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«¿Donde está Tehuel?»: la consigna que recorre el país se convirtió este viernes en condena a perpetua

En sentencia unánime el Tribunal Oral Federal 2 de La Plata condenó a Luis Ramos, un referente barrial, por el asesinato y desaparición del joven de 22 años Tehuel de la Torre, agravado por "odio a la identidad de género" y “daño a sus seres queridos", al esconder el cuerpo. Veredicto pionero

Luis Alberto Ramos, de 36 años, referente barrial y principal acusado por el asesinato y desaparición de Tehuel de la Torre resultó condenado a prisión perpetua. La sentencia fue dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 de La Plata, luego de que la Fiscalía y la querella pidieran la máxima pena para Ramos, quien llegó imputado por el delito de homicidio agravado por odio a la identidad de género, y recibió la misma calificación, más el agravante de “daño a sus seres queridos”: a más de dos años, el cuerpo todavía sigue sin aparecer, y los jueces Claudio Bernard, Silvia Hoerr y Ramiro Fernández Lorenzo tomaron en consideraron en su fallo unánime que quienes lo querían no pudieron despedirlo. En las afueras del Tribunal, una movilización social de diversas entidades celebró el veredicto. Durante la lectura de la sentencia se resaltó que Ramos en culpable, no solo del crimen, sino también de la desaparición del cuerpo. Además el fallo fue considerado “histórico” por incorporar por primera vez una mirada de género puntual en el caso de un varón trans en el país, al solicitar como accesoria al gobierno bonaerense la implementación de un “protocolo específico de búsqueda de personas LGBTIQ+ desaparecidas” y la declaración de “emergencia social” para las personas travestis y trans en la provincia.

La jueza Hoerr y los jueces Bernard y Fernández Lorenzo emitieron el fallo por unanimidad.

 

Durante los alegatos, los abogados Flavia Centurión y Cristian González y el fiscal Juan Pablo Caniggia habían solicitado la prisión perpetua. Mientras que la abogada del acusado, Natalia Argenti, pidió su absolución.

El juicio comenzó el pasado 15 de julio y durante las audiencias pasaron más de 40 testigos y se presentaron diversas pruebas, que dieron por constituido el crimen aunque Tehuel continúe desaparecido. Hay otro acusado, Oscar Montes, quien pidió un juicio por jurados, proceso que todavía no tiene fecha.

«Resulta incuestionable que la muerte de Tehuel fue resultado del odio profesado por Luis Ramos», argumentaron en la sentencia los jueces. «Resulta indudable que Luis Ramos no comulgaba con estos modelos no patriarcales de concebir una pareja. Estableció los parámetros de su relación con Tehuel, no reconociendo en público su identidad sexual”, consideraron los jueces, mencionando frases del acusado que daban cuenta de su perspectiva, con frases que –sostuvieron– “no pueden más que tomarse como despectivas».

El acusado Ramos era un referente barrial que entabló una relación de asimetría con Tehuel.

 

 

La lectura del veredicto se transmitió por el canal de YouTube de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. En él, los jueces recordaron los últimos instantes documentados de Tehuel, quien tenía 22 años cuando se desplazó por el conurbano bonaerense desde su casa en San Vicente hasta Alejandro Korn, para encontrarse con los acusados en la casa de Ramos por un supuesto trabajo de mozo en un cumpleaños de 15.

«Lo condicionaba económicamente al prometerle trabajo y ofrecerle dinero generando una dependencia económica, por lo que sin lugar a dudas, el imputado se aprovechó de la vulnerabilidad de la víctima, lo que llevó al fatídico encuentro del 11 de marzo», especificaron. Para los jueces, el crimen se cometió entre las últimas horas de ese jueves y la madrugada del 12 de marzo de 2021.

«Ramos no se quedó con la retórica de las palabras ofensivas a Tehuel, sino que llevó su odio al acto de provocarle la muerte y aún más allá, pues hizo desaparecer el cuerpo impidiendo de tal modo el duelo ante tan dolorosa pérdida y procurando borrar todo vestigio de su accionar delictivo», puntualizaron los magistrados.

