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Doble Visera: todo está guardado en la memoria

Alejandro Duchini / Especial para El Ciudadano

En estas horas se cumplieron 96 años de la inauguración de uno de los estadios emblemáticos del deporte argentino. La Doble visera de cemento, como se conoce a la vieja cancha de Independiente, se inauguró el 4 de marzo de 1928 con un partido ante Peñarol que terminó 2 a 2. Primero de cemento en Sudamérica, fue demolido en 2007, a consecuencia del nulo mantenimiento que hubo por parte de sus últimas dirigencias. De hecho, un año antes -en la previa de un Independiente-San Lorenzo- se cayó un pedazo de mampostería sobre el público.

En ese estadio de Alsina y Cordero (hoy Bochini), en Avellaneda, Independiente vivió sus mejores tiempos. Incluso, su último campeonato local, en 2002. También vivió el tiempo de Ricardo Bochini, por lejos su máximo ídolo. Y el de las siete Libertadores, además de los equipos que se caracterizaron por su buen juego. Eso, sin olvidar los grandes que vistieron la camiseta roja: Vicente De La Mata, Antonio Sastre, José Omar Pastoriza, Ernesto Grillo, Daniel Bertoni, Enzo Trossero, Jorge Burruchaga, Ricardo Giusti, Héctor Yazalde, Aníbal Tarabini, Ricardo Pavoni, Rodolfo Micheli, Ernesto Grillo, Gabriel Milito, Ricardo Pavoni y Miguel Santoro. La lista es arbitraria y más larga. Independiente debe tener tantos referentes como Boca y River, más allá de que hace dos décadas que la pasa mal.

Cuando fue inaugurada, el terreno de juego no estaba en la posición actual. Los arcos iban de la ex Cordero a las vías del tren; con el tiempo se los ubicó entre Alsina y (hoy) José Pastoriza. Tan importante fue ese estadio que hasta tiene libro propio. Se titula Querida visera y su autor es el historiador Claudio Keblaitis. En sus páginas se encontrará información detallada y fotos de época. También hay fotos en la web, algunas de ellas de la agencia informativa Télam, que por estas horas es noticia porque el presidente Javier Milei anunció, sin vueltas, su cierre inminente. Lo hizo en plena apertura de sesiones en el Congreso de la Nación, el viernes pasado. ¿Qué habrán sentido sus trabajadores al enterarse, a través de una cadena nacional, que se quedaban sin empleo? ¿De qué manera se formaron, qué les habrá pasado a aquellos que aplauden el dolor ajeno? ¿Qué lleva a un vocero a ironizar en redes sociales el despido de colegas?

Hay imágenes icónicas de la Doble visera que se le deben a fotógrafos de Télam. También a sus cronistas, que informaban como nadie y en tiempo real lo que ocurría para que diarios, revistas y radios levanten la información. El deporte argentino en general le debe a Télam, sobre todo en tiempos en que los grandes medios de (des)comunicación mandan menos fotógrafos para abaratar costos.

El viejo sector Arsenio Erico, una de las viseras tomada desde el ras del suelo, el partido homenaje a Ricardo Bochini en diciembre del 91, Enzo Trossero y Héctor Enrique dando la vuelta olímpica con la séptima Libertadores en 1984, el Kun Agüero en el festejo tras su icónico golazo a Racing. Todas de Télam.

Fundada el 15 de abril de 1945 por Juan Domingo Perón, entonces secretario de Trabajo y Previsión, el destino de la agencia de noticias es incierto. La derecha avanza con todo tipo de derechos. Incluso los laborales. Y arrasa, claro, sobre aquello que tenga que ver con el peronismo y lo popular. INADI, INCAA, Radio Nacional, TV Pública. ¿Qué más? ¿El deporte?

La Revolución Libertadora la intervino con la Fuerza Aérea y obligó al exilio de algunos de sus periodistas. La UCR quiso privatizarla y otro Golpe militar la clausuró. Durante la dictadura más sangrienta desaparecieron tres de sus periodistas (Alejandro Martín Almeida, Héctor Jesús Ferreyros y Célica Elida Gómez Rosano). La misma dictadura destruyó gran parte del archivo fotográfico de la agencia. Carlos Menem y Fernando de la Rúa quisieron cerrarla. En junio de 2018, plena la gestión de Mauricio Macri, se despidió a 375 trabajadores que fueron reincorporados por orden judicial.

Las últimas décadas de Argentina están contadas y retratadas por Télam. En el deporte, es inolvidable la imagen que tomó el fotógrafo Sergio Quinteros justo cuando un redoblante golpeaba el rostro del presidente de Racing Daniel Lalín. Fue en marzo de 1999 y Lalín era el responsable de la anunciada desaparición del club de Avellaneda. Cuentan que Quinteros le dijo al chofer de Télam algo así como “rajemos a la agencia que creo que tengo una buena foto”. Entonces, había que revelar. Por esa imagen, Quinteros ganaría el prestigioso Premio Rey de España.

La Guerra de Malvinas, los presidentes, Diego Maradona y Lionel Messi, deportistas argentinos en el mundo, la dictadura; lo que sea que haya ocurrido en el país fue retratado y contado por alguien de Télam, la agencia que llega a rincones en que ni asoman la televisión ni ningún otro medio. Son noticias. No son tuits.

Si el deporte en general y el fútbol en particular tienen tanta incidencia a nivel social, sería bueno que los deportistas salgan a la cancha no sólo a jugar sus partidos, sino a jugársela por Télam y sus trabajadores, como así también contra esta ola de despidos que arrasa en el país.

El fin de semana próximo, Independiente y River acapararán la atención por la importancia del clásico. Jugarán en Avellaneda, en el nuevo Libertadores de América-Ricardo Bochini. Sería bueno que los jugadores de ambos equipos recuerden que la rica historia de sus clubes fue fotografiada y escrita por Télam.

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