El Ministerio Público de la Acusación reveló que se detectaron más de 90 casos de ciberacoso o grooming en el país, de los cuales 12 corresponden a Rosario, en una cifra que se estima irá en ascenso. Las víctimas tienen entre 11 y 16 años y eran contactadas por el abusador a través de diversos perfiles falsos de Facebook que se están terminando de peritar, al igual que elementos informáticos secuestrados por personal de Fiscalía y agentes de la Policía de Investigaciones junto con la Agencia de Trata de Personas y el Ministerio de Seguridad de la provincia.
Según datos de la investigación, el acosador es de nacionalidad peruana, mayor de edad y no se descarta que haya operado en conjunto con otras personas desde el exterior. La pena por grooming es de entre 6 meses y 4 años de prisión, pero podría haber otras figuras involucradas, como asociación ilícita y extorsión.
El operativo conjunto que puso al descubierto todo se denominó Ángel Guardián. En ese marco, la Red 24/7, conformada por todas las Procuraciones Generales del país para seguir pista de delitos específicos –el nombre quiere decir 24 horas, 7 días a la semana– informó la detección de 12 víctimas de acoso sexual o grooming en la ciudad, las que integran los más de 90 casos detectados en total a nivel país. Pero al tiempo también se registraron víctimas en México, Perú, Uruguay y Ecuador, lo que lo convierte en un nuevo caso con ramificaciones internacionales.
La investigación se inició a partir de una denuncia realizada por el National Center for Missing and Exploited Children (NCMEC), una ONG radicada en Estados Unidos que investiga cuestiones relacionadas con niños que son sometidos a desaparición forzosa y a explotación.
Según explicó el jefe de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual de la Fiscalía Regional Segunda, Matías Ocariz, las víctimas tienen entre 11 y 16 años y respondían a un claro patrón de ciberacoso. La modalidad de acceso era mediante perfiles falsos de la red social Facebook, a través de los que el acosador –o groomer– solicitaba amistad a las menores para luego profundizar una relación que terminaba invariablemente en la exigencia de fotos y videos de desnudez o en situaciones sexuales. “Les pedía una serie muy clara de fotos, a todas les pedía la misma serie, en las mismas situaciones que él le solicitaba, incluso les mandaba ejemplos de fotos”, advirtió Ocariz.
En tanto, quienes no accedían al pedido y bloqueaban al acosador eran amenazadas con represalias hacia sus familias. En algunos casos, el groomer procedía a la extorsión mediante el envío de fotos de familiares de las menores (extraídas del propio perfil de Facebook) y en otros simulaba perfiles falsos de supuestas víctimas que manifestaban haber sufrido las represalias por no cumplir las exigencias que incluían el inmediato desbloqueo. Una vez enviadas las fotografías, el acosador terminaba la relación con las menores.
El hombre, de nacionalidad peruana, logró obtener un total de 1.151 imágenes fotográficas y 101 videos de las víctimas. Según se presume desde el Ministerio Público de la Acusación, el material podría tener fines comerciales –situación aún no demostrada– pese a que el análisis de 500 fotos que se enviaron a la empresa Facebook en Estados Unidos no evidenció la comercialización a través de la web. “Todavía no se descartaron cuestiones vinculadas a eso, pero si podría hablarse de comercialización física, a través de impresiones o CDs, lo que es más disperso y difícil de detectar”, señaló Ocariz.
Personal del Ministerio Público de la Acusación y de la PDI, junto a la Agencia de Trata de Personas del Ministerio de Seguridad y expertos en informática secuestraron elementos tecnológicos en los domicilios de las víctimas, como celulares, computadores, notebooks y tablets que están siendo peritadas para determinar la cantidad de usuarios utilizados. Hasta el momento los perfiles falsos ascienden a 18, en los que el acosador se hacía pasar por niños de 14 años para tomar contacto con las víctimas.
Según los datos brindados, no se conoce si el acosador tiene antecedentes y existen indicios que señalan que actuaba en conjunto con otras personas. “Podría existir una red que se podría descubrir con el tiempo y las pericias, porque entendemos que puede haber una mano de obra bastante importante por el modus operandi que usaban. Estamos esperando la información de la policía de Perú”, advirtió el fiscal, y aseguró que del análisis de los más de 5 mil números de IP (identificación de una computadora en internet) analizados no se encontraron operaciones desde Rosario.
Con todo, la cifra local de víctimas es notoriamente superior a la registrada en otras regiones como Córdoba o el Gran Buenos Aires, donde se detectaron a razón de 5 casos por cada localidad. El perfil de las víctimas es similar: todas son menores de edad y viven en distintos barrios de Rosario.
Según indicó Ocariz, en muchos casos los padres no tenían conocimiento de la situación. “Teníamos que ir a las casas de las víctimas a explicarles lo que estaba pasando y tratar de convencerlos de que nos brinden los elementos informáticos que necesitábamos para llevar adelante la investigación. Abordamos los casos con éxito”, concluyó el fiscal, quien estimó que habrá nuevos casos y no descartó que haya otras figuras involucradas en esta causa como asociación ilícita y extorsión.
Cómo prevenir
A la par que se reveló el caso internacional de ciberacoso cuyas víctimas se concentran en la ciudad, expertos e investigadores lanzaron una serie de recomendaciones para anticiparse y repeler a los groomers.
Ignorar las “solicitudes de amistad” de personas a las que no se conoce. Para captar a los niños y adolescentes, los pedófilos utilizan perfiles falsos, haciéndose pasar por un joven de su edad.
Inculcar a los chicos lo peligroso que puede resultar brindar información privada a un desconocido. Direcciones, números de teléfono, horarios de salida o ingreso a la escuela, momentos del día en que la casa queda deshabitada, son información privada.
Explicar a los chicos los peligros que puede implicar el encuentro cara a cara con alguien que se ha conocido por internet. Las personas con las que se chatea tal vez no son quiénes dicen ser.
Ubicar la computadora en un lugar común o de paso.
Acompañar periódicamente a los chicos mientras están en internet, para conocer sus intereses y los amigos con los que chatean.
Permitir a sus hijos conectarse sólo por un tiempo y en horarios pautados, preferentemente de día. (De noche, es mayor la cantidad de personas que navegan y es mucho más difícil el control sobre la actividad de los niños).
Postergar, en cuanto sea posible, el uso de la cámara web para cuando sean más grandes.
Hablar habitualmente con los chicos sobre el uso de Facebook y aconsejarlos sobre las medidas de seguridad que deben tomar.
Mostrar a sus hijos la poca credibilidad que pueden tener los “amigos” de Facebook o de otras redes sociales.
Sólo publicar fotos o videos de otras personas si cuentan con su consentimiento.
Con todo, los adultos deben generar en torno del tema un clima de diálogo y confianza con los hijos, que les permita dar aviso en caso de ver en la red algo que los incomode o los asuste.