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Dos países y un problema en común: el descarte de la zanahoria

Por Antonio Capriotti

cienciadentro

Desde España llega la noticia: investigadores de la Uned, en colaboración con la Universidad Nacional del Litoral de Argentina y el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica de España, han diseñado un método con el que utilizar los desechos de zanahorias para producir bioetanol a partir de la fermentación de azúcares. El trabajo científico, “Production of bioethanol from carrot discards”, fue publicado en la revista especializada Bioresource Technology el año pasado. Sus autores son Nora R. Aimaretti, Carolina V. Ybalo, María L. Rojas, Francisco J. Plou y Juan C. Yori.

Uno de los autores, Juan Carlos Yori, ingeniero químico graduado en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) e investigador de Conicet, manifiesta por qué se comenzaron a interesar en el tema: “Lo que nosotros tratamos fue dar respuesta a la inquietud de los productores de zanahorias de nuestra zona que se acercaron a la Universidad. Se trataba de resolver un problema concreto que existe para los productores de zanahorias: qué hacer con los desechos”.

Existen en el país cuatro grandes centros productores de zanahorias: Mendoza, Santiago del Estero, Mar del Plata y Santa Fe, donde se destinan unas 2.000 hectáreas a su cultivo. Hasta hoy no se ha podido resolver el problema del descarte que representa alrededor del 20 por ciento de la producción. “La zanahoria, una vez que se cosecha, se la lava, clasifica y se la embolsa. Como resultado de la clasificación aparece el descarte, compuesto por las que no cumplen el estándar por el tamaño y la forma”, afirma Yori.

—¿Cómo surge en ustedes la hipótesis del biocombustible?

—De un trabajo de tesis doctoral que presentó la doctora Nora Aimaretti en España, mientras cursaba su doctorado. Y se basó en la observación de los desechos de zanahorias en los campos al costado de la ruta provincial N° 1 de Santa Fe.

La zanahoria está compuesta en un 90 por ciento por agua; y el 10 por ciento restante son hidratos de carbono. Es decir, azúcares fermentables, susceptibles de ser transformados en alcohol. “No se tiene techo en cuanto a producción de biocombustibles, ya que podemos procesar lo que queramos. Tenemos que tener en cuenta que el etanol tiene muchas aplicaciones: industrias farmacéutica, alimenticia, biocombustibles”, explica Yori.

Nora Aimaretti, es graduada en bioquímica y en biotecnología, ha trabajado en la industria alimenticia y cuenta con una maestría en alimentos. “Mientras estudiaba biotecnología –explica Aimaretti– viajaba a una localidad al norte de la ciudad de Santa Fe, Santa Rosa de Calchines, lo hacía en colectivo, y todos los días veía al costado del camino, descartes de zanahoria esparcidos sobre el campo y caballos comiéndolos. Y allí quedó en mí, flotando la idea”.

Al poco tiempo, Nora Aimaretti completa su doctorado bajo la dirección del doctor Juan Carlos Yori. “Mientras lo realizaba me puse en contacto con la gente de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned), en la cual Yori había hecho un doctorado. Aprovechando ese vínculo, viajé a España para interesarlos en mi trabajo. Me encontré con profesionales de un alto nivel de excelencia académica y un ambiente cordial y abierto”, recuerda Aimaretti.

—¿Cuál fue el aporte que ustedes recibieron?

—De ese contacto salimos ampliamente beneficiados, ya que ellos complementaron nuestro trabajo. Una de las personas que se avino a trabajar con nosotros fue el doctor Plou, que es especialista en biotransformaciones catalizadas por enzimas. Aprovechamos su experiencia y, además, sus laboratorios y su equipamiento. El otro aporte valioso lo recibimos de la doctora Rojas, quien sumó su experiencia en lo que es inorgánico. Entre todos fuimos aportando cada uno lo que más sabía para el trabajo.

El Ciudadano tomó contacto con ambos profesionales. El doctor Francisco José Plou Gasca, quien es investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), con una tesis doctoral en el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC está convencido de que el trabajo realizado entre la Universidad Nacional del Litoral (UNL) de Argentina y la Uned de España y el CSIC fue una buena sinergia.

“En esta colaboración con la UNL de Argentina lo que intentamos demostrar es la importancia que podía tener el estudio de las enzimas para producir biocombustibles a partir del aprovechamiento de los desechos de zanahorias”, afirma Plou.

—¿Y cómo lo consiguieron?

—La zanahoria ya