Por Romina Sarti*
Hace unas semanas llegó la comunicación sobre el acto del 20 de junio. Por lo general el anacronismo que revisten estas manifestaciones generan un pesar y una sensación de espero que le toque un disfraz simple porque soy de madera cociendo. En casa hay lema al respecto: se descose, se rompe, se usa hasta que el agujero sea más grande que el área que cubre. Sí, quienes me conocen pueden dar cuenta de eso.
Leo la nota, por suerte campesina. Una pollera y ya. Resolveré con mi hermano, vende telas y gestionará contento el disfraz. Le pregunté qué personajes representaban sus amigas y respondió: una maestra, otra policía, otra soldado de Malvinas, otra de la Cruz Roja. Ahí me perdí. Mis patrones subjetivos y prejuiciosos me hicieron pensar, de mínima, ¿de qué va esta cosa? Sin tiempo para deducir respuestas me dice: pongamos youtube que tengo que practicar la canción. Pone el video y para mi sorpresa era una maestra cantando en lenguaje de señas. Bien, pensé, interesante. Pasamos los días aprendiendo y practicando juntas Sube.
Lo que en alguna época era la emoción por la espera de entrar a recitales hoy se suma la de ver hija actuar: el tiempo pasa. Éramos varios fans, todas y todos teníamos la entrada en mano: alimentos no perecederos para el merendero del barrio. La crisis golpea y cada encuentro es una buena ocasión para colaborar. Una fila desordenada nos encontraba cara a cara, alegres por ver los cuarto grados de la Comunidad Educativa María Madre de la Iglesia, prometer lealtad a la bandera (ver). El “campito” de la Comunidad Educativa es un lugar accesible, las sillas y espacios creados para el ingreso, flujo y egreso de los presentes es intuitivo y de fácil circulación. Esto parece menor, pero para quienes por los motivos que fuere dependen de otras personas o ayudas técnicas para moverse, pensar en esta distribución espacial va anticipándonos respecto de la tan necesaria mirada inclusiva. “Las chicas y chicos prometen ser leales a la bandera, a los valores de libertad, igualdad y solidaridad que ella simboliza. A ser un ciudadano/ciudadana que respete en todas sus diferencias aquellos que habitan en nuestro suelo”.
No fue un acto más
La Comunidad Educativa María Madre de la Iglesia cuenta con una histórica tradición de actos abiertos y populares. Antes de la pandemia se cerraban las calles circundantes y las chicas y los chicos las recorrían a pie, estos desfiles son históricos en la escuela, nos cuenta la Vice Directora, se cerraban las calles y los chicos desfilaban de punta a punta. Fue así como en un contexto post pandémico, con la necesidad de encontrarse, de comunicarse, de verse, pero también de mantener el espíritu solidario e inclusivo de la escuela, las docentes de 4to grado, con el apoyo del equipo de gestión, organizaron el acto de promesa. Había un incentivo de volver a hacer esos actos, reconociendo también a tantas personas que fueron esenciales: maestras, enfermeras, miembros de la Cruz Roja, Ex Combatientes, campesinos, trabajadores, sostuvo la Vicedirectora; la idea de las maestras era conectar con el otro.
En el festejo afluyeron todas las características institucionales: su rasgo fuertemente comprometido y solidario así como también su perspectiva educativa inclusiva. Respecto a esto último, y en consonancia con el compromiso de un acto para todos y todas, las Docentes tenían claro que el objetivo era reflotar la comunicación con el otro, sobre todo luego de la pandemia, donde el mirarse, el entenderse era (es) esencial.
El acto cerró con un desfile de las chicas y chicos encabezado por un joven Manuel Belgrano y un grupo de patricios. Se hizo honor a la historia, pero también al pasado cercano y al presente, al honrar a héroes y heroínas que diariamente ponen el cuerpo y los saberes a disposición de la sociedad: un ex Combatiente de Malvinas, una mamá y enfermera, Malvina Vismara, que actualmente y durante la época dura de Covid dejó de ver a sus hijas por meses para dar respuesta a las demandas sociales, bomberos, maestras, policías, trabajadoras y trabajadores del campo, miembros de la Cruz Roja; todas y todos acompañados por niñas y niños vestidos con la ropa de trabajo de estos importantes miembros de la sociedad. Por último cantaron (cantamos) Sube: fuerte con la garganta y fuerte con las manos. Toda la escena resultó ser una bella postal que la escuela resiste, persiste y educa de distintas y necesarias formas, desde diversas perspectivas.
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*Licenciada en Ciencia Política (UNR), docente de Problemáticas de la Discapacidad en Tecnicatura de Acompañante Terapéutico y de Sociología de la Discapacidad en la Lic. En Órtesis y Prótesis de la Universidad del Gran Rosario (UGR). Colaboradora en “Tu mejor golpe”, programa radial Wox 88.3 Columna: “Cuerpas mutantes”. IG: romina.sarti