En la tarde de ayer fueron liberados dos de los detenidos por el homicidio de Roberto Camino por orden del juez Javier Beltramone, aunque siguen involucrados en la causa bajo la figura de encubrimiento. Según fuentes del caso, ambos dijeron haber estado con Pimpi la madrugada en que fue asesinado, aunque se fueron antes del hecho. Quienes continúan bajo arresto son el dueño del bar y la esposa del Toro Gutiérrez –el otro propietario del lugar donde el ex líder de la barrabrava leprosa encontró la muerte–, quien sigue prófugo.
Adrián Gordo Apio, quien se entregó anteayer a la tarde –tal como prometió ante los medios el miércoles–, habló durante más de dos horas ante el juez Beltramone. Ratificó todo lo dicho a este diario durante la entrevista.
Entre otras cosas, mencionó que era muy amigo de Pimpi, y que para él fue asesinado por problemas de dinero, no por su anterior paso por la barra brava leprosa.
Apio remarcó en varias oportunidades que a Pimpi le debían mucho dinero, y que uno de los mayores deudores era Japo, aunque remarcó que esa noche no lo vio en el bar Ezeiza; sí lo vio en la puerta del hospital Carrasco, cuando el lugar se iba llenando de familiares y compañeros de Camino.
Al que sí vio en el bar fue a un compañero de andanzas del Japo, de quien dio varios detalles que no fueron revelados. Sobre esta persona explicó además que estuvo en Ezeiza hasta un rato antes del homicidio.
El otro que fue liberado es Diego Torres, quien ante el juez dio detalles sobre el accionar de Pimpi cuando era el hombre fuerte del paravalanchas del Coloso del Parque. Diego reconoció que fue uno de los que condujo a Camino hasta el hospital Carrasco, aunque no vio al hombre que mató a su amigo.
Quienes quedaron tras las rejas son Raúl Barrionuevo, uno de los dueños del bar Ezeiza, de Servando Bajo 1484, y la esposa del otro propietario, Orlando Toro Gutiérrez, quien sigue prófugo.
En tanto, el fiscal de la causa, Eduardo Valdés Tiejten, dijo ayer que no se descarta que el crimen esté relacionado con la vida privada de Camino y que es probable que más policías sean citados a declarar.
“El hecho de que haya muchas hipótesis no significa que estemos perdidos, porque son unas determinadas hipótesis. Estamos centrando la investigación en algunas cosas que nos pueden conducir al esclarecimiento del hecho”, dijo el fiscal en declaraciones radiales.
“El (refiriéndose a Pimpi) tenía una vida privada bastante desordenada; eso motivó determinadas relaciones, frecuencias a determinados lugares, vinculación con ciertas personas que vuelven más factible que no sea por cuestiones de barras el motivo por el cual terminan con su vida”, analizó el funcionario. Si bien apuntó el tema hacia el ámbito privado, el funcionario judicial no descartó vinculaciones con el tráfico de drogas. Por la forma de ejecución no se trata de un homicidio común, aunque admitió que “es muy difícil hablar de una mafia” detrás del crimen.