a. Título
¿Y después del covid qué? La transformación de las Fuerzas Armadas argentinas
por la epidemia mundial de coronavirus: la Operación Belgrano
b. Tema
El presente trabajo se propone detectar y visibilizar algunos de los cambios que se
produjeron en las Fuerzas Armadas argentinas y en Sistema de Defensa Nacional a
partir de la orden de su comandante en jefe, el presidente Alberto Fernández, de
ocupar un papel activo en la estrategia para enfrentar la pandemia de coronavirus en
territorio nacional.
c. Objetivo general y objetivos específicos
Se intenta trazar una aproximación a través de los testimonios de los propios
protagonistas en la planificación, despliegue, ejecución y evaluación de la Operación
General Manuel Belgrano sobre cómo ha impactado hasta el presente la estrategia
para enfrentar al covid–19 en el desempeño natural del instrumento militar, y
determinar si las modificaciones permanecerán en el tiempo, dando lugar a una
transformación permanente y en qué aristas.
d. Fuentes consultadas
El trabajo se realiza a partir del análisis de ponencias expuestas en clases de la
diplomatura, enrevistas periodísticas, datos de los ministerios de Salud y de
Defensa, ensayos, opiniones y entrevistas periodísticas publicadas en diferentes
medios de comunicación masiva y/o sectorial.
e. Producto periodístico
“Es el despliegue militar más grande desde la Guerra de Malvinas”, describió el
ministro de Defensa, Agustín Rossi. La definición, que el funcionario nacional empleó
en distintas entrevistas para ilustrar el papel –además inédito– que debieron cumplir,
y siguen cumpliendo, las Fuerzas Armadas en la lucha contra el covid–19 en el
territorio nacional, apenas llega a dar cuenta de su envergadura. Sin embargo, el
alcance es mayor aún, y abarca una multiplicidad de aristas. ¿Puede hablarse de
una profunda transformarción del instrumento militar tanto en sus recursos humanos
y materiales, como culturales y estratégicos? A poco de cumplirse 365 días de la
puesta en marcha de la Operación Belgrano, que impuso ribetes de objetivos
estratégicos a una misión subsidiaria de las Fuerzas Armadas, así lo ven sus propios
protagonistas a medida que fueron pasando las semanas y meses de pandemia, en
los que los efectivos militares fueron concretando múltiples tareas, identificando
deficiencias y ajustando los recursos disponibles. En definitiva, sumando
experiencias inéditas a las transitadas en misiones humanitarias o de paz aprobadas
por las Naciones Unidas o en asistencias más acotadas ante situaciones
excepcionales en territorio nacional.
La cronología del covid–19 sorprende por la profundidad de los cambios en lapsos
ínfimos de tiempo. Tras el alerta lanzado por un área sanitaria local, la Comisión
Municipal de Salud de Wuhan, China, sobre la deteción de un brote de casos de
neumonía causados por un nuevo coronavirus (31 de diciembre de 2019) la
Organización Mundial de la Salud (OMS) declara de inmediato (1º de enero de 2020)
el “estado de emergencia” para abordar la situación. Sólo nueve días después (10 de
enero de 2020) la OMS publica recomendaciones para todos los países en relación
con potenciales contagios. En la misma semana (13 de enero de 2020) se detecta el
primer caso fuera de China, en Tailandia, y el 22 de enero la Organización convoca
al Comité de Emergencias. Casi a fin de mes, el 30 de enero, los casos declarados
crecieron exponencialmente: son 7.818. Para el 3 de febrero la OMS publica su Plan
Estratégico de Preparación y Respuesta frente al nuevo coronavirus, con especial
hincapié en los Estados con sistemas de Salud más “frágiles”. Al 11 de marzo de
2020, ante “los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad y por su
gravedad”, la Organización Mundial de la Salud declara la caracterización de
pandemia para el covid–19. (1).
