El juez penal Nicolás Muse Chemes condenó a 7 años de prisión al conductor de un auto que, en julio de 2007, atropelló y dejó abandonado a un ciclista, que finalmente falleció, al costado de la ruta provincial 1, en el norte de la provincia. Los tres acompañantes fueron penados con 3 años de cárcel de ejecución condicional. La sentencia es de primera instancia, por lo que el autor material no fue detenido.
El hecho ocurrió el 7 de julio de 2007 en la ruta provincial 1, en jurisdicción de Los Laureles, al norte de la provincia, cuando Juan Manuel «Juami» Pérez, de 25 años, fue atropellado y abandonado. A la mañana siguiente, un profesor jubilado pasó con su auto y vio un cuerpo, por lo que detuvo la marcha y, tras comprobar que se trataba de una persona, avisó a la Policía. Cuando llegaron los uniformados y la ambulancia, comprobaron que la víctima había fallecido por lo menos 10 horas antes.
Por el hecho fueron detenidas cinco jóvenes que residían en Romang, departamento San Javier, quienes volvían en auto tras comer un asado y según la investigación policial, chocaron la bicicleta que marchaba en el mismo sentido. Un año después del hecho, el conductor de ese auto –un Volkswagen Polo– fue procesado por abandono de persona seguido de muerte. La causa siguió su curso y esta semana, poco más de 7 años después de la muerte de Juami, se dictó sentencia en primera instancia.
El juez Muse Chemes condenó a Julián Chamorro a la pena de 7 años de prisión como autor penalmente responsable del delito de abandono de persona seguido de muerte.
En tanto que Ismael Zimmer, Mario Velázquez, Alejando Aguirre y Jorge Roulín fueron penados con tres años de prisión de ejecución condicional como coautores del delito de encubrimiento agravado.
Además, el juez hizo lugar a la demanda civil presentada por la familia de la víctima y condenó en forma solidaria a los 5 imputados a pagar $900 mil ($300 mil por daño moral y el resto por daño material) y las costas del juicio.
Cabe remarcar que el juez no dispuso la inmediata detención de Chamorro (le corresponde efectivo cumplimiento), a la espera de que el fallo quede firme, ya que el mismo puede ser apelado.