Agencia de Noticias Solidarias (Ansol)
Cada 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, establecido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para tener presente la lucha por la igualdad de derechos femeninos a nivel mundial.
La fecha nace tras varios acontecimientos: el 8 de marzo de 1857, obreras textiles de Nueva York exigieron por trabajo y condiciones dignas. La misma fecha, en 1908, las trabajadoras de la fábrica textil neoyorquina “Cotton” reclamaron por jornada de ocho horas, abolición del trabajo infantil e igualdad del voto.
En marzo de 1911 un incendio en una fábrica dejó un saldo de 123 trabajadoras muertas: esto dio el impulso para seguir con la lucha y, tras años de protestas y conquistas como el voto femenino en algunos países, el Día de la Mujer fue oficialmente establecido en 1975.
Hoy, la lucha por erradicar la violencia de género, el acoso y abuso hacia las mujeres, las desigualdades en cualquiera de los ámbitos, sigue más que presente. Los derechos conquistados son muchos, pero también queda una gran lista por conquistar: las mujeres cooperativistas saben de lucha y resistencia y, sobre todo, de rebuscárselas para lograr una salida laboral en un sistema que, en gran parte, sigue privilegiando al género masculino.
La inclusión de la mujer: un trabajo de hormiga
La cooperativa Hormigas Podadoras funciona desde el año 2013 en el parque industrial Plátanos de Berazategui, en Zona Sur de Buenos Aires.
Como cuenta su actual presidenta, Jésica Palavecino, que empezó siendo socia y fue cambiando de rol hasta ocupar el actual, la cooperativa de a poco está sumando mujeres: “Estamos en un proceso de trabajando con los varones para incluir mujeres es en esa instancia”.
Por el tipo de tareas que realiza la cooperativa, que son trabajos de mantenimiento general, construcción o pintura, su presidenta aclaró que no es una tarea fácil la inclusión de nuevas compañeras: “Costó mucho que los asociados lo entiendan porque son tareas totalmente masculinizadas, algunos nunca quisieron trabajar con mujeres al lado; entonces, fue muy difícil”
Cuando se presenta la oportunidad, sea en asambleas o durante el trabajo, las mujeres que pertenecen a Hormigas Podadoras hablan de la capacidad de las mujeres para realizar las tareas, pero también buscan el entendimiento: “Es necesario que ellos también tomen conciencia de que no es lo mismo y de que tienen que ayudarnos porque nosotras no queremos que nos regalen las cosas, sino que queremos capacitarnos”, dice Palavecino.
Este 8 de marzo las socias de la cooperativa adhirió al paro y lo utilizarán para una actividad que luego compartirán y articularán con los hombres: “Vamos a contar entre nosotras, cuáles son las frases o más típicas que podemos escuchar en los trabajos como mujeres y las limitaciones que consideramos que tenemos, después ya en una etapa de plenario con los varones, vamos a hacer lo mismo y lo van a hacer ellos y vamos a comparar para que entiendan, cuál es el rol nuestro y cuáles son las diferencias”, detalló su presidenta.
Los derechos de las mujeres son una lucha muy presente en Hormigas Podadoras: “Hay que seguir sumando desde nuestro lugar como mujeres, como compañeras cooperativistas y mujeres de la economía social también pensándolo desde la independencia económica”, explica Palavecino. Así, siguen sus planes de comenzar reclamos para una guardería en la cooperativa y empresas del parque industrial para visibilizar la importancia de los trabajos de cuidado.
Recuperar el trabajo juntas
En la ciudad de Candelaria, al sur de Misiones, funciona la cooperativa Eco Textil, que cuenta con 30 socias y se dedican a fabricar bolsas de tela, uniformes, bolsos de viaje, mantelería y blanquería, entre otros.
Un grupo de mujeres que trabajaban en el municipio se quedaron sin trabajo tras el cambio de gestión en 2020 y decidieron organizarse y buscar una salida colectiva: “Nos habíamos quedado todas desempleadas, no todas teníamos el mismo rango dentro del municipio, pero cuando conformamos la cooperativa, pasamos a hacer absolutamente todas iguales. Era la manera de poder subsistir y de poder llevar el plato de comida a nuestra familia”, recordó Florencia Díaz, socia de la cooperativa.
