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Día de la Historieta: el 4 de septiembre de 1957 apareció Hora Cero, donde se publicó El Eternauta

La revista era de Editorial Frontera, propiedad de Héctor Germán Oesterheld. Allí se serializó la obra que con su guión y dibujos de Solano López marcó un hito con la presentación de un héroe colectivo hasta entonces ausente en el género. Él, sus cuatro hijas y tres yernos fueron desaparecidos

El Día de la Historieta fue una idea gestada en 2005 por un grupo de artistas, editores, críticos y lectores argentinos con el fin de celebrar y difundir la historieta. Propusieron el 4 de septiembre porque en esa fecha, en 1957, apareció el primer número de la revista Hora Cero semanal en 1957. La publicaba Editorial Frontera, propiedad de uno de los más destacados guionistas del país: Héctor Germán Oesterheld. En sus páginas, se serializó El Eternauta, obra del propio Oesterheld y del dibujante Francisco Solano López, que marcó un hito con la presentación de un héroe colectivo hasta entonces ausente en el género.

El Día de la Historieta quedó institucionalizado por la ley 26.652, sancionada en octubre de 2010.

Los primeros antecedentes de la historieta en la Argentina se remontan a 1898, con la Revista Caras y Caretas. Pero el día del género recuerda el primer número de Hora Cero semanal.

La Editorial Frontera publicó Hora Cero con tirada mensual en mayo de 1957. Tuvo una gran aceptación, y en abril de 1958 arrancó Hora Cero Extra. Frontera Extra comenzó a salir dos meses después.

El primer número de Hora Cero edición semanal: 4 de septiembre de 1957.

 

Oesterheld había fundado la editorial junto a su hermano, ingeniero agrónomo. Le dio su marca personal a la pequeña empresa familiar como guionista de casi todas las historietas.

Los dibujos estuvieron a cargo de grandes artistas, como Hugo Pratt, Solano López y Alberto Breccia, entre muchos más. Entre todos, produjeron un cimbronazo para la narrativa dibujada de finales de la década de 1950 y de ahí en adelante.

Hora Cero presentaba sus historietas como aptas para jóvenes y adultos: “historietas para mayores de 14 años”, era el aviso durante los primeros meses.

Las tiras de la revista articulaban textos precisos, bien dosificados y en lenguaje cercano al de sus lectores, con dibujos de extraordinaria calidad.

El Eternauta, con guión del propio Oesterheld y dibujos de Solano López, en Hora Cero.

 

Las tramas, en general, estaban inspiradas en episodios históricos, policiales, de corte fantástico y de ciencia ficción. También las había de tipo folclórico y nativo.

Varios de esos títulos se publicaron, alternativamente, en varias revistas de la editorial. Y hubo versiones o reediciones posteriores. Fueron los casos de Ernie Pike (guión de Oesterheld y dibujos de Pratt), Sherlock Time (Oesterheld y Breccia), Randall The Killer (Oesterheld y Arturo Pérez del Castillo) y Nahuel Barros (Oesterheld y Carlos Roume).

El más disruptivo, sin embargo, fue El Eternauta, que se publicó en el primer número y acompañó al Suplemento Semanal Hora Cero casi hasta su cierre.

Cada episodio de El Eternauta iba acompañado de un resumen de los anteriores, incluyendo imágenes que no fueron rescatadas en las varias reediciones de la historia. Las tapas de la publicación también contenían imágenes que no aparecían dentro de la misma. Algunas eran montajes que combinaban ilustraciones diferentes.

Hora Cero semanal dejó de publicarse en 1959.

 

El padre del Eternauta, el padre de cuatro hijas desaparecidas
Las cuatro hijas de Germán fueron desaparecidas por el Terrorismo de Estado.

 

Héctor Germán Oesterheld había nacido el 23 de julio de 1919 en Buenos Aires. Era hijo del alemán Fernando Oesterheld y de la descendiente de españoles Elvira Ana Puyol. Estudió y se graduó en la carrera de Geología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Pero mientras estudiaba trabajó como corrector. Así, el 3 de enero de 1943 publicó su primera obra, un cuento formalmente infantil denominado Truila y Miltar que salió en el suplemento literario del periódico La Prensa.

Un año después de terminar sus estudios se casó con Elsa Sánchez. Y después decidió abandonar la geología y dedicarse a escribir.

Comenzó a trabajar para las editoriales Códex y Abril con relatos infantiles y de divulgación científica. Sus primeros guiones de historieta fueron publicados en 1951 por la revista Cinemisterio, de la editorial Abril. Eran Alan y Crazy, Lord Commando y Ray Kitt, que, este último, marcó el inicio de su colaboración con el dibujante Hugo Pratt.

En sus obras y en su vida, Oesterheld fue asumiendo un compromiso político creciente.

En 1970 decidió unirse a la agrupación armada Montoneros. Y en sus guiones ya reflejaba ese trayecto hacia un mayor protagonismo de la realidad del país. En 1968, publicó con Alberto y Enrique Breccia una historieta sobre el Che Guevara, Vida del Che, que fue secuestrada y destruida por los censores de la dictadura cívico-militar de entonces, una de las tantas que asolaron a la Argentina.

Más tarde, completó una nueva versión de El Eternauta más explícita en lo ideológico, con dibujos de Alberto Breccia. Y El Eternauta II, ilustrada por Solano López, que debió finalizar cuando se vio obligado a la clandestinidad.

El 27 de abril de 1977, a poco más de un año del golpe de Estado, fue secuestrado en La Plata por fuerzas represivas. Desde entonces, pasó a formar parte de la lista de decenas de miles de detenidos-desaparecidos víctimas del terrorismo de Estado.

Su familia fue un reflejo dramático de la violencia política ejercida por el Estado durante los gobiernos militares promovidos por sectores civiles que se beneficiaron con sus políticas económicas y de exterminio.

Antes de que lo abordara una patota parapolicial en La Plata, ya habían sido secuestradas y asesinadas las cuatro hijas de Oesterheld: Diana (24 años), Beatriz (19), Estela (25) y Marina (18). ​ Dos de ellas estaban embarazadas.

También desaparecieron tres de sus yernos.

De su paso por centros clandestinos de detención, como el llamado El Vesubio, entre noviembre de 1977 y enero de 1978, quedaron testimonios como el del psicólogo Eduardo Arias, una de las últimas personas que lo vio con vida: «Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Héctor se refiere a la Nochebuena del 77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y fumar un cigarrillo. Y nos permitieron hablar entre nosotros unos cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Héctor Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso», dijo.

La Fiscalía de Núremberg, Alemania, investigó el secuestro y desaparición forzada de Oesterheld. Su caso fue presentado por la Coalición contra la Impunidad en Argentina, que en 2004 recibió el Premio de Solidaridad de Bremen, otorgado por el Senado de esa ciudad hanseática. El premio fue recibido por el pastor Kuno Hauck y por Elsa Sánchez, compañera de Oesterheld, en representación de la Comisión de Familiares de los Desaparecidos y asesinados alemanes o descendientes de alemanes en la Argentina.

 

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