaste a una marcha por mi hermano ni a una por pedido de Justicia», le escribió Gabriela como si aún estuviera presente. Y lo describió como un «hombre de las causas justas». Su muerte es dolor compartido por muchos: «Hoy te tengo que despedir, seguro el cielo tiene un lugar más cálido y donde te acepten más que acá», lo saludó.

 

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