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Doloroso relato de una docente sobre cómo la violencia transformó su querido barrio Parque Casas

Tres crímenes en 72 horas en la misma esquina: Cavia y Ghiraldo. Los últimos, la semana pasada, de una saga que lleva años. Al complejo habitacional ubicado en ese preciso cruce de calles se mudó hace años Beatriz, feliz por tener al fin la casa propia. En dramático texto, cuenta por qué se mudó

Barrios estigmatizados en los que todos los vecinos quedan bajo sospecha de vínculos con el delito. Por el contrario, la inmensa mayoría de sus habitantes permanecen atrapados en la lógica del narcomenudeo a la que son ajenos y que en la ciudad escaló a niveles de violencia inéditos en la Argentina. Expuestos, sobre todo, por la inexistencia o la mala intervención de los Estados en todos sus niveles. Esa es, entre otras posibles, una descripción de lo que ocurre en Parque Casas, en el norte rosarino. Se cansan, manifiestan en la calle, pero la realidad no se modifica: se agrava.

Allí, hubo tres crímenes en apenas 72 horas. Los últimos de una saga que acredita años. La información se conoce: los búnkers conflictivos no son secreto para nadie, los apellidos y apodos de los integrantes de las bandas circulan de boca en boca. Las peleas territoriales por el negocio de venta de estupefacientes al menudeo se dirimen a los tiros. Los vecinos quedan en la línea de fuego. Los chicos tentados por el dinero fácil en un contexto de carencias de todo tipo son los que ponen el cuerpo. Las jugosas ganancias se cuentan a kilómetros de allí, en departamentos de alta gama, financieras, estudios contables y de abogados.

El viernes pasado, le tocó a Claudio Barrionuevo. Tenía 28 años. Lo acribillaron desde un auto en Cavia y Ghiraldo. Vivía en el barrio. Sus vecinos juraron que no tenía ninguna relación con las disputas narco, trasfondo por el que desde un vehículo irrumpieron a los tiros y acabaron con la vida del muchacho. No estaba en el lugar incorrecto ni en el momento inoportuno: estaba donde vivía. El martes previo, en la misma esquina, un par en moto pasó a los tiros y asesinó a dos personas: Leonardo Rodrigo Contreras, de 23 años, y Marcelo Cristian P., de 43.

En Cavia y Ghiraldo vivía Beatriz, docente. Ya no: se mudó, pidiendo prestado y vendiendo lo que tenía porque el barrio ya no era el mismo que cuando le otorgaron un departamento Fonavi. Entonces estaba contenta, le gustaba la zona donde jugaban sus hijos. En un dramático posteo en Facebook, describió la trágica transformación y el dolor de tener que mudarse. El texto es el que sigue:

-¿Dónde vivís?
– En Cavia y Ghiraldo. Soy feliz! Fonavi nos entregó un departamento. Es hermoso! Nuevo! Tuvimos que esperar a la última entrega. Mi manzana es para»profesionales» (así le llamaron) . Ya no podía pagar más el alquiler. Trabajo en dos escuelas y un sueldo entero era para pagarlo. Somos muchos docentes, gente del ministerio de Educación, bancarios , un médico, una fonoaudióloga….
Las calles no están pavimentadas, pero ya lo van a hacer.
Pasa un solo colectivo, pero ya van a agregar otras líneas.
La manzana siguiente pertenece a la villa El Churrasco, pero es gente humilde y de trabajo. Las casitas ya están numeradas y van a hacer viviendas dignas.
Pedí traslado a la escuela del barrio y parece que me lo van a dar! Mientras tanto voy en bici con mi nena hasta la guardería del Rucci, después dejo la bici en la casa de mis padres y de ahí tomo un colectivo que va a Granadero Baigorria donde trabajo. A la tarde hago a la inversa .
Y vuelvo a CAVIA y GHIRALDO! Mí vida cambió!
Tengo un departamento nuevo y mío.
Es tranquilo, todos trabajamos y tratamos de empezar a vivir de otra forma.
Pasaron unos años, algo fue cambiando… Un día se escucharon tiros bajo mi balcón. Ya trabajaba en la escuela del barrio donde estuve 19 años.Algunos vecinos comenzaron a mudarse. Ya no era lo mismo.
Mi mamá insistió, insistió, insistió para que me mudara. Gracias a la ayuda de mis padres, de algunas compañeras y vendiendo lo poquito que tenía me mudé de CAVIA y GHIRALDO. Devolví cada dólar prestado.
Hoy CAVIA Y GHIRALDO tiene pavimento, pasan varios colectivos, los edificios siguen estando pero está manchada de sangre. La droga pudo más, ya son más de 5 los que murieron en esa esquina (el último, alumno de mi querida escuela)y no era un soldadito , solamente estuvo en el momento equivocado .
CAVIA Y GHIRALDO fue mi ilusión, mi sueño, mi esperanza…. Mi hija aprendió a caminar en esa esquina, ahí nació mi hijo.
Hoy CAVIA y GHIRALDO es noticia por la violencia y la droga. Solamente separa mi departamento una calle que ya no es de tierra.

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