El entrenador del seleccionado argentino Lionel Scaloni reconoció que después de la derrota por 2 a 1 ante Arabia Saudita en el primer partido del Mundial de Qatar quiso «romper el carnet de director técnico, porque pasó todo lo que se dijo en la previa que iba a suceder, pero no se pudo ganar».
«Ese primer partido fue muy raro, porque merecimos irnos ganando por tres o cuatro goles en el primer tiempo, y en el complemento, en apenas dos minutos nos marcaron en dos oportunidades y nos quedamos sin nada», describió Saloni en diálogo con AFA Estudio.
«Para uno como técnico le dan ganas de romper el carnet de entrenador, porque todo lo que les dijimos en la previa a los jugadores fue lo que sucedió, pero al final no ganamos. Mucho peor, perdimos. De esos partidos se dan igualmente uno cada mil. Pero después, pensándolo bien y con el diario del lunes, podemos decir que perdimos el invicto de 36 partidos en el momento justo», apuntó.
Acto seguido el santafesino destacó el espíritu de grupo que reina en el seno del seleccionado argentino y aportó algunos ejemplos al respecto. «el ‘Cuti’ (Cristian) Romero, Lisandro Martínez y Nahuel Molina serían capaces de cortarse las venas el uno por el otro. Es que se conocen desde hace mucho tiempo y pasan todo el día juntos en las concentraciones, Por eso cuando uno se equivoca, el otro lo alienta enseguida y así le minimiza lo que puede sentir por el error cometido».
«Y eso se hace extensivo a la relación de todos con Lionel Messi. Ellos lo ven como el mejor jugador de la historia, pero por eso mismo es que van a dejar la vida por él. Existe una química muy especial que para un plantel de fútbol vale mucho» , remarcó.
«Porque al ser todos tan cercanos, cada cosa que sucede dentro del grupo repercute de otra manera. Por ejemplo, si alguno tiene un problema familiar, todos se involucran y tratan de ayudarlo en lo que puedan. Por supuesto que cada uno sabe el rol que ocupa en el grupo, pero a la hora de los afectos es increíble lo que sucede. Y a mi me pasa lo mismo para con ellos, porque los quiero un montón a todos los jugadores. Es algo mutuo», se confesó Scaloni.
Claro que ese cariño también incide en lo profesional cuando entra en juego la confianza, y en ese aspecto Scaloni puso sobre la mesa lo sucedido con Rodrigo De Paul antes de jugar con los Países Bajos.
«De Paul sufrió una molestia en el isquiotibial derecho antes de jugar los cuartos de final con los Países Bajos y eso trascendió inmediatamente a la prensa, algo que me molestó mucho, porque podía otorgarle alguna ventaja a nuestros rivales. Pero el enojo no era con los periodistas, sino con el hecho de que esa información ya la tenía el entrenador de nuestro adversario, Louis Van Gaal. Y esas filtraciones son cosas que debemos corregir», advirtió.
«En ese caso De Paul llegó al límite para jugar con los neerlandeses, pero quería jugar. Entonces, en la charla previa le dije que confiaba en él y que iba a ser titular, pero que tratara de no agotarme un cambio de entrada porque enseguida le podía empezar a doler. Y la verdad que lo hizo muy bien, porque jugó hasta los 20 minutos del segundo tiempo y lo hizo muy bien», reconoció.
Y tras revelar que al volante de Atlético de Madrid en la intimidad de la selección lo llaman «Scapol», porque sus compañeros dicen que se le parece en muchas cosas, Scaloni refirió finalmente las razones por las que colocó a Ángel Di María por izquierda en la final con Francia.
«Con ‘Fideo’ teníamos las mismas dudas para ese partido final que las que teníamos con De Paul para jugar con los Países Bajos, ya que también venía tocado. Por eso dudábamos de lo que nos podía ofrecer. Lo único que teníamos claro era que de jugar, iba a hacerlo por la izquierda y no por la derecha como venía sucediendo», explicó.
«Es que a los franceses los teníamos bien vistos desde hacía rato porque pudieron haber sido nuestros rivales en octavos de final (finalmente Argentina ganó el Grupo C y se cruzó con Australia, segundo de Francia en el D) y entonces sabíamos que si colocábamos a Alexis Mac Allister entre líneas íbamos a hacer que (Jules) Koundé fuera a buscarlo hacia el medio, y (Ousmane) Dembelé no iba a retroceder todo el tiempo hasta su área para marcarlo a Di María. Y así fue», recordó.
Y remató la charla con ese voto de confianza, otro más, para con el actual jugador de la Juventus, de Italia. «Cuando Ángel nos dijo que quería estar en la final confiamos en él, porque sabíamos que por lia izquierda iba a lastimar (Dembelé le hizo la falta penal para el primer gol de Messi y él mismo marcó el segundo). Por eso ni siquiera lo probamos, sino que solamente le explicamos que lo que queríamos que hiciera, estábamos seguros que lo podía hacer».
Y Di María fue clave para que Argentina se consagrara campeón del mundo después de empatar 3 a 3 y finalmente superar a Francia por la vía de los tiros penales. La confianza recíproca entre él, y entre todos, con el cuerpo técnico, sentaron las bases de esa conquista.