Casi veinte años pasaron desde la tormenta que dejó expuestos los restos de un barco que naufragó en lo que hoy se conoce como sitio arqueológico “Bahía Galenses”, en Puerto Madryn, Provincia del Chubut, hasta que un grupo científico internacional logró determinar el origen y el año exacto de su construcción.
La datación dendrocronológica fue realizada por un grupo internacional de investigación en el que participaron investigadores del Conicet, el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL) y la Universidad de Columbia (Estados Unidos) y dio como resultado que la embarcación fue construida en el año 1849 con maderas que provenían de Estados Unidos.
“Las investigaciones en el sitio «Bahía Galenses», compuesto por dos estructuras náuticas de madera, realizadas por miembros del Programa de Arqueología Subacuática del INAPL, indicaban que los restos de este naufragio correspondían a una embarcación del siglo XIX construida con especies leñosas del hemisferio norte, como pino, roble y acacia blanca, y se asociaban a un barco ballenero, debido a la presencia de elementos compatibles con los utilizados en esa época para obtener aceite a partir de la grasa de ballena.
También revelaban que los restos estructurales coincidían con la tipología descripta para este tipo de barcos construidos entre 1800 y 1860 en la costa noreste de Estados Unidos. Sin embargo, faltaba un dato específico que permitiera conocer con precisión su fecha de construcción y origen”, explica Ignacio Mundo, investigador del Conicet en el Laboratorio de Dendrocronología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, Conicet-UNCUYO-Gob. Mza) y primer autor del trabajo, que fue publicado en la revista Dendrochronologia.
Se utilizan anillos de las maderas correctamente datados para determinar el período en el cual un árbol fue cortado
Para resolver este enigma los científicos recurrieron a la dendroarqueología, una sub-disciplina de la dendrocronología que utiliza anillos de las maderas correctamente datados para determinar el período exacto en el cual un árbol fue cortado, transportado y transformado en piezas de madera para ser utilizadas en la construcción de edificios u objetos.
“Esto fue posible gracias al principio de la datación cruzada o cofechado. Este procedimiento consiste en identificar las coincidencias en el ancho de los anillos, u otras características de los mismos, entre muestras de un árbol o pieza de madera y patrones de referencia ya fechados. De esta forma es posible asignar con exactitud fechas calendarias a las muestras, en base a la coincidencia de las variaciones de sus anillos con una cronología de referencia conocida”, detalla el científico, que también es profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la Universidad Nacional de Cuyo.
Los investigadores tomaron muestras de diferentes piezas que incluyeron cuadernas, espaciadores y tablas de forro exterior e interior de la embarcación. Veintidós de ellas presentaron más de setenta y cinco anillos, característica que posibilitó su fechado con certeza mediante métodos dendrocronológicos. Sin embargo, restaba identificar el patrón de referencia o cronología para tomar como referencia para datarlas.
“En base a los estudios previos e hipótesis sobre su posible origen y momento de construcción, nos contactamos con colegas dendrocronólogos del Tree-Ring Lab del Lamont-Doherty Earth Observatory de la Universidad de Columbia, que poseen una amplia base de datos con cronologías desarrolladas a partir de árboles vivos y material de construcciones históricas para el este de Estados Unidos, e incluso han desarrollado un atlas grillado de sequías históricas para América del Norte (NADA, a partir de 1.845 cronologías de árboles) que permite validar las dataciones y su procedencia”, cuenta Mundo.
La fecha del anillo más reciente es compatible con la construcción del ballenero Dolphin (1850) naufragado en la zona
Mediante la comparación de las series de ancho de anillo de las piezas de roble blanco y pino amarillo del sitio “Bahía Galenses” y las cronologías de referencia de Estados Unidos, los investigadores encontraron posiciones de datación altamente significativas, lo que les permitió asegurar su fecha más próxima de corte y origen. En el caso de las muestras de roble, la datación individual y en conjunto demostró un muy alto nivel de sincronía con cronologías del noreste de Estados Unidos, en particular con una serie de referencia regional de Massachusetts para el período 1679-1848 con una fecha más próxima al corte correspondiente al año 1849.
Por otra parte, en el caso de las muestras de pino amarillo, las mismas se asociaron significativamente con la cronología de Choccolocco Mtn, Alabama, para el período 1638-1810. Además, el uso del NADA les permitió detectar patrones de asociaciones espaciales altamente significativas y coincidentes para las dataciones con las cronologías de sitio de roble blanco y pino amarillo, confirmando su procedencia del noreste y sudeste de Estados Unidos, respectivamente. Esto último resultó en un enfoque novedoso y de reciente aplicación en otros estudios dendroarqueológicos a nivel mundial.
“Aún resta poder confirmar a qué embarcación naufragada en la zona corresponden estos restos. Algunas fuentes históricas hacen referencia a naufragios ocurridos en el Golfo Nuevo durante la segunda mitad del siglo XIX. Sin embargo, los datos que aportan son escasos, e incluso no está claro si se refieren al mismo evento de naufragio. La fecha del anillo más reciente encontrada en las muestras de roble es compatible con la fecha de construcción del ballenero estadounidense Dolphin (1850) naufragado en la zona.
Sin embargo, se necesitan más investigaciones históricas y arqueológicas para atribuir inequívocamente los restos al Dolphin, ya que en esa época la costa patagónica era frecuentada por balleneros norteamericanos y algunos de estos barcos pudieron haber naufragado en la misma zona. Este estudio representa un trabajo interdisciplinario pionero en el uso de métodos dendrocronológicos para la datación y procedencia de restos náuticos en la costa atlántica de Argentina y estimula la aplicación de esta metodología en futuras investigaciones, dado el gran número de naufragios de madera en la región”, concluye el investigador.