Nueve días antes, el 2 de marzo de 2020, un efector privado de la ciudad de Buenos
Aires notificaba al Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud el primer caso del
nuevo coronavirus presente en territorio nacional, información ratificada (4 de marzo
de 2020) por el Ministerio de Salud de la Nación. (2)
Hacía apenas tres meses y algunos días que la cartera de Salud había recuperado
rango ministerial: degradado a Secretaría, había perdido un escalafón jerárquico
clave el 3 de septiembre de 2018, que aparejaba una resignación no sólo de
presupuesto –por cambio de autonomía y asignación específica a dependencia de
otra área superior– sino de importancia política, como exclusión de las reuniones de
Gabinete, menor relevancia frente al sistema federal de Salud del país (Cofesa) y, en
suma, menos estructura y recursos (3). Era la tercera vez en la historia (contando las
decisiones de 1955 y 1966, tras sendos golpes de Estado) que perdía la posición
adquirida el 11 de marzo de 1949, y la primera que la desjerarquización había sido
resuelta por un gobierno constitucional, el de Mauricio Macri. Y recién el 10 de
diciembre de 2019, con la asunción de Alberto Fernández, recuperaba su potestad
de “órgano con competencia en todo lo inherente a la salud de la población”. Menos
de tres semanas antes del brote que se transformaría en pandemia.
Una respuesta de uniforme a un enemigo invisible
“El presidente me pidió que ponga todas las capacidades de las Fuerzas Armadas a
disposición de la lucha contra el covid–19”, respondió el ministro Rossi el 26 de julio
de 2020 en la entrerevista con la periodista especializada en conflictos belicos Karen
Marón (4). Revelaba así una secuencia paralela y nacional de lo que en marzo de
2020 era un riesgo global.
Así, a ocho días de la comprobación del primer caso de covid–19 en territorio
nacional –un hombre de 43 años que regresó procedente de Milán tras un viaje
turístico por distintas parte de Europa pero expermimentó síntomas estando ya en el
país– y al día siguiente de que la OMS declarara la situación de “pandemia”, el
Poder Ejecutivo Nacional emitió, el 12 de marzo de 2020, el decreto de necesidad y
urgencia 260, que dispuso la Emergencia Sanitaria para todo el territorio nacional,
cuyo articulado faculta al Ministerio de Salud de la Nación como autoridad de
aplicación y establece un nuevo diagrama del sector público, con instrucciones para
todas las carteras, reasignación presupuestaria y con el primer Aislamiento
Obligatorio. (5)
El DNU de marras no establecía –aún– una misión específica para el Ministerio de
Defensa y el instrumento militar, a excepción de “dar apoyo a las autoridades
sanitarias en los puntos de entrada del país para el ejercicio de la función de
Sanidad de Fronteras” y dejar “a disposición de quienes deban estar aislados las
unidades habitacionales que tenga disponibles”. Pero todo cambiaría en las
siguientes horas: un día después, el 13 de marzo, el Ministerio de Defensa emite la
resolución 88, de Constitución del Comité de Emergencia de Defensa. Atendiendo a
la instrucción, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general de división Juan Martín
Paleo, emite la directiva 01/20 R de “Apoyo al Plan Operativo de Preparación y
Respuesta al covid–19”. Y, como respuesta a la directiva, se elabora el “Plan de
Operaciones – Operación General Manuel Belgrano”.
“Comenzó así a configurarse una operación de protección civil inédita en la historia
de las Fuerzas Armadas argentinas”, describiría dos meses después el teniente
coronel Carlos María Fraquelli en la edición de mayo de la revista Military Review
(Edición Hispanoamérica), en un artículo titulado: “Covid–19: el Ejército argentino
como primera respuesta del Estado” (6). Allí caracteriza a la Operación Belgrano
como una operación de protección civil “sin precedentes”, aunque vigente en la
doctrina del Ejército argentino, que “ha desarrollado minuciosamente la forma de
planificarlas y ejecutarlas”, en el marco de las “operaciones subsidiarias” de las
Fuerzas Armadas, Entre ellas –escribe– “se incluye el restablecimiento de las
condiciones de vida preexistentes que pueden ser alteradas por una catástrofe
natural o producida por el hombre”. Y apunta que “es un concepto aplicable a la
situación provocada” por la pandemia de coronavirus, la cual “ha cambiado la vida
de todos los habitantes del planeta a una velocidad jamás imaginada”, y por ello “se
han redefinido los roles y las funciones de muchas instituciones del Estado, que
comenzaron a buscar la forma de hacerle frente”.
La situación no sólo era inédita, también descomunal. El teniente coronel Fraquelli
advertía en mayo de 2020 su dimensión: en la Guerra de Malvinas (6) se
desplegaron unos 23 mil efectivos en 1982. Y la movilización frente a la pandemia de
coronavirus involucra a una “disposición de 80 mil hombres y mujeres”, según
describió el general de brigada Martín Deimundo Escobal, comandante operacional
de las Fuerzas Armadas y responsable de la Operación Belgrano. Se trata de un
despliegue cuatro veces superior al último conflicto bélico nacional, cuando la
población argentina no alcanza a duplicar la de 38 años atrás.
