El coronel Manuel Belgrano arribó a Rosario en febrero de 1812 para poner en funcionamiento y custodiar las baterías artilladas con las que se esperaba impedir el paso de las naves realistas por el río Paraná. Sus tropas, milicianos, y vecinos trabajaban de sol a sol en ese empeño cuando llegó la noticia de que una flotilla española había zarpado del puerto de Montevideo rumbo a Paraná. El enfrentamiento parecía ser inminente.
Belgrano creyó llegada la hora de crear una cucarda que distinguiera a las tropas patriotas de las realistas. El 13 de febrero de 1812, desde su campamento de Rosario escribió al “Exmo. Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata: “Parece que es llegado el caso de que V.E. se sirva declarar la escarapela nacional que debemos usar, para que no se equivoque con la de nuestros enemigos y no haya ocasiones que puedan sernos de perjuicio, y como por otra parte, observo que hay Cuerpo de Ejército que la llevan diferente, de modo que casi sea una señal de división, cuyas sombras, si es posible, deben alejarse, como V.E. sabe, me tomo la libertad de exigir de V.E la declaratoria que antes expuse. Dios guarde a V.E. muchos años”.
El Triunvirato porteño no vaciló en conceder lo peticionado por Belgrano, determinando por decreto de 18 de febrero: “se haya, reconozca y use la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, declarándose por tal la de dos colores blanco y azul celeste y quedando abolida la roja con que antiguamente se distinguían”.
De esta manera quedaba oficialmente reconocida y el usada por la Sociedad Patriótica e incluso algunos regimientos patrios liderados por los oficiales más vinculados a tal grupo, con colores que representaban un gobierno propio diferente al existente en tiempos del Virrey.
En vísperas de la ceremonia de inauguración de la batería que se denominaría “Independencia”, situada en la isla frente a Rosario, es muy probable que Belgrano haya solicitado al vecindario la confección de las escarapelas, y que en esa oportunidad fuera “estrenada” no sólo por oficiales y soldados sino también por los milicianos rosarinos.
La creación de la Escarapela fue el primer paso conducente al nacimiento de la Bandera Nacional. Sin embargo, faltaba algo más: identificar a las baterías artilladas, como era usual en la época en las fortificaciones y defensas costeras, con una bandera. El distintivo de la tropa y el de sus baluartes frente a un invasor no podían ser distintas.
Sin embargo, una y otra, trascendían las circunstancias militares del momento porque expresaban el deseo emancipador de Belgrano. La lucha por la libertad recién se iniciaba y ella requería sus propios símbolos de unión para sostener con firmeza la causa iniciada en Mayo de 1810.
Con el correr del tiempo el uso de la escarapela se generalizó en la población civil, pasando del morrión y los gorros de la tropa al pecho de los ciudadanos, representando un compromiso personal con la patria misma. Por lo tanto, es uno de sus símbolos sagrados y merece el mayor respeto y cuidado.