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Determinan que las armas «cola de pescado» causaron la extinción de la megafauna en Sudamérica

Se trata de puntas de lanza con tecnología muy sofisticada, que de acuerdo a un estudio científico publicado en la revista Scientific Reports del grupo Nature, fueron las que causaron la desaparición de los mamíferos de gran tamaño durante el Pleistoceno

Investigadores del Conicet determinaron que hace más de 10 mil años los seres humanos idearon, diseñaron y construyeron un arma tan eficiente y letal para cazar mamíferos de hasta varios cientos de kilos, que su uso desencadenó el proceso de extinción de la megafauna en Sudamérica.

Se trata de las «colas de pescado», puntas de lanza con tecnología muy sofisticada, que de acuerdo a un estudio científico publicado hoy en la revista Scientific Reports del grupo Nature, fueron las que causaron la desaparición de los mamíferos de gran tamaño durante el Pleistoceno, período ubicado entre 2.600.000 y 11.500 años atrás.

 

Los autores del trabajo, los antropólogos de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) Luciano Prates e Iván Pérez, explicaron a Télam que en aquel momento habitaban en Sudamérica «felinos, osos, pecaríes, elefantes, perezosos, armadillos, caballos, camélidos, cérvidos y otros ungulados nativos que desaparecieron de manera repentina entre 13.000 y 12.000 atrás».

En un trabajo reciente, los expertos habían propuesto que los efectos directos e indirectos de la depredación humana, y no los cambios climáticos y las alteraciones en la vegetación ocurridos luego de la última glaciación, fueron el factor desencadenante del colapso masivo de estos animales de gran porte.

Concretamente, mostraron que los humanos llegaron a Sudamérica hace al menos 15.000 años, pero hace alrededor de 13.000, justo cuando incorporaron el uso de las «cola de pescado», la población de megafauna inició un repentino colapso poblacional. Alrededor de 1000 años después, desaparecieron, al mismo tiempo la megafauna y las puntas cola de pescado.

«El año pasado publicamos con Iván un trabajo en el que mostramos con correlación muy clara entre el momento en que colapsó la megafauna y la aparición de esas puntas de lanza. También encontramos que esas armas aparecieron exactamente en las regiones donde más cantidad y diversidad de megafauna había», contó Prates.

Sostuvo que «más allá de lo contundente de este estudio», seguía sin esclarecerse «si estas sofisticadas armas fueron verdaderamente pensadas, diseñadas y empleadas para cazar estos animales».

«Un problema importante que teníamos era que, aún si fueron los humanos con sus ‘puntas cola de pescado’ los responsables de las extinciones, es casi imposible encontrar evidencias directas de esas matanzas y de que para ellas se utilizaran esas armas, por ejemplo cuerpos con puntas clavadas», graficó el antropólogo.

Detalló que «el proceso de extinción fue muy rápido como para que se hayan preservado muchas evidencias y, además, porque por el tamaño de los animales, los humanos probablemente sólo transportaron a los campamentos la carne y no los huesos, que son lo único que se preserva».

«Por todos estos motivos pensamos que para validar aún mas nuestra idea sobre las extinciones era necesario encontrar evidencia de que las puntas ‘cola de pescado’ fueron empleadas para matar megafauna y no otros animales. Y eso es lo que hicimos en el trabajo nuevo», aseveró Prates.

Para esa evaluación, convocaron al arqueólogo Diego Rivero, especialista en el estudio de puntas de proyectil de la Universidad Nacional de Córdoba, con quien Prates y Pérez realizaron el estudio publicado hoy, que refuerza el rol central de la predación humana en las extinciones.

«Asumiendo que las puntas cola de pescado fueron una tecnología clave y determinante para que los humanos puedan cazar megafauna y desencadenar su colapso poblacional, en este nuevo trabajo era necesario demostrar en qué medida las puntas estuvieron indudablemente asociadas a estos animales desde el punto de vista funcional, y no solo espacial y temporal», narraron.

Para eso, evaluaron los cambios en la tecnología de las puntas de proyectil utilizadas en Sudamérica entre 13.000 y 8.000 años atrás a partir del análisis de la efectividad y capacidad de daño de 127 puntas colas de pescado y unas 303 de otros tipos de puntas contemporáneas e inmediatamente posteriores a las cola de pescado de distintos puntos del continente americano.

También se estudiaron las características de las puntas en relación a los tamaños corporales de las presas disponibles para la caza en los diferentes momentos y regiones.

«La investigación concluyó que las ‘puntas de pescado’ fueron las armas más efectivas para cazar grandes mamíferos, como las especies de megafauna extintas -mastodontes, megaterios, caballos americanos, entre otros- debido a la mayor capacidad de daño frente al resto de las puntas tempranas», dijo Prates.

El profesional añadió que «otra señal de que las puntas se diseñaron y usaron para megafauna es que la capacidad de daño de esas puntas es mayor en las zonas donde las especies de megafauna eran mas grandes (por ejemplo la región pampeana y sur de Brasil) y menor donde las especies eran mas pequeñas (como la Patagonia)».

En el artículo, Prates, Pérez y Rivero también mostraron que cuando desapareció la megafauna las ‘puntas cola de pescado’ se abandonaron
«posiblemente porque la fabricación de armas tan eficientes demandaba un costo injustificado para presas menores disponibles a partir de ese momento, como guanacos, vicuñas y ciervos».

Por último, lograron comprobar que las puntas que reemplazaron a las ‘cola de pescado’ luego de las extinciones de megafauna (puntas Tuina en Andes, triangulares medianas en Patagonia, Ayampitín en sierras centrales y Pay Paso en Uruguay) no solo eran menos eficientes y letales, sino que variaban conforme los tamaños de las presas para las que fueron utilizadas.

«En definitiva, los resultados del estudio revelan que las ‘puntas cola de pescado’ fueron una verdadera revolución tecnológica orientada a la caza de megafauna y refuerzan la hipótesis de que los seres humanos tuvieron un efecto directo y significativo sobre su extinción», concluyó Prates.

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