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Devorando el tiempo

Por: Carlos Duclos

Demasiada agitación, excesiva prisa, imprime a su vida el ser humano de nuestros días ¿Adónde va el hombre con tanta prisa? ¿Qué quiere alcanzar con tanta ansiedad? A veces la velocidad lo conduce a nada, otras a un abismo que lo fagocita y lo sumerge en diversos males. No en pocas oportunidades el hombre de estos días, precisamente por la prisa, nada logra a no ser penas.

El psiquiatra español Enrique Rojas, refiriéndose a la prisa en la vida, escribió un artículo que comienza diciendo: “Vivimos en la era de la inmediatez. La prisa es unos de los signos de nuestra época. El hombre moderno vive apresuradamente, corriendo de acá para allá, devorando el tiempo.”

Lo cierto es que las palabras usadas por el profesional son realmente adecuadas para definir lo que le sucede al ser humano en esta sociedad posmoderna que lo atrapa, y en la que se ha acostumbrado a que todo se debe hacer rápido.

La paciencia y la tolerancia han pasado a ser cosas de otra época; se han cambiado tanto los valores de toda índole que si no se vive al ritmo impuesto por esta cultura del “todo ya”, pareciera que el hombre es ser de otro planeta.

Esto se nota a cada paso de la actividad cotidiana: en el tránsito, donde los bocinazos y las agresiones se ponen de manifiesto si alguna persona conduce a una velocidad menor que la del resto; en las quejas, si hay que esperar en un médico, en un supermercado, en un banco, etcétera. En fin. La vida de nuestros días parece que impone el hacer todo rápido.

Y en este contexto también aparece la comida rápida, el delivery, por ejemplo, que permite utilizar los minutos que corresponde al cocinar a hacer alguna otra actividad. El uso de la compra través de internet para no desperdiciar horas “preciosas” seleccionando productos en un comercio o el “llame ya”, de la venta televisiva, son otros ejemplos de la prisa actual.

¿Es ésta una forma correcta de vivir? La noche encuentra al hombre de hoy cansado, pero no por la cantidad de actividad realizada, sino por el estrés que provoca la prisa y la ansiedad. El querer hacer de todo sin guardar un tiempo para el descanso tiene graves consecuencias, una de ellas es el estado de ansiedad permanente. Y justamente de esto habla en otro texto el reconocido profesional español antes mencionado. Expresa: “La persona estresada vive en un sobre-esfuerzo continuo, permanentemente desbordado, con un ritmo inminente y presuroso, que lo sobrepasa. Se trata de un tipo de vida agobiante. En él no hay tiempo libre, no hay un minuto para la reflexión, el descanso o el relax. Se intenta atender simultáneamente a demasiadas exigencias inaplazables”.

“Cuando se está agobiado por mil cosas, se está desparramado –dice el psiquiatra–. Desde aquí empieza a alimentarse la ansiedad. En muchos de estos casos, lo que se observa detrás de ese río de actividad es un amor desordenado a uno mismo. También el amor necesita medida. Es una pasión desmedida a lo que uno hace. Una forma especial de idolatría: al trabajo y a la propia estimación”.

El escritor británico Robert Louis Stevenson decía que tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir. ¿Es necesario devorar el tiempo?

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