Álvaro Arellano / Especial para El Ciudadano
El gobierno nacional intenta atenuar el impacto de la devaluación en el sector industrial hablando de un dólar competitivo, e insistiendo en la necesidad de combatir el déficit fiscal como problema central de la economía. Esta mirada obsesiva por achicar el gasto público en virtud de mejorar el equilibrio, generó una miopía para identificar el dilema primario: la faltante de dólares, profundizada en buena parte por la fuga que posibilitó el modelo especulativo.
El efecto de este plan generó una devaluación casi permanente en los últimos meses, con un dólar que llegó a tocar los 42 pesos. Este arrastre provocó una fuerte retracción del consumo (-8% interanual venta minorista en agosto, según Came) y de la actividad económica, con datos de Indec que arrojan una caída de 6,5% interanual en junio como último registro. Entre las soluciones de emergencia se apeló a fijar una tasa de referencia al 60%, que ayudó a profundizar la depresión de la actividad económica con créditos inaccesibles.
En medio de la corrida el Ministro de Trabajo y Producción, Dante Sica, intentó incentivar a los exportadores con el nuevo tipo de cambio, pero a su vez los anuncios de Cambiemos involucraron a los mismos exportadores en el nuevo esquema de retenciones. Mientras tanto, los industriales continúan sosteniendo tarifas y gastos sujetos a la divisa internacional.
La caída del consumo, que lógicamente provoca falta de ingresos, condiciona también la cadena de pagos que tienen que afrontar los empresarios. A los datos aportados por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) sobre cheques rechazados en el primer semestre de 2018, se suma lo que complementan desde los sectores empresariales locales al día de hoy.
La falta de liquidez recibió el impacto de la devaluación y los cheques rebotados por falta de fondos, o la extensión de los plazos de pago, complican el panorama en un mercado donde tampoco hay referencia clara de precios. Según el BCRA, traducido en valores operados, el volumen de cheques rebotados aumentó un 70% interanual en el primer semestre. Mientras que la Fundación Mediterránea reconoció que para el acumulado del primer semestre los montos de cheques rechazados representaron el 5,6% del total compensado (contra un promedio 2,78% mismo periodo entre 2011 y 2017).
Cadena de problemas
El presidente de la Asociación Empresaria Rosario (AER) e integrante de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), Ricardo Diab, alertó por un incremento exponencial de cheques rechazados desde el comienzo de la devaluación en mayo. Reconoció que esa cantidad “se multiplicó por catorce”, con respecto al mismo período del año pasado. “La realidad nos marca el incremento diario de esos cheques rechazados, y no poder financiarse a través del descuento de cheques por las altas tasas es una situación que también complica la cadena de pagos”.
La falta de liquidez, sumada a los altos costos que tienen los intereses de descuento del cheque, llevan también a renegociar y estirar los pagos. “Lo que antes era 60 o 90 días, hoy está en 180 días”, explicó Diab. Aseguró además que ningún banco descuenta menos del 80% de interés y, sumado a la caída de ingresos, “no se puede afrontar los costos de pago de mercadería, materia prima, o pago al personal”.
“Frazada corta”
En relación al contexto devaluatorio, se refirió a lo que el gobierno llama dólar competitivo como una “frazada corta”, ya que favorece a un pequeño sector, pero perjudica al grueso de los empresarios que viven del consumo interno. “El gobierno habla de dólar competitivo y le pone a las pymes la mayor presión fiscal de Latinoamérica; lo aprovechan o no lo aprovechan los que están en el circuito, una pequeña empresa está rogando por favor un préstamo para salir adelante”, dijo Diab.
Y agregó que si la salida de esta situación depende de que las pymes exporten, habrá que esperar varios períodos de gobierno, ya que la posibilidad de vender al exterior no se da de un día para otro. La ligera preocupación del presidente de AER, se extendió a un análisis final que habla de un futuro inmediato “más recesivo y complejo”, dado que “el desaliento del consumo y salarios que no acompañan, hacen que el decrecimiento del poder adquisitivo no pueda ser recuperado por más voluntad que haya”.
“Pega en los costos”
Por su parte Javier Martín, Presidente de la Union Industrial de Santa fe (UISF), explicó que la devaluación “ayuda a los exportadores pero pega en los costos”, ya que en industria “el 50% o 60% están atados al dólar a través de “insumos extranjeros, tarifas y combustibles dolarizados”.
Sumó a la situación de la cadena de pagos su preocupación por falta de referencia en precios. El parate en la mayoría de las ventas generó un escenario con proveedores que entregaron sin facturar, a precio abierto, comprar sin saber cuánto pagar. “El que quiere comprar necesita al menos 60 días para pagar, y el que quiere vender no lo puede hacer porque no sabe qué va a pasar en 60 días”, resumió Martín.
A este panorama aún le queda sumar el anuncio sobre derechos de exportación (3 pesos por cada dólar), la retención al producto con valor agregado que al día de hoy equivale a un 8%. Esta medida anunciada el lunes pasado vino apenas unas semanas después de publicar la reducción de los reintegros a la exportación. “Ya que te saquen entre un 2% y un 4% de margen de comercialización es un golpe duro, sumado al 8% (de la nueva retención) estamos hablando que en el efecto hay una quita total de un 10 o 12% de la facturación”.
En función a esto último, el titular de la UISF, cargó sobre el Ministro de Trabajo y Producción Dante Sica, por las contradicciones sobre el tema retenciones en las últimas semanas que “generaron incertidumbre” y “tampoco favorecen a la industrialización”. Por último, insistió con su desvelo sobre el futuro a corto plazo porque considera que “en este contexto la demanda va a caer y en Argentina el 80% de las pymes depende del consumo interno”.