“La pandemia significó escalonar a un estadío superior, mostrar lo importante que es
tener a Fuerzas Armadas a lo largo y ancho de todo el país. Y que eso tenga
permanencia en el tiempo y reconocimiento”, planteó el ministro Rossi en la
entrevista ya citada.
El general Deimundo Escobal explica cómo se instrumentó (8). No menciona una
transformación, pero sí resalta el “carácter distintivo” que tuvo el despliegue de la
Operación Belgrano, a partir de una orden directa del comandante en jefe a su
ministro de Defensa, al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y al
jefe operacional de las Fuerzas Armadas. Lo que se puso en marcha, define, es “una
serie de capacidades que siempre estuvieron, pero ahora se evidencian en forma
simultánea en todo el país”. Ya era el penúltimo mes de 2020 y hacía ocho meses
que se había desplegado la misión: “Es una operación militar, con características de
protección civil”, la define entonces, y enmarca en tareas de “apoyo a la comunidad y
ayuda humanitaria”, es decir, dos de las tres misiones subsidiarias de protección civil
definidas por la Directiva de Política de Defensa Nacional vigente en marzo de 2020
y en los instrumentos restablecidos a partir del decreto 571 de junio de 2020 (9) que
distinguen con claridad los alcances de las leyes de Defensa Nacional y Seguridad
Interior.
Deimundo Escobal explica que uno de los “factores de éxito” de la operación
constituyó la división del país en 14 zonas de emergencia, cada una de ellas con un
comando conjunto propio. La primera premisa de la operación se sintetizó en la frase
“Visibilizar al enemigo invisible” que consistió en “ejecutar una serie de tareas”
propias de las capacidades de las Fuerzas Armadas para “atenuar la pandemia”. La
segunda premisa tuvo que ver con cómo llevarlas adelante con “depositos vacíos y
sin combustible”: en un marco de crisis económica y desborde inflacionario,
contaban con el mismo presupuesto del año anterior, por lo que requerían de
suministros de provincias y municipios para el despliegue. “Fue duro en ese
momento, pero esto hizo funcionar correctamente a las Fuerzas Armadas en los
primeros momentos de la operación”, admite Deimundo Escobal.
Al poner en marcha la operación se concretó la instrucción que resultó una de las
decisiones más trascendentes: “La propuesta que surgió de este comando fue ir sin
armamento”. Es decir, el instrumento con mayor poder de fuego del país,
desarmado.
A noviembre de 2020 la Operación Belgrano había cumplido con éxito más de 26 mil
tareas, desde planeamiento y asesoramiento hasta apoyo sanitario, pasando, entre
más, por trabajos de logística mayor. Para entonces, el despliegue militar había dado
de comer raciones calientes a 11 millones de personas, con especial atención a las
zonas más postergadas del conurbano bonaerense. Había desmantelado por
completo un complejo en la mina Veladero, en la provincia de San Juan, a más de
4.500 metros sobre el nivel del mar, para rearmarlo como Centro de Aislamiento y
Atención Médica “Bahía Esperanza” en el Apostadero Naval de la ciudad de Buenos
Aires, a 1.600 kilómetros, poniendo en valor y uso instalaciones sanitarias a partir de
una donación (la minera Barrick Gold) y en un predio recuperado, originalmente
parte de Tandanor. También había diseñado los protocolos y la operación para que
se concretara el reabastecimiento de las bases antárticas argentinas con cuidado de
no llevar el virus a la Antártida. Y se había asistido a sectores vulnerables de
poblaciones ribereñas de la costa sobre el río Paraná en la provincia de Buenos
Aires, en la Patagonia andina, en el NOA y el NEA, entre múltiples tareas.
“Quizás esto hizo visibilizar la actividad y permitió que la conducción política viera la
herramienta fenomenal que significan las Fuerzas Armadas para la protección civil y
la necesidad de invertir más en el área de la Defensa”, sostuvo el jefe del Estado
Mayor Conjunto, general de división Juan Martín Paleo. Para septiembre de 2020, el
Congreso nacional convertía en ley el Fondo para la Defensa, una asignación
presupuestaria permanente y específica para el reequipamiento de las Fuerzas
Armadas y del Sistema de Defensa.
