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Dos bebés asesinados en lo que va del año: dos crímenes para ocultar debajo de la alfombra narco

Este código que ya se rompió deja en claro que los niños y las niñas no están a salvo. Y la capacidad de asombro se va perdiendo y todas estas muertes se naturalizan como si fuera normal balear y matar a un bebé.

Las personas asesinadas en lo que va del año en Rosario suman 87, un asesinato cada 31 horas. La mitad, jóvenes. La crecida es evidente si se compara con los 77 registrados en el mismo período del año pasado. La situación generó el noveno cambio de jefe de la Unidad Regional II de la Policía provincial, junto con los reclamos a Nación por el envío de mil gendarmes y a la Justicia Federal por la reestructuración del sistema local. Hasta ahí los números. La naturalización de la muerte se simboliza en un número sin rostro que va aumentando día a día, mes a mes. Sin embargo, hay un código que se rompió para siempre y que quedó claro en el triple crimen de Ibarbulcea, a fines de enero de este año. Una pareja y su bebé salían de un casamiento y los masacraron. La balacera de ayer demuestra lo mismo. Cuatro hombres armados se bajan de una camioneta y empiezan a disparar, dos contra el parabrisas, dos contra la luneta, como en las películas. El bebé que está adentro no los asusta ni les genera piedad y matan.

Los argumentos narcos no tardan en llegar. Una enorme alfombra donde se oculta la mugre de la ciudad y explica todo. Pero otra vez en Rosario mataron a un bebé. Y este código que ya se rompió deja en claro que los niños y las niñas no están a salvo. Y la capacidad de asombro se va perdiendo y todas estas muertes se naturalizan como si fuera normal balear y matar a un bebé.

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