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Discapacidad: grupo de padres dicta talleres gratuitos que avala la provincia

Dos de los cursos de la asociación Applir ya tienen certificación del Ministerio de Trabajo de Santa Fe, y están abiertos a toda la ciudadanía. Uno de los proyectos, IncluPelu, nació hace tres años y su objetivo de máxima es abrir una peluquería propia

Un grupo de padres de chicos con discapacidad formó hace 11 años una asociación para la inclusión social y comenzó a dictar talleres para capacitar en oficios a sus hijos y a otros que deben afrontar similares trabas culturales para insertarse en la sociedad. Dos de los talleres tienen el respaldo de una certificación avalada por el Ministerio de Trabajo de Santa Fe. Están incorporados al programa provincial Redes, que sigue la agenda de Trabajo Decente. Un ambicioso proyecto los impulsa.

Se llama asociación Applir (Asociación Padres Por la Igualdad Rosario) y dictan varios cursos: zumba, folclore, panificación, salsa, música, fotografía y belleza. Dos de ellos, el de panificación y belleza, ya están contemplados en el programa Redes. Son el antecedente de futuros trabajos para los jóvenes de más de 14 años que participan. Los talleres son inclusivos. Están abiertos a todas las personas que quieran concurrir aunque se enfocan en jóvenes discapacitados. Y no sólo: también a sus madres o padres.

De pelos

El proyecto IncluPelu nació hace tres años dentro de Applir. El objetivo final es la apertura de una peluquería atendida por chicos con discapacidad. De hecho, desde hace un año atienden al público en la sede de la asociación, y pretenden dar el salto a un negocio independiente. En los talleres de los martes y jueves participan 15 personas que a lo largo de dos horas y media por jornada aprenden y a la vez disfrutan del espacio. Erika Zumoffen es peluquera y la profesora a cargo del taller de belleza, que tiene una extensión de tres meses. Le dijo a El Ciudadano que el curso habilita a los participantes a convertirse en auxiliares del rubro en los oficios de peluquería y manicuría. “Los talleres están abiertos a todo el público y tienen un cupo de 15 personas. Es una experiencia maravillosa a la que llegué casi por casualidad hace seis años. Comencé siendo auxiliar de música y me quedé a cargo del curso de belleza”, señaló.

Hijos y madres

Es el segundo año que el proyecto IncluPelu cuenta con el aval de las certificaciones del Ministerio de Trabajo. “Vemos que se anotan muchas mamás para poder capacitarse ya que están abocadas a la crianza y formación de sus hijos con discapacidades y no tienen tiempo para poder realizar otros trabajos o ejercer alguna profesión. Acá se les presenta un panorama diferente para todos ya que hasta los chicos pueden ver a sus mamás desde otro punto de vista: ver cómo hacen para poder obtener alguna fuente de trabajo”, explicó la profesora.

Aprender, trabajar y disfrutar

Los jóvenes con discapacidades pueden anotarse a partir de los 14 años. A la peluquería van familiares y personas convocadas a través de las redes sociales. Aprenden practicando. Los cortes son gratuitos. Sólo se le pide que, en el caso de utilizar algún material, como tintura, el interesado los lleve. “La gente les deja propina, ya que en el curso no se cobran los trabajos. Esos ingresos extras lo administramos y los repartimos a los alumnos dos veces al año. La idea es que adquieran conocimiento del valor del dinero y de la remuneración que les corresponde obtener por su esfuerzo”, sumó Zumoffen.

Los jóvenes aportan sus intereses respecto a cómo invertir ese dinero. “Me voy a comprar una camiseta de Central”, soltó uno de ellos. Otro pretende ahorrar para una computadora. “A veces no tienen clara noción de lo que cuestan las cosas, pero es alentador ver cómo aspiran a ganarse lo que pretenden”, indicó la profesora y recordó el caso de una nena que escuchó a su madre lamentar que no tenía plata para comprar una torta de cumpleaños. “No te preocupes, yo ya voy a cobrar el sueldo y la vamos a comprar”, le respondió según contó la profesora.

Los comienzos

La Asociación Padres Por la Igualdad Rosario (Applir) nació por una idea de su directora, María Rosa Julián, quien tiene una hija con discapacidad. El 15 de abril de 2008 comenzó a dar talleres inclusivos de salsa en la sede céntrica del Club Italiano. Su objetivo es que los jóvenes con discapacidades diferentes puedan manejarse con autonomía en la vida cotidiana y valerse por sí mismos. Un grupo de padres en la misma situación se acercaron y los talleres crecieron. Tanto que se mudaron. Al principio, alquilaron un espacio en calle Suipacha entre San Luis y San Juan. A fines de 2015, la Municipalidad de Rosario les cedió un predio en Centeno 970 y volvieron a trasladarse. Allí continúan sumando capacitaciones. El trabajo es a pulmón, y por eso piden a quienes quieran y puedan que se asocien para sostener las actividades en marcha y crecer.

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