La Policía de Investigaciones detuvo anteayer en Villa Gobernador Gálvez a un hombre al que vinculan con el robo de máquinas viales, en el marco de una investigación a cargo del fiscal Fernando Dalmau que ya suma ocho acusados. El apresado de ayer tiene una larga historia en distintos penales del país, incluso se encontraba en la cárcel de Sierra Chica cuando ocurrió una de las peores masacres en la historia del crimen argentino hace 21 años.
Fuentes de la investigación indicaron que el viernes pasado se libraron varios allanamientos, y en uno de ellos, que se realizó en La Ribera y Alem de la localidad de Villa Gobernador Gálvez, detuvieron a Jorge Alberto Ibarra, un bonaerense de 52 años.
El operativo tuvo que ver con una investigación de un “robo calificado en poblado y en banda” que ocurrió el 24 de septiembre del año pasado en un predio de la firma Peitel SA, ubicado en la ruta 33 Km 780 de la localidad de Pérez, donde personas de identidad desconocida sustrajeron máquinas y herramientas viales e industriales luego de reducir al personal de seguridad privada, sustraer los elementos y posteriormente abandonar al custodio en la localidad de San Nicolás.
Días después, la PDI logró desbaratar la banda, secuestrando máquinas y herramientas industriales sustraídas. Y lograron la detención de siete personas, entre las que se encontraba personal que se encargaba de la seguridad del predio.
Varios de estos detenidos recuperaron la libertad, o consiguieron un beneficio de prisión atenuada.
Batman
Jorge Ibarra fue detenido el viernes y es famoso en las crónicas policiales. Según un perfil del personaje que publicó el sitio entrerriano Análisis Digital hace más de una década, pasó más tiempo dentro que fuera de un calabozo. Recorrió varias cárceles del país. Fue quien “cuidó” a la jueza María Malere, cuando fue tomada como rehén durante el motín de Sierra Chica en el año 1996 en la que fueron asesinados 9 reclusos por el famoso grupo denominado Los Doce Apóstoles. En esa entrevista dijo que el motín fue una tentativa de fuga frustrada, no tenía nada que ver con lo que después terminó siendo: algo cruento. “La idea era de fuga, una parte por el muro y otra por un túnel. Lo que pasa es que la idiosincrasia de las cárceles de Buenos Aires no tiene nada que ver con las cárceles del interior. Hay muchas tensiones y eso se ve a veces en la televisión. Yo estaba entre los fugitivos. Con 20 años de cárcel no tenía nada que perder. O mejor dicho, la vida. Pero en ese momento no lo pensaba. Sólo tenía que saltar un muro, no había que matar a nadie y solamente, a lo mejor, me tenía que quebrar una pierna. Lo que pasó puertas para adentro de Sierra Chica es otra cosa. Los códigos rotos…”, sostuvo.
Escape
Después de conceder esa nota, en 2006, Ibarra se fugó de un penal donde estudiaba la carrera de Filosofía que dicta la Uader en las instalaciones de la escuela Normal de Paraná. Era conocido por representar a Batman en la obra teatral creada por los propios internos del penal y fue recapturado cuando estaba junto a una mujer en la intersección de calles Salta y La Paz de Paraná.
Había burlado la custodia del Servicio que lo trasladaba hacia el establecimiento educativo. Se subió a una moto que lo estaba esperando y desapareció. Su participación en las obras de teatro puestas en escena por el Servicio Penitenciario y otras expresiones artísticas, lo tuvieron como integrante activo, destacándose por su actuación en el papel del enemigo del Pingüino y el Guasón.
Un viejo cañero amanecido en la crónica policial
La banda desbaratada el año pasado se le atribuía a Julio V., un gestor automotor conocido como Gordo Rubí. Tiene 63 años y fue detenido acusado de ser uno de los cinco asaltantes que en septiembre se llevaron una retroexcavadora y herramientas de una empresa de montajes en Pérez. El botín fue valuado en seis millones de pesos. Para octubre, ya había quedado imputado junto con su banda por los delitos de asociación ilícita y defraudación.
El Gordo Rubí pertenece a una generación de viejos cañeros que en la década de los 90 tenían como blanco bancos y otras empresas, y que también hicieron oficio en la piratería del asfalto. Por los 80 y los 90, lo mentan como integrante de la banda de Dámaso Carlos Herrera, que durante un lustro fue dejando huellas de sus golpes en Rosario y en otras ciudades santafesinas como también en Córdoba y en Buenos Aires.
Retro
El último y más conocido golpe de la banda de Dámaso Herrera le terminó costando la vida al jefe de la organización. El 12 de agosto de 1997, intentaron asaltar la delegación del Banco de Santa Fe, ubicada en la ex DGI (Afip) de Cochabamba 1550. Ese día, Herrera y Juan Carlos Piris irrumpieron con armas en mano. La intención de la dupla no fue difícil de adivinar para el custodio. El guardia se preparó y los recibió a los tiros. El dúo recibió varios impactos y días después ambos fallecieron. Herrera fue uno de los más conocidos de esa escuela delictiva donde resonaron también nombres como los del Burro Barbieri, Chiquito Reyes o el Chiqui Torres.
A su vez, lo primero de lo que hablan los investigadores cuando recuerdan al Gordo Rubí es su protagonismo en algunos asaltos. Uno fue a finales de los 90 en una farmacia de calle La Paz. Ese día, intentó esquivar a la Policía presentándose como el dueño del local, rememoró un viejo pesquisa.