El presidente de Haití, Jovenel Moise, fue asesinado esta madrugada en su casa por un grupo comando que el primer ministro saliente, Claude Joseph, calificó como integrado por extranjeros «que hablaban castellano e inglés».
La esposa del presidente resultó herida en el ataque y fue hospitalizada, dijo Joseph, quien pidió calma a la población y aseguró que la policía y el Ejército se encargan de mantener el orden.
«El presidente fue asesinado en su casa por extranjeros que hablaban inglés y español», dijo el primer ministro, citado por las agencias de noticias AFP y Sputnik.
Moise gobernaba por decreto Haití, el país más pobre del continente americano, después de que las elecciones legislativas previstas para 2018 se retrasaran.
El video que muestra los instantes previos al magnicidio
https://twitter.com/i/status/1412728416630153222
El video de lo que se presentó como el momento previo al asesinato comenzó a circular poco después del hecho. Las imágenes muestran a un grupo de entre cuatro y cinco hombres afuera de la residencia presidencial, con armas largas y entre medio de varios vehículos.
Un país con pobreza y violencia históricas hoy acrecentadas
Además de la crisis política, en los últimos meses aumentaron los secuestros para pedir rescates, un reflejo de la creciente influencia de las bandas armadas en el país caribeño.
Haití también sufre una situación de pobreza crónica y extrema, a lo que se suman recurrentes desastres naturales.
El presidente se enfrentó a una fuerte oposición por parte de sectores de la sociedad que consideraban su mandato ilegítimo. La inestabilidad política es otra de las características: en los últimos cuatro años, el país tuvo siete primeros ministros.
Estaba previsto que Joseph fuera sustituido esta semana tras tres meses en el cargo.
Además de las elecciones presidenciales, legislativas y locales, Haití tiene previsto celebrar un referendo constitucional en septiembre, después de haber sido aplazado dos veces debido a la pandemia de coronavirus.
La reforma constitucional, apoyada por Moise y destinada a reforzar el Poder Ejecutivo, recogió el rechazo mayoritario de la oposición y de muchas organizaciones de la sociedad civil.
La Carta Magna actual fue redactada en 1987, tras la caída de la dictadura de Jean-Claude Duvalier, y declara que «toda consulta popular destinada a modificar la Constitución por referendo está formalmente prohibida».
Los críticos también argumentaron además con la imposibilidad de organizar una consulta debido a la inseguridad que atraviesa el país.