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Dorado: para que vuelva a la mesa

Por Agustín Aranda.- Aunque el acatamiento real es materia de duda, el gobierno provincial estudia modificar la ley que restringe la captura de una de las especies más simbólicas del Paraná. Dicen que el pez se está recuperando y ya no se encuentra en peligro.


La Secretaría de Medio Ambiente de la provincia evalúa levantar la veda de dorado. Consideran un cupo de extracción comercial y otro deportivo, puesto que –alegan– el recurso ya no está en peligro: ésa fue la conclusión de una serie de monitoreos en distintos puntos de la cuenca santafesina del Paraná. Esos estudios funcionarán ahora como aval a la iniciativa que, si finalmente se concreta deberá ser girada al Congreso, en razón de que el dorado está protegido por ley desde 2007, con la misma normativa que lo declaró “pez turístico provincial”.

Del mercado portuario al restaurante o la pescadería de barrio, el dorado representa para los que no conocen el día a día de extracción en el río Paraná un bocado caro, y muchas veces no disponible. La razón oficial es que desde 2007 la captura, comercialización, acopio, tenencia y tránsito del pez color oro están prohibidos. Tal como señala el artículo 3 de la ley 12.722, cuyo decreto reglamentario firmó el entonces gobernador Jorge Obeid, el salminus brasiliensis, nombre científico de la especie que habita en el gigante marrón, sólo puede ser pescado “en forma deportiva y con devolución obligatoria”.

Siempre trasgredida la norma, conocida como la “ley del Dorado”, puede llegar a ser modificada por la actual gestión socialista. El Consejo Pesquero provincial se encuentra reviendo las condiciones para ello. “Es una legislación que hay que revisar. Es una especie que podría ser susceptible de un tipo de extracción mínima, como la pesca deportiva sin devolución. La realidad biológica permitiría esto”, sostuvo el subsecretario de Medio Ambiente, Ricardo Biasatti.

La idea, según explicó, es que en la pesca deportiva el pescador pague una tasa de extracción para llevarse el espécimen, dinero que irá a las arcas provinciales para reforzar las tareas de control, el talón de Aquiles de la legislación protectiva en el Paraná.

La información llega después del último pedido mancomunado entre gobierno santafesino y distintas asociaciones de pescadores para que se reduzca o directamente se elimine la veda del sábalo, que empezó el 1º de este mes y finalizará, si no hay cambios, a fines de enero. Según se explicó a El Ciudadano, semanas atrás, la recuperación del recurso y el perjuicio sobre la economía de los trabajadores motivan esta solicitud que deberá también tomar forma legislativa.

En sintonía con Biasatti, la directora del Laboratorio de Biotecnología Acuática ubicado en el predio del Acuario de Rosario, Silvia Arranz, confirmó: “En el caso del dorado, el último tiempo ha demostrado una recuperación de la especie. No de la tasa –no hay ejemplares de la envergadura de antes– pero sí hay una recuperación en abundancia”, explicó.

Según la investigadora, en caso de que se levante la prohibición se derivarán recursos destinados a combatir la pesca de dorado para los controles necesarios en puertos de acopio para la extracción de sábalo. “La realidad es que es imposible controlar según pide la legislación actual”, se sinceró Arranz.

Según explicó a este diario el director general de Manejo Sustentable de los Recursos Pesqueros de Santa Fe, Daniel Del Barco, en la actualidad es habitual que los pescadores, al buscar extraer sábalo –la principal especie fluvial de exportación– también saquen dorados. Este representante del staff técnico de la Secretaría de Medio Ambiente explicó que “existe una matanza inútil de dorado”, que en la práctica si bien es residual también es inevitable y que podría aprovecharse. “No con criterios industriales –marcó– sino opciones intermedias: cupo de extracción deportiva y comercial, respectivamente”.

Así las cosas, desde el punto de vista técnico del área competente, el dorado no está en riesgo. “La actualidad muestra abundancia del recurso. Al igual que el sábalo, la temporada 2009-2010 arrojó buen promedio de captura y talla. Hay una gran cantidad de juveniles”, detalló Del Barco.

Los datos oficiales se apoyan en dos estudios ictícolas paralelos, aunque conectados, de la cuenca santafesina. El primero y más antiguo es realizado a pedido de la Subsecretaría de Pesca de la Nación desde finales del siglo pasado, cuando comenzó la extracción y acopio para la exportación industrial de sábalo. Del relevamiento cuantitativo y cualitativo del recurso se diseñan las políticas pesqueras anuales. La principal es determinar cuánto se puede extraer sin dañar la sustentabilidad de cada especie. En la cuenca del Paraná participan la subsecretaría de Medio Ambiente de Santa Fe, investigadores del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral.

El segundo monitoreo lo realiza la provincia de Santa Fe cada semana en siete localidades costeras junto con pescadores que llevan lo extraído –todas las especies– a los acopiadores. Como intermediarios, un equipo técnico releva talla, peso y longitud, y algunos indicadores de edad y sexo. La evaluación se hace en Helvecia, Campo del Medio, Cayastá, Santa Rosa de Calchines, Coronda, Arocena y Puerto Gaboto. Y también se han realizado algunos muestreos en Rosario. En todos los casos, este monitoreo no incluye una fase punitiva si los especímenes no responden a los parámetros regulados por normativa. Por ejemplo, el mínimo para extracción de sábalo es 42 centímetros.

Con todo, entre 2008 y 2011 la provincia elaboró algunos estudios más sobre sustentabilidad basado en eventos de pesca deportiva sobre el surubí (pseudoplatystoma tigrinum y pseudoplatystoma corruscans), el amarillo (pimelodus maculatus) y otro núcleo de varias especies en distintas latitudes de la cuenca santafesina. Desde la fiesta nacional y provincial del amarillo al concurso santafesino de surubí, los equipos técnicos acompañaron a los deportistas para censar los especímenes. De allí salieron algunos indicadores cualitativos de las mencionadas especies –en el pasado, los ejemplares adultos de los primeros llegaban a medir 1,70 metro y pesar 70 kilos, en tanto que el amarillo puede alcanzar el medio metro– y también la boga, marieta, palometa, patí, trompudo, armado, entre otros. “Por desgracia –agregaron desde la Secretaría de Medio Ambiente– este trabajo no tuvo continuidad.

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