El dulce de leche es un producto alimenticio que se prepara mediante la cocción de la leche con azúcar a altas temperaturas durante varias horas, hasta que la leche se evapora y el azúcar se caramelice. Se utiliza como cobertura de postres o para untar y este miércoles 11 de octubre se celebra el Día Mundial del Dulce de Leche.
Esta efeméride se creó en el año 1998, por iniciativa del Centro Argentino de Promoción del Dulce de Leche y Afines, con la finalidad de reconocer a este delicioso manjar como Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico en varios países como Argentina y Uruguay, registrando un elevado consumo de este producto alimenticio.
En cuanto a sus orígenes se indican varias versiones y una de ellas se remonta al siglo VI, dado que algunos historiadores estiman que en el sudeste asiático, específicamente Indonesia, se preparaba este manjar. Cuando las islas aledañas de este país sucumbieron al dominio español en el siglo XVI se introdujo este alimento en América.
El dulce de leche forma parte de las tradiciones gastronómicas y alimenticias emblemáticas a nivel mundial, siendo el cuarto producto lácteo que más se consume en algunos países del mundo, especialmente en Argentina, luego de la leche, el queso y el yogurt.
Es un alimento ampliamente utilizado en la industria de la pastelería y la confitería y existen muchas opciones para disfrutar de este producto alimenticio, debido a su gran versatilidad en la preparación de tartas, postres y helados, aunque también podemos comerlo con una cuchara, untarlo en pan, panqueques, y galletas.
En 2002, el Ministerio de Cultura de Nación impulsó el programa “Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico Argentino” (Resolución SCN 1327/02), donde se buscaba reconocer al dulce de leche como Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico de Argentina.
Según explica el Ministerio, el Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico Argentino son las “distinciones culinarias” que “constituyen un patrimonio a identificar, revalorizar y promocionar ante el mundo, en términos culturales pero también en términos de trabajo, economía, procesos artesanales e industriales asociados, recuperación y protección de especies y productos naturales agentes de la biodiversidad, y como recurso turístico”.
En nuestro país, tan solo tres alimentos llevarían el sello de Patrimonio Cultural: el dulce de leche, la empanada y el asado.