Un hombre que desde hacía cinco meses se encontraba prófugo, acusado de asesinar a su mujer y a su hija de seis años el pasado 4 de diciembre en la localidad entrerriana de Victoria, fue detenido ayer al mediodía, en la zona oeste de Rosario. El sospechoso fue apresado en un mercado de trueque ubicado en Rouillón y Maradona, luego de que un policía de civil, que se encontraba de franco de servicio, escuchara una conversación entre dos sujetos comentando la acusación que pesaba sobre el sospechoso. “El uniformado temió una pueblada y procedió a demorarlo, por precaución”, indicaron fuentes del caso. Una vez en jefatura, las conjeturas fueron confirmadas, por lo que se notificó al Juzgado de Instrucción de Victoria, que entiende en la causa. En la tarde de ayer, fue trasladado en calidad de detenido a la ciudad entrerriana.
Gisela Sofía Lanieri, de 25 años, y su hija Valeria Agustina Carrizo, de 6, fueron asesinadas durante la madrugada del 4 de diciembre de 2011. Las encontró el hijo y hermano de las victimas, un nenito de apenas 8 años. Según voceros del caso, ambas murieron por asfixia.
Desde el primer momento, las pesquisas apuntaron a José Carlos C., de 34 años, concubino de Lanieri y padre de sus hijos, quien fue buscado por cielo y tierra durante los últimos cinco meses. “El hombre prácticamente desapareció del mapa. Se sabía que tenía un gran conocimiento de las islas, así que suponemos que durante algún tiempo se escondió en esa zona”, indicaron a El Diario de Victoria los uniformados.
Luego de algún tiempo, las pistas sobre el prófugo se fueron esfumando. Incluso cabía la posibilidad de que el hombre hubiera salido del país escondido en un camión. “José Carlos trabajó durante un tiempo en el mercado de frutas y verduras. Por esto los familiares de las víctimas temían que el hombre se escapara a algún país limítrofe escondido en un camión, ayudado por algún viejo conocido”, señalaron los voceros.
Pero la suerte de José Carlos desapareció casi de casualidad.
Ayer al mediodía, un oficial de Alcaldía Mayor, quien se encontraba de franco de servicio y vestido de civil en un mercado de trueque de barrio Toba, en la zona oeste de Rosario, escuchó al pasar la conversación entre dos desconocidos. Ellos señalaban que un hombre que se encontraba en el lugar estaba acusado de asesinar a su esposa y a su hija. “El oficial temió que el rumor corriera y tome forma de pueblada. Por esto decidió demorar al señalado, para evitar inconvenientes”, indicaron los pesquisas, quienes agregaron que empezaron a tomar en consideración los rumores cuando José Carlos C. intentó resistirse a ser llevado a la Alcaidía Mayor, sin lograr su cometido.
Ya en sede policial, los uniformados realizaron una consulta a sus pares de Victoria. Sobre el hombre pesaba una captura a nivel nacional por el doble homicidio de su mujer y su hija, e incluso se había fijado una recompensa de 100 mil pesos para aquel que pudiera brindar información sobre su paradero. Por ello se dio el aviso a la policía victoréense y, a través del Juzgado de Instrucción de dicha localidad, fue trasladado a la provincia de Entre Ríos.
Una historia de violencia
Gisela Sofía Lanieri tenía 25 años. Trabajaba en un frigorífico. Su turno era desde las 6 hasta las 17, de lunes a sábados. Su deceso ocurrió un domingo, el día que podía descansar. Vivía en una piecita de una pensión.
Llevaba 10 años junto a José Carlos, su concubino, pero se habían separado en tres ocasiones e iban camino a la cuarta y “definitiva”, según le contó la victima a uno de sus parientes.
Felisa, la madre de Gisela, dijo a El Diario de Victoria, días después de que su hija fuera encontrada muerta: “Él le pegaba, pero nunca pensamos que pudiera pasar algo como esto. Hace como una semana mi nena lo agarró en la habitación a José Carlos, muy tranquila, y le dijo: «Estoy con vos porque sos el padre de mis hijos. Pero ya no siento nada. Esta vez te vas a tener que ir vos porque esta casa la alquilé yo para mí y mis hijos»”. El hombre se iba a ir de la ciudad, con rumbo a Mar del Plata, para trabajar en un frigorífico.
La autopsia indicó que Gisela y su hija fueron muertas por asfixia mecánica. Sin embargo los cuerpos no mostraban signos de violencia.