Los mensajes de odio y su consecuente violencia cotidiana quedó evidenciada en el intento de asesinato de la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, coincidieron las ministras de las Mujeres del país, quienes llamaron a repensar el ejercicio de la política y el compromiso de la sociedad con la democracia.
La agencia Télam reunió los testimonios de las cinco funcionarias que ocupan el cargo de ministras de Mujeres, Géneros, Diversidad e Igualdad a nivel nacional y en cuatro provincias.
Todas coincidieron en repudiar el atentado de anoche, pedir justicia y manifestaron su solidaridad con la vicepresidenta de la Nación.
Las ministras reflexionaron con perspectiva de género y feminista sobre el contexto en que se gestó el intento de magnicidio, las consecuencias y el desafío que, a partir de hoy, se plantea a la clase dirigente y a los distintos sectores sociales para construir consensos democráticos desde la no violencia.
Elizabeth Gómez Alcorta, ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, consideró que «la instalación del odio, la persistencia de los discursos de odio, de violencia, tienen una consecuencia real que vivimos ayer», día en que Fernando André Sabag Montiel, intentó matar a la vicepresidenta.
«La idea que algunos intentan instalar sobre que el atacante es una persona desequilibrada, suelta, tratando de que sea una responsabilidad individual, es algo que las feministas venimos diciendo frente a cada hecho de violencia por motivos de género: intentan generar responsabilidades individuales y desresponsabilizar a quienes sostienen discursos y prácticas cotidianas misóginas, conservadoras, antipopulares, homoodiantes», añadió la funcionaria.
María Florencia Marinaro, ministra de Igualdad, Género y Diversidad de Santa Fe habló de la violencia «cotidiana, naturalizada todos los días y todo el tiempo, y dirigida a dirigentes como Cristina, con insultos y ninguneo».
«La sociedad debe discutir cómo naturalizamos las violencias extremas, sobre todo a las mujeres; cómo construimos la transversalidad y el ejercicio del poder igualitaria. Eso aportamos las feministas a la política», agregó.
Para la ministra hay que discutir las políticas «con ideas, no con insultos y descalificaciones. Las consecuencias más extremas las vimos anoche», cuando se atentó contra la vida de la expresidenta de la Nación.
María Eugenia Ferraresso, ministra de las Mujeres y de la Diversidad de Neuquén rechazó «de plano y por completo los discursos de odio en todos los ámbitos de la vida, que no hacen más que incrementar las diferencias e incitar enfrentamientos estériles».
La violencia «nunca es el camino, trabajemos juntos y juntas para resguardar la democracia, la institucionalidad y el Estado de derecho», pidió la funcionaria neuquina.
Agostina Mora, ministra de la Igualdad e Integración de Santa Cruz aportó que los hechos de violencia que «se vienen suscitando representan el correlato de una lógica de odio, injuria y enemistad perpetuadas desde la sistemática violencia mediática, judicial y política contra una líder latinoamericana -en relación a Cristina Fernández de Kirchner- elegida por el voto popular».
«Debemos realizar una reflexión profunda sobre todos los tipos de violencia de género y el impacto tangencial que implican. Aquí también decimos: Nunca Más. Resguardar y defender la participación política de las mujeres es trabajar por la democracia», destacó la ministra patagónica.
Estela Diaz, ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, calificó el atentando como «un intento de magnicidio y un femicidio político».
«Necesitamos que esto sea un punto de inflexión en torno a los discursos de odio, de la persecución sin límite de un partido judicial que favorece este clima, y necesitamos una reflexión profunda de toda la política, de toda la sociedad porque tenemos que defender la democracia a casi 40 años de recuperarla», resaltó Díaz.
La propia Cristina Fernández de Kirchner había escrito sobre la violencia que sufren algunas mujeres que ocupan cargos públicos, en su libro Sinceramente, que editó Planeta en 2019, con un cierre del párrafo que hoy resulta impactante.
«La condición de mujer siempre fue un agravante. Así como en un homicidio la condición de familiar es un agravante, en un proceso nacional, popular y democrático, la condición de mujer es sumamente agravante. Casi tanto como sus ideas. Es un acto de rebeldía que las mujeres accedan a condiciones de poder, cuestionando la forma en que funciona ese poder. Es rebelarse contra lo establecido, porque el poder es cosa de hombres. Una mujer puede ser una estrella de cine, eso está permitido. Ahí no importa ser prima donna, no hace daño porque es un lugar que pareciera estar permitido para las mujeres. El problema es cuando querés ser prima donna en el mundo de los hombres, en el mundo del poder, y además, para cambiar las cosas. Ahí te disparan a matar», escribió la vicepresidenta.