Conclusiones
El “modelo argentino” para hacer frente a la pandemia asignó a las Fuerzas Armadas
un papel central desde el primer momento. Eso permitió, en un marco de
reorganización del Estado por el inicio reciente de una nueva gestión de gobierno,
capitalizar recursos humanos “con experiencia previa en otras operaciones
subsidiarias” que “permitieron al Ejército argentino adquirir conocimientos
específicos aplicables a la lucha contra el covid–19”, plantea el teniente coronel
Carlos Fraquelli. En ellas inscribe las operaciones militares de paz, como los
despliegues en Haití y Chipre de Cascos Azules bajo el mandato de Naciones
Unidas.
La Operación Belgrano equilibró con planificación y aprovechamiento de recursos la
crisis presupuestaria. “Cuánto más podríamos haber hecho con elementos más
acordes y con materiales más adecuados”, planteó el general Martín Deimundo
Escobal. La situación expuso falencias y necesidades como contar con “una mayor
capacidad de aviones de transporte”, o unidades que requieran menos gasto en
combustible y manteniento que los “viejos camiones que tienen, que son arreglados
por los mecánicos del Ejército”, marcó el ministro Agustín Rossi.
La Operación Belgrano permitió también corregir desequilibrios de género hacia el
interior de las Fuerzas Armadas. Un cambio radical, se gestó en una directiva
elaborada por la jefatura del Ejército y la Dirección de Políticas de Género del
Ministerio de Defensa ante los casos de matrimonios militares en los que hambos
debían cumplir tareas profesionales. “Se alternan las semanas: una semana trabaja
la mujer, una semana trabaja el varón, para que puedan estar cubiertas las tareas de
cuidado, pero al mismo tiempo también sea equitativo el desarrollo profesional”,
describió la directora de Políticas de Género del Ministerio de Defensa, Laura Masson.
La Operación Belgrano generó un nuevo punto de encuentro y entendimiento entre
civiles y militares. “El reconocimiento que hay de parte de la población civil y de las
autoridades políticas en cada uno de los lugares en donde estamos participando y
donde estamos llevando acciones, muestra claramente que ha sido exitoso”, refirió el
ministro Rossi. Se generó así una aceleración del “cambio muy lento” en “la
consideración de los temas de Defensa”, que describía como una constante a partir
de 1983 el periodista y politólogo Jorge Bernetti, ex director de Comunicación Social
del Ministerio de Defensa, en octubre de 2020,
La Operación Belgrano también permitió elaborar nuevas formas de abordaje para el
despliegue. “Se acortó la cadena de comando, por primera vez. El jefe del Estado
Mayor Conjunto, un comandante operacional, 14 comandos conjuntos de zona de
emergencia”, describió el general Martín Deimundo Escobal.
La Operación Belgrano permitió una puesta en práctica inédita del andamiaje legal
gestado desde la recuperación democrática de 1983, que separó y distinguió los
ámbitos de la seguridad interior y la defensa nacional. El presidente de la Nación,
Alberto Fernández, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, impartió la orden, a
la que se dio cumplimiento dentro del marco normativo que la ampara: “una
operación de protección civil basada en apoyo a la comunidad y asistencia
humanitaria / apoyo al sistema de Salud de la Nación / contribuyente a todas
acciones estatales”.
La Operación Belgrano se cumplió con un nivel de contagios tendiente a “cero” en la
primera línea. A fines de 2020 el general Paleo contabilizó poco más de un centenar
de casos de covid–19, con la regla general de que las transmisiones ocurrieron fuera
de las operaciones (“Personal militar que vuelve al medio civil”), demostrando en la
práctica el cumplimiento y la eficacia de los protocolos (cumplimiento de tareas por
tercios, con “14 días aislamiento con 2 días en el cuartel, desinfección de ropa,
desinfección de vehículos, análisis médicos y 12 días en la casa”).
La respuesta a la pandemia aceleró la recuperación, reequipamiento y readecuación
del sistema de Sanidad Militar: 17 hospitales y dos hospitales móviles permiten
pensar una pospandemia con un sistema de excelencia.
