FRB es la sigla con la que, en radioastronomía, se designa a una ráfaga rápida de radio, un fenómeno astrofísico de gran energía de origen desconocido descubierto en 2007 que se manifiesta como un pulso de radio fugaz. Se observaron muchos casos desde entonces, pero ninguno como el informado recientemente por astrónomos canadienses en la prestigiosa revista Science Alert porque tiene un patrón temporal desconcertante por su precisión: cada 16,35 días, y por cuatro días, la señal se manifiesta con una o dos ráfagas por hora, para después hacer silencio durante 12 jornadas y volver a ejecutar el ciclo.
Los astrónomos del Experimento de mapeo de intensidad de hidrógeno (Chime) de Canadá observaron algo hasta ahora inédito. Las FRB registradas nunca habían mostrado una regularidad como ésta en su manifestación, lo que de paso las hace más difíciles de detectar y más opacas a una explicación convincente de su orígen, siempre externo al sistema solar. En este caso, proveniente de una galaxia distante nada menos que unos 500 millones de años luz. Dicho en otras palabras, lo que se midió, partió hace ese tiempo de su fuente, que sigue en el misterio.
Otra pieza del enigma
Los científicos estuvieron atentos a la FRB bautizada FRB 180916.J0158+65 durante 409 días. «Todavía no sabemos lo que significa, pero podría ser otra pieza en el complicado enigma de las ráfagas rápidas de radio», admitieron en la publicación. La investigación fue subida de inmediato al servidor arXiv, un servicio de distribución gratuito y un archivo de acceso abierto que acumula más de un millón y medio de artículos académicos en los campos de física, matemáticas, computación, biología, finanzas e ingenierías, entre otros como la astronomía. Los canadienses esperan que el escrutinio de otros expertos los ayude a reducir el misterio.
La obsesión con los fenómenos de los FRB es grande, entre científicos y especuladores fascinados con la posibilidad de orígenes variados que incluyen cualquier posible inteligencia extraterrestre. Nadie consiguió formular, hasta ahora, una explicación completa y consistente.
Explicaciones varias, ninguna convincente
Los objetos o manifestaciones que demuestran periodicidad son particularmente llamativas. Para algunos, las hipótesis van en el sentido de sistemas binarios –estrellas y agujeros negros– como emisores. En el caso de esta FRB, el período de 16,35 días podría ser, especularon algunos, un ciclo orbital, con lo que se puede suponer que el objeto que la genera se pone de cara a la Tierra en cierta parte de su órbita. Otra posibilidad es que el origen de las emisiones sea un objeto único y solitario, como un magnetar –tipo de estrella de neutrones alimentada con un campo magnético extremadamente fuerte– o un púlsar –fuente de radiación electromagnética procedente de un astro muy denso y pequeño– de rayos X. Esto último, sin mucho crédito porque los objetos en cuestión no mostraron hasta ahora una periodicidad tan larga.
El raro caso del 180916.J0158+65
«La mayoría de los FRB chispean una vez, y nunca los hemos vuelto a detectar», destacan los científicos sorprendidos por la observación. «Algunos escupen bengalas de radio repetidas, pero de manera impredecible», agregan sobre las diferencias con el impronunciable 180916.J0158+65. «Es uno de los pocos que se remontan a una galaxia. Está en las afueras de una espiral, a 500 millones de años luz de distancia , en una región de formación estelar. Esto significa que un agujero negro supermasivo es poco probable, pero es posible un agujero negro de masa estelar», señalan.
Lo que sigue es profundizar el estudio. La periodicidad exacta les abre una esperanza para encontrar explicaciones sobre su origen. Y, con ello, aportar a la comprensión de la estructura y la distribución total del universo.