Cocinaron pastelitos y empanadas entre todas y salieron a vender para poder comprar los primeros rollos de tela, con los que fabricaron las primeras bolsas en la casa de una de las chicas, como detalló Florencia Díaz: “Todavía esto era de boca en boca, así que a pulmón salimos a recorrer un negocio por negocio para ofrecer los productos que teníamos. El primer lugar donde estuvimos era un lugar muy chiquitito, ahora un espacio un poco más grande”.
Si bien a lo largo del tiempo fueron perdiendo gente, también se recuperan y reconstruyen sobre lo que ya existe. Ya que el salario de la cooperativa no les alcanza para solventar la canasta familiar, la mayoría tiene también otro trabajo, pero de todas formas deciden redoblar los esfuerzos para seguir manteniendo la cooperativa: “Yo creo que la mujer cooperativista es aquella que deja su propia individualidad para pensar en conjunto”, expresó la socia de Eco Textil.
“Una mujer piensa como individuo propio no piensa en sí misma, sino en todo su entorno, su familia, y por supuesto que sus compañeras y también las familias de las compañeras, así que pienso que ese es el espíritu de la mujer emprendedora, cooperativista, de la mujer que quiere salir adelante y la que quiere construir y desarrollar una comunidad y un país mejor”, remarcó Díaz.
Las mujeres, un pilar en la economía agropecuaria
La Cooperativa Agropecuaria Unión de Productores Familiares funciona en La Plata y nuclea alrededor de 4.000 familias del sector rural a través de la producción y trabajo en conjunto: arman bolsones, tienen dos plantineras, una biofábrica y una fábrica de bio-insumos agroecológicos para combatir las plagas.
A partir de esta producción se pueden seguir manteniendo en sus oficios como productores y productoras de frutas, hortalizas y verduras. Janet Choque Gutiérrez, coordinadora regional de género en la cooperativa, reconoció: “El rol de las mujeres en la cooperativa es fundamental; siempre tratamos de trabajar en equidad y que los puestos de trabajo sean iguales”.
Si bien se intenta trabajar lo más equitativamente posible, algunas tareas están ocupadas mayoritariamente por mujeres como en el salón de valor agregado.
“En la fábrica de bioinsumos hay la mitad de las compañeras mujeres. Mayormente también con todo lo que tenga que ver con los agroecológicos, en todo lo que tenga que ver con el cuidado y el medio ambiente siempre está recayendo en ellas”, detalló Choque Gutiérrez.
Además, las socias de la cooperativa brindan capacitaciones para quienes quieran aprender, lo cual facilita la generación de puestos de trabajo, algo que la coordinadora regional de género señaló como muy necesario.
“En algunas situaciones las compañeras que viven situaciones de violencia y termina dejando todo por salir del círculo del violento, entonces tiene su casa trabajo y creo que ahí en la cooperativa brinda esa herramienta para poder conseguir un laburo y pueda estar tranquila con la familia”.
En el sector se trabaja mucho con el sostenimiento de la economía familiar: la mayoría trabaja en conjunto con sus familias y son esos mismos familiares quienes brindan las fuentes de trabajo al resto, formándose un gran entramado de lazos entre los grupos de pequeños productores.
“Nosotras desde el área de género tratamos de sensibilizar de que les sensibilizar en la autonomía económica más que todo. Que las compañeras puedan emprender en otros rubros o en el mismo, pero poder capacitarse en diferentes temas que tengan que ver con la agricultura familiar”, señaló Choque Gutiérrez.
A pesar de que aún queda un camino por recorrer, prejuicios que romper y derechos por conquistar la coordinadora regional de género de la cooperativa mantiene las mayores esperanzas en sus compañeras: “Creemos que son el sostén de toda la actividad agropecuaria, la actividad de agrícola, a la cual nos dedicamos. Creo que sin las mujeres ese trabajo es muy difícil de sostener”.