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Diez años por robo frustrado

Durante el asalto, ocurrido en marzo de 2008 en un supermercado de la zona norte, un adolescente que estaba junto al condenado murió tras recibir un tiro en medio de un enfrentamiento con la Policía.

Tenía una pistola en cada mano y utilizaba a una mujer como escudo humano. A sus pies yacía uno de sus cómplices, de 16 años, que estaba herido de muerte en una pierna tras ser alcanzado por una bala policial. En esas circunstancias, Mariano Emanuel Farre optó por entregarse a la Policía, que había rodeado el predio del supermercado La Gallega, de Alberdi al 400 bis. Era el 3 de marzo de 2008. El Juzgado de Sentencia de la 1ª Nominación condenó al joven, que hoy tiene 24 años, a la pena de 10 años de prisión, más accesorias y costas, al ser considerado penalmente responsable del delito de “robo calificado por empleo de arma de fuego agravado por la intervención de un menor de edad”.

Mariano Emanuel Farre tenía 22 años aquel 3 de marzo de 2008, cuando cerca de las 6 de mañana y acompañado por tres cómplices –uno de ellos menor de edad–, abordó a un grupo de empleados del supermercado La Gallega de avenida Alberdi y Luis Cándido Carballo.

El cuartero tenía las caras tapadas, y cada uno empuñaba un arma de fuego. Tras darle dos culatazos en la cabeza al encargado del comercio, los recién llegados ingresaron al local y comenzaron a exigir las llaves de la caja fuerte, que no estaban en poder del encargado, ni del empleado de seguridad (que no estaba armado), ni del verdulero, del carnicero, ni de ninguna de las dos empleadas de limpieza.

Esto, según relató aquel día una de las víctimas a El Ciudadano, no hizo más que poner nerviosos a los asaltantes, uno de los cuales posó el cañón de su arma en la cabeza del encargado y amenazó con matarlo, aunque en seguida otro de los ladrones lo persuadió de no hacerlo y, en su lugar, sustraer los efectos personales de los presentes.

Fue un llamado anónimo el que alertó a la Policía. Los primeros en llegar fueron dos uniformados a bordo de un patrullero que estacionaron delante del portón principal. Uno de ellos se apostó en la entrada, mientras que el otro rodeó el predio por calle Don Orione. En ese momento, el policía que había quedado en la puerta dio la voz de alto. Pero cuando el más joven de los asaltantes se percató de la presencia de las autoridades, comenzó a disparar. Los uniformados repelieron la agresión, y el adolescente cayó herido con un tiro en la ingle y otro en la pierna.

De acuerdo con la investigación, enseguida salió del interior del supermercado Farre, pero no estaba solo. En una mano empuñaba su pistola calibre 9 milímetros, y por delante tenía a una de las empleadas del comercio, a quien utilizaba de escudo humano. El muchacho que estaba herido en el piso, que estaba perdiendo mucha sangre, puesto que uno de los plomos le había atravesado la arteria femoral, acercó –como pudo– a los pies de su compañero el arma con la que segundos antes había disparado contra los policías. Farre la tomó con la mano que le quedaba libre.

Según se desprende de la causa, en ese momento comenzaron a llegar al predio de La Gallega efectivos de distintas reparticiones policiales, que rodearon el predio. Los uniformados comenzaron a negociar con Farre, que terminó por entregarse.

El adolescente herido fue trasladado hasta el hospital Centenario, adonde recibió asistencia médica, pero falleció poco después de ingresar.

En tanto, los dos ladrones que habían quedado adentro del supermercado, consiguieron escapar de los pesquisas.

En sede judicial, Mariano Farre se negó a declarar. Sin embargo, casi ocho meses después amplió su indagatoria y dijo que el 3 de marzo de 2008, cerca de las 5.15, le informaron que su sobrino había sido baleado en ese lugar, por lo que se acercó al supermercado y se las arregló para entrar, y que luego fue detenido.

Sin embargo, esta versión fue desestimada por el juez Ismael Manfrín, titular del Juzgado de Sentencia de la 1ª Nominación, que entendió que el hecho de que “haya guardado silencio acerca de hechos tan relevantes como la confusión del roles en la que se viera expuesto y por casi ocho meses en los cuales se hallaba privado de su libertad, atenta contra la credibilidad de su discurso”.

En este mismo sentido, el magistrado destacó que en el momento en el que el acusado dijo haber sido alertado que su supuesto sobrino (puesto que el parentesco no fue comprobado) estaba herido –a las 5.15– el hecho no había comenzado, puesto que el robo no se inició hasta las 6.

Sobre las pruebas que llevaron a declarar culpable de Farre, Manfrín remarcó que “el imputado fue detenido en una situación de flagrancia, cuando aún estaba desarrollando su participación delictiva”.

Sin embargo, la condena se apoyó además en los testimonios de la chica que había sido tomada de rehén, otros dos empleados del supermercado y cinco policías, que dijeron que el sujeto que salió del comercio utilizando a la muchacha como escudo humano había sido el mismo que luego fue arrestado por los pesquisas.

Así, con esos elementos, Mariano Farre fue condenado a la pena de 10 años de prisión más accesorias legales y costas, al ser considerado “autor y coautor del delito de robo calificado por empleo de arma de fuego agravado por la intervención de un menor de edad en concurso real con portación ilegítima de armas de fuego catalogadas como de guerra”.

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