Tehuel había estado muy temprano en la mañana del 11 en marzo en oficinas del municipio de San Vicente. A las 19 tenía que encontrarse con Luis «Luiggi» Ramos, un dirigente barrial que integraba el Movimiento Teresa Vive, quien se había comprometido a prestarle dinero y a llevarlo a un trabajo. Tehuel se tomó una selfie con Ramos y con Oscar Montes alrededor de las 20. Ése fue el último registro que se tuvo de él. A la medianoche el celular de Tehuel se apagó.

La lectura del fallo describió en su primera parte las circunstancias de la investigación de esos momentos, con datos de la tarjeta Sube, la geolocalización del celular, los mensajes de texto, información almacenada en Google, y testigos.

Se ubicó así su último rastro del joven Tehuel en el radio de la casa de Ramos, donde además un peritaje encontró manchas de sangre, y restos de un teléfono celular y una campera quemados.

El fiscal de juicio, Juan Pablo Caniggia, reconstruyó que Tehuel fue asesinado y su cuerpo escondido. En el proceso se juzgó un homicidio sin cuerpo.

“Con todo el seguimiento que hizo la Policía del celular de Tehuel, las pertenencias que encontraron en la casa de Ramos, manchas de sangre con ADN de Tehuel, además de otros elementos que permitieron determinar la autoría y la responsabilidad», sostuvo por su parte el abogado Cristian González, representante de la familia de Tehuel.

Respecto del agravante de odio de género, González aseguró que «numerosos testigos» declararon haber escuchado a Ramos repetir que «le daba bronca que Tehuel fuera una persona trans».

Tehuel tenía 22 años cuando acudió a una cita por trabajo y resultó asesinado y desaparecido desde entonces.

 

«Una de las luchas que tiene la comunidad trans es por la visibilidad. A través de transodio, de decirle chico/chica, lo que hacía Ramos era negarle la identidad. Ejercía una violencia simbólica permanente», sostuvo el letrado. Y recordó que los acusados por el crimen “se referían a Tehuel como «un desperdicio»”.

González sostuvo que la ausencia del cuerpo de Tehuel es también una parte constitutiva del “crimen de odio” del que fue víctima: “No les alcanzó con negarle la identidad, con matarlo. Se extiende el daño más allá de la muerte porque no se permite que la familia ni la comunicad LGBTIQ pueda despedirlo, tener un duelo. Desaparecer el cuerpo es la forma máxima de invisibilizarlo», subrayó.

Tehuel y Ramos se habían conocido una cooperativa y trabaron una relación de amistad. Pero el vínculo, evidenciaba también una asimetría se mencionó en los alegatos, ya que el segundo era referente en una organización y era mayor. Ramos está imputado en otra causa por presunto abuso de un menor a su cargo, y también había sido denunciado por militantes por acoso y por violencia de género.

«Él tenía una fuerte necesidad de seguir sometiéndolo, un disfrute perverso de tenerlo bajo su yugo. Tehuel era una masculinidad trans que buscaba reconocimiento de Ramos, que se lo daba a cuentagotas: le daba trabajo, dinero, le quitaba, era militante y referente de la organización. Tenemos asimetría de edad y de experiencias», describió el abogado de la familia De la Torre.

Además de un contexto de extrema vulnerabilidad social, «Tehuel tenía la necesidad y el mandato social de ser el proveedor de su familia, con su novia y el hijo de la novia, él sentía la presión de ser el proveedor de su familia, porque es lo que la sociedad manda. Tehuel iba a buscar trabajo, y le decían que podía arrepentirse de su identidad y quedar embarazado. Esa vulnerabilidad le da un escenario perfecto a Ramos para ejercer violencia y una relación asimétrica de poder», concluyó González.

La sentencia de los jueces acompañó los argumentos al considerar el agravante de la desaparición del cuerpo de Tehuel, que “impide la posibilidad de cerrar el duelo”, y genera, además, “la ilusión de que puede estar vivo en algún lugar», un mero «engaño a quienes lo siguen buscando”.

El reclamo por la desaparición y asesinato de Tehuel se convirtió a lo largo de los últimos años en un emblema para los colectivos LGBTIQ+ de todo el país, como símbolo de la violencia contra personas trans, y generó manifestaciones, pintadas, actos y expresiones en todo el país.

 

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