La pregunta es retórica, ya que la pandemia no terminó, y expertos y funcionarios
advierten que la situación por la que atraviesa Europa en su invierno boreal anticipa
la inminente llegada de una segunda ola a Sudamérica. ¿Qué hubiera modificado en
la región de mantenerse y haberse profundizado la Unión de Naciones
Sudamericanas y el Consejo Sudamericano de Defensa? Ambas instituciones,
desmanteladas con el surgimiento de gobiernos nacionales permeables a los
lineamientos de la política exterior de los Estados Unidos, ¿hubieran hecho posible
una potencial estrategia a escala regional para atenuar la pandemia? ¿Hubieran, al
menos, facilitado un sistema de intercambio de información clave para la calidad de
las planificaciones a nivel local? La ausencia de todo mecanismo de consulta y
coordinación deja más expuestas falencias como la caracterización de Brasil como
un potencial “riesgo mundial”, en particular por la variante de Manaos del virus.
f. y g. Adecuación
La pieza comunicacional se presenta a modo de ensayo y repaso para poner en foco
la virulencia y vertiginosidad de la transformación de un brote de neumonía en una
región asiática lejana y desconocida para la mayoría de los argentinos en una
amenaza mundial que llegó al país y continía dejando estragos a su paso, y la
inmediata concepción de una respuesta nacional a la amenaza. El eje está puesto
en la Operación Belgrano, ya que atraviesa transversalmente diferentes temáticas
propuestas, desde la planificación y ejecución de una operación militar, hasta el
andamiaje legal que la hace posible, incluidos impactos en políticas de género al
interior de las Fuerzas Armadas. Cada aspecto puntual de la operación, más allá de
su resumen, puede convertirse en una pieza comunicacional autónoma, abordando
posteriormente o registrando en tiempo real decenas, centenares o miles de las
tareas cumplidas. Un repaso a través de noticias breves, cada una acompañada de
una imagen representativa se vuelca a modo de información institucional dentro del
sitio oficial del Estado Mayor Conjunto (https://www.fuerzas–armadas.mil.ar/Noticias–
apoyo–comunidad.aspx) equilibrando la necesidad de informar y dar cuenta de las
actividades con la atención del público, que puede alejarse por la extensión de una
pieza informativa o abrumarse por su exceso. La comunicación del mayor despliegue
militar desde la Guerra de Malvinas representa en sí misma un desafío más dentro
de la Operación Belgrano.
h. e i. Adecuación y estrategia
El presente trabajo es apenas uno de los puntos de vista y de abordaje de los
muchos que deja la Operación Belgrano. Un corto multimedia sobre uno solo de los
camiones que siguen prestando servicio insustituible cuando debería haber ido a
desguace o estar en exhibición en un museo puede describir una arista de la
Operación Belgrano, de igual modo que una entrevista al mecánico que, cual mago,
hace que siga funcionando. De igual modo, las recepción en zonas vulnerables o
inhóspitas de las tareas de asistencia pueden ser comunicadas a todo público como
historias de carne y hueso, más allá del impacto numérico –no menor– del
despliegue de la operación de protección civil.
Anexo
Fuentes:
1. Organización Mundial de la Salud. Covid–19: cronología de la actuación de la
OMS. (https://www.who.int/es/news/item/27–04–2020–who–timeline—covid–19)
2. Documentación oficial del Ministerio de Salud (https://save.org.ar/wp–
content/uploads/2020/03/actualizacion–epidemiologica–coronavirus–confirmacion–
caso_2020.pdf.pdf)
Asociación de Trabajadores del Estado (http://revistasoberaniasanitaria.com.ar/wp–
content/uploads/2019/03/revistaSSnro5.pdf).
4. Entrevista diario Perfil (https://www.perfil.com/noticias/politica/agustin–rossi–con–el–
coronavirus–las–ffaa–generaron–un–vinculo–fuerte–con–la–sociedad.phtml).
5. Decreto de Necesidad y Urgencia 260/20
(http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/335000–
339999/335423/norma.htm),
6. Revista Military Review (https://www.armyupress.army.mil/Portals/7/military–
review/Archives/Spanish/Military–Review–revista–profesional–del–ejercito–de–eua–
edicion–hispanoamericana–COMPLETO–SPA–Q2–2020–03.pdf).
7. Portal Chequeado sobre la Guerra de Malvinas. https://chequeado.com/el–
explicador/datos–de–los–combatientes–de–malvinas/
8. Ponencia del comandante operacional de las Fuerzas Armadas, general de
brigada Martín Deimundo Escobal (https://youtu.be/C–btQNvHy6M).
9. Boletín Oficial de la República Argentina. Decreto 571
(https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/231293/20200629).
10. Sitio oficial del gobierno nacional: Fondef
(https://www.argentina.gob.ar/noticias/fondef–rossi–califico–como–un–hecho–historico–
la–creacion–del–fondo–nacional–de–defensa)