Payo, como se lo conoce en la calle a Lucas Ezequiel R., quedó detenido este martes por la mañana tras presentarse espontáneamente en sede judicial. Se trata de un joven de 24 años mencionado en las investigaciones de la violenta saga de homicidios que aqueja un sector de la zona norte de Rosario. Sobre él pesaba un pedido de captura por el crimen de Nicolás Coceres, un pibe de 19 años ejecutado hace tres meses en barrio El Churrasco.
Según indicaron fuentes policiales, los detectives de la PDI al mando del comisario Diego Sánchez estaban tras los pasos de Payo, quien en los últimos días se escurrió de una serie de allanamientos. Cercado, el joven optó por entregarse en la sede de la Fiscalía de Homicidios alrededor de las 10.30. Desde entonces se encuentra detenido y a la espera de la audiencia imputativa, que se realizará en principio este miércoles, indicaron fuentes judiciales.
La investigación del fiscal Adrián Spelta ubica a Payo al volante de una Honda Tornado color blanco que trasladó a su compinche, el tal Pechocho, el 9 de septiembre, cuando el joven de 19 años Nicolás Coceres fue asesinado en barrio El Churrasco, también conocido como La Esperanza. Algunos testimonios indicaron que el origen del conflicto entre ambos jóvenes sería un siniestro vial, cuya discusión escaló hasta la violencia letal.
“Enfierrate”
Ese día de septiembre se festejó con retraso el Día del Niño en el polideportivo de Pizzurno y Larrechea y el predio hervía de chicos y padres. Según la acusación del fiscal contra Alejandro Nahuel “Pechocho” L., Coceres estaba en la puerta de su casa cuando alrededor de las 17.30 llegaron en moto el ahora detenido Lucas “Payo” R. y el propio Pechocho, que iba como acompañante.
Pechocho comenzó a discutir con Coceres. Según la acusación, el imputado lanzó una amenaza: “Enfierrate porque yo te voy a matar. No te voy a dar más tiros en las patas”.
El dúo motorizado se fue pero al rato volvió a cumplir con su palabra.
“Esta vez –dijo Spelta– Alejandro Nahuel L. tenía un chaleco antibalas puesto, bajó de la moto y le disparó dos veces en las piernas. Cuando estaba en el piso lo remató con un disparo en el pecho. Después baleó la moto de Coceres y se dio a la fuga junto a Payo”.
La autoría del hecho está acreditada por tres testigos que presenciaron la ejecución, dijo el funcionario del MPA. Uno de los testigos fue un adolescente llamado Mauro Barrionuevo, de apenas 15 años y primo de Coceres, quien declaró en contra de Pechocho y ese testimonio quizá haya sido el motivo que le costó la vida 50 días después. Pechocho, quien fue detenido en Tablada, también fue imputado por el crimen de Mauro y desde entonces sigue preso por el plazo de ley.
Coceres tenía 19 años, era hijo de un conocido florerista del centro de la ciudad y vivía en un barrio atravesado por conflictos entre grupos que se disputan el control del narcomenudeo: según investigadores, soldaditos de segunda y tercera línea de Emanuel “Pimpi” Sandoval y Olga “La Tata” Medina. En ese marco, los puestos de venta de drogas y la modalidad delivery operan como usinas de violencia: en los últimos meses en los barrios El Churrasco, La Cerámica, Nuevo Alberdi y Parque Casas se sucedieron abusos de armas contra vecinos y propiedades que a veces terminan en asesinatos, como en el caso de la pequeña de cinco años Maite Ponce, que falleció de un balazo en la cabeza cuando un grupo tiroteó la esquina de Ávalos y Larrechea. A su vez, a comienzos de noviembre el padrastro y la madre de Coceres quedaron detenidos tras un allanamiento a una vivienda donde les encontraron armas.
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