La fiscalía de Roma, Italia, que investiga un caso de lavado de dinero apresó ayer a tres personas, entre ellos a monseñor Nunzio Scarano, quien se supone ha tenido un “rol relevante” en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa), el organismo que gestiona los bienes de la Santa Sede, donde era responsable de la contabilidad. También fueron detenidos en la misma investigación un miembro de los servicios secretos italianos y un intermediario financiero, por intentar trasladar 20 millones de euros en efectivo desde Suiza hacia Italia a bordo de un avión del gobierno italiano.
Scarano, quien posee el título de monseñor a nivel honorífico; Giovanni Zito, suboficial de los carabineros y perteneciente al Servicio de Información y Seguridad del Ministerio del Exterior, y Giovanni Carenzio, un intermediario financiero activo a nivel internacional, sobre todo en las Islas Canarias y en Suiza, fueron arrestados por la Policía financiera tras una orden de la Fiscalía de Roma, acusados de “fraude al Estado, corrupción y calumnia”.
Las investigaciones permitieron descubrir una operación para hacer retornar a Italia unos 20 millones de euros que estaban en un banco suizo, aprovechando la posición que ocupaba Zito en el ministerio de Relaciones Exteriores.
Para efectuar la operación, Zito alquiló un avión que estuvo estacionado algunos días en el aeropuerto de Locarno, en Suiza.
Sin embargo, diferencias entre las tres personas terminaron por arruinar el plan.
La Justicia investiga cuál era el origen de la considerable cantidad de dinero y de las propiedades de que dispone el prelado, que a su vez tenía “relaciones financieras” con el Instituto para las Obras de Religión (IOR) conocido popularmente como el Banco Vaticano, que está siendo objeto de numerosas investigaciones por parte de la Justicia italiana desde hace años.
El arresto de ayer se difundió como reguero de pólvora porque, aunque todavía no se sabe exactamente cuál fue el rol del IOR, la noticia se supo dos días después de que el papa Francisco nombrara una comisión de cardenales para investigar sobre las actividades del banco vaticano que deberá informarle exclusivamente a él.
El lavadero santo
Estas detenciones se produjeron en el marco de una amplia investigación lanzada por la Justicia italiana en septiembre de 2010 contra el entonces presidente del IOR, Ettore Gotti Tedeschi, y el director general de la época, Paolo Cipriani, por violación de la legislación contra el blanqueo de dinero.
Decenas de millones de euros fueron bloqueados en el marco de esta investigación que condujo, entre otras cosas, a la destitución de la dirección del IOR.
A lo largo de los años, diversos escándalos mancharon la reputación del IOR, ya que círculos criminales aprovecharon el anonimato o testaferros para blanquear sus fondos.
El más importante se produjo en 1982 con la quiebra del Banco Ambrosiano, un escándalo bancario que implicaba a la CIA y a la logia masónica. El caso Enimont (1993), de sobornos a partidos políticos italianos, también salpicó al IOR y más recientemente el tribunal de Roma detectó casos de blanqueo de dinero por parte de mafiosos.
El suizo René Brülhart, consejero de la Autoridad de Información Financiera (AIF), que supervisa al IOR, indicó que en 2012 se señalaron seis transacciones sospechosas.
El banco del Vaticano gestiona 19.000 cuentas pertenecientes en su mayoría al clero católico, es decir, unos 7.000 millones de euros, que incluyen a personas de menor rango en la jerarquía como obispos y cardenales así como las trasferencias de dinero de las congregaciones religiosas.