Un grupo de estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba) detectó la contaminación por microplásticos en todas las muestras que tomó de arroyos y plantas de tratamiento de efluentes en aguas de las cuencas del Río Matanza-Riachuelo y del Reconquista en la provincia de Buenos Aires.
El trabajo analizó además la efectividad de las plantas de tratamiento de aguas para removerlos y detectó que las instalaciones de saneamiento removieron hasta un 70% de la contaminación, informó el sitio Sobre La Tierra (SLT-Fauba).
“Los microplásticos son plásticos de menos de 5 milímetros de diámetro. A veces se elaboran en esos tamaños, y otras, surgen cuando se degradan plásticos más grandes”, dijo Santiago Goin, egresado de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la Fauba.
Explicó que “desde hace más de 50 años, el plástico se produce y se usa cada vez más, y por eso, aumentó su presencia en diferentes ambientes y comenzó a provocar efectos tóxicos en los organismos que los ingieren”, y agregó que “además, se asocian con otros contaminantes, como metales pesados, y los transportan. Sin embargo, en la Argentina hay pocos estudios sobre esta problemática”.
“En la cuenca del río Matanza-Riachuelo evaluamos el estado de contaminación de muestras de agua de zonas rurales e industriales. En las 12 muestras tomadas encontramos microplásticos, y la concentración promedio fue 241 micropartículas por litro de agua”, precisó.
Las dos plantas de tratamiento de agua de las cuencas de los ríos Matanza-Riachuelo y Reconquista reciben millones de litros de efluentes domiliciarios, reducen su contaminación y luego los liberan a otros cuerpos de agua.
“En ambas los detectamos en la entrada, en los procesos intermedios y en la salida, y encontramos que los removieron entre un 50 y un 70%. Las concentraciones de microplásticos que salen de estas plantas se encuentran dentro de los valores que liberan otras plantas del mundo”, remarcó Goin.
También que en el microscopio observó una gran variedad de texturas y colores de plásticos como PVC, PET y poliéster.
“Las partículas que más vimos en todas las muestras fueron fibras plásticas textiles que provienen principalmente de la ropa. Entran en el agua cuando la lavamos y van hacia la planta de tratamiento”, subrayó.
Martha Bargiela, docente de la cátedra de Química de Inorgánica y Analítica de la Fauba y directora de la tesis de Goin, indicó que los microplásticos “se detectan en sedimentos, aguas y suelos de cuencas urbanas” y sostuvo que también se encuentran “en áreas rurales”.
“En zonas hortícolas se trabaja mucho con invernáculos, cuyos plásticos se degradan y alcanzan suelos y aguas”, ejemplificó.
La especialista destacó que “los microplásticos, al igual que otros contaminantes emergentes, no se consideran en la legislación del país”, y manifestó que “cuando llegue el momento de plantear las normativas tenemos que contar con la mayor información posible, conocer los tipos y niveles de contaminación, sus efectos tóxicos y las posibles remediaciones”.
Comentó que en cuanto a la gestión de los microplásticos, además de restringir su uso o reemplazarlos por otros materiales, a nivel global se trabaja para remediarlos.
“En particular, se plantea usar árboles para llevar adelante una fitorremediación. Algunos son capaces de retener estos contaminantes en las raíces o de absorberlos en otros tejidos”, concluyó.