El dato de pobreza publicado durante la semana por el Instituto Nacional de Estadística y Censos expuso algo más que doce millones de personas relevadas con la imposibilidad de cubrir sus necesidades básicas. La segunda parte de 2020 representó el quinto semestre consecutivo con ampliación en la brecha que separa el promedio de ingresos en hogares pobres del piso de la canasta básica total. En términos porcentuales, este último indicador duplicó al primero.
Se trata de un dato que refleja lo que les falta a las familias para abandonar su condición de pobreza o indigencia. Es decir, mide la profundidad de las carencias que atraviesan argentinas y argentinos a la vez que expone los efectos de la inflación y las consecuencias del deterioro de salarios o asistencias del Estado.
De acuerdo con la medición oficial, durante el segundo semestre hubo 2.900.000 hogares en situación de pobreza, en los que faltaron 21.200 pesos para llegar a cubrir necesidades básicas de una familia. El dato arrojó una brecha de la pobreza del 41,9% y representó el quinto período consecutivo en el que esa diferencia fue más amplia que el semestre anterior.
Consultada por El Ciudadano, la politóloga y coordinadora de la Usina de Datos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Paula Durán, señaló sobre estas complejidades en los datos de pobreza: “Ya no estamos hablando de toda gente que no tiene trabajo, sino que también hay gente que lo tiene y no le es suficiente, es pobre”.
Es insoslayable enmarcar estas cifras en un año precedido por la crisis económica durante la gestión Cambiemos, y atravesado por una pandemia mundial que barrió todas las previsiones y metas políticas y económicas. Pese a la necesaria aclaración, las respuestas que tuvo el gobierno nacional para intentar recomponer ingresos o mitigar la inflación no fueron suficientes para detener los efectos del coronavirus sobre el tejido social argentino.
Profundidad en los datos
El 42% de pobreza que publicó el Indec durante la semana, equivale a 12 millones de habitantes relevados por el Encuesta Permanente de Hogares. Ese tota incluye un 31,5% (9 millones) de pobres no indigentes, que llegan a cubrir la canasta alimentaria pero no el resto de las necesidades básicas y un 10,5% (3 millones) que no logran superar el ingreso necesario para alimentarse correctamente.
En comparación al mismo período del año anterior, el nivel de pobreza escaló 6,5 puntos porcentuales, equivalentes a poco más de dos millones de personas. Pero más allá del tenor de ese salto, los datos expusieron la dificultad que tiene ese sector de la población para dejar de ser pobre.
En el informe semestral, el Indec detalla la brecha de la pobreza, es decir, la diferencia monetaria que existe entre el ingreso promedio de las familias pobres y el piso de la canasta básica total. Se trata de un indicador que expone un panorama de la profundidad o la complejidad de esa pobreza.
De acuerdo a los datos, el ingreso promedio de las familias pobres fue de 29.567 pesos, mientras que el promedio semestral de la Canasta Básica Total fue de 50.854 pesos. Una brecha del 41,9% que se traduce en que a esa familia le faltaron 21.287 pesos para no ser pobre.
Este período fue el quinto consecutivo en el que la brecha de la pobreza fue más amplia que el semestre anterior. La distancia entre los ingresos familiares y el piso de dinero suficiente para cubrir necesidades básicas no se achica desde el segundo semestre de 2017.
El segundo semestre de 2017 la brecha de la pobreza fue del 35,5%, el primer semestre de 2018 ascendió al 36,2%, el segundo de 2018 saltó a 38,9%, el primero de 2019 a 39,3%, el segundo de 2019 a 39,8% y este último relevamiento arrojó una brecha del 41,9%
Esa diferencia no solo indica la complejidad de la situación, sino que además expone las consecuencias que pueden provocar altos niveles de inflación en paralelo a la pérdida de ingresos.
El informe del organismo oficial detalló que durante el semestre relevado hubo un crecimiento del 16,5% y del 16,2% de la Canasta Básica Alimentaria y de la Canasta Básica Total, respectivamente. Mientras que en simultáneo, el promedio de los ingresos familiares creció apenas un 8,5%. La superposición de ambos datos, deja expuesto el efecto de la inflación en la economía cotidiana de argentinas y argentinos.
Multicausal de la brecha
En diálogo con este diario, la politóloga y coordinadora de la Usina de Datos de la UNR, Paula Durán, explicó que analizar la brecha de la pobreza publicada en el informe del Indec, permite tomar dimensión “de la intensidad de la carencia” y medir la profundidad del problema más allá de los datos duros.
Durán evaluó que la ampliación de esa brecha tiene una explicación a partir de dos factores que van de la mano: principalmente por el componente inflacionario, pero también por el deterioro en los ingresos que reúnen esas familias.
En ese sentido, sostuvo: “La pérdida se puede dar por estancamiento de ingresos a partir del deterioro o directamente por la pérdida del mismo y a la vez porque el nivel de precios cada vez es más alto”.
La coordinadora de la Usina de Datos reparó en el hecho de que, incluso contando con determinados ingresos, las familias no llegan a fin de mes, y analizo: “Se consolida el fenómenos de trabajadores pobres, que son los que a pesar de tener trabajo pueden estar en situación de pobreza”.
Por último, Durán sintetizo: “Estamos hablando de que les falta un 40% de ingresos, no es que están ahí nomás de superar esa línea, hay una distancia grande entre ingresos y el necesario para salir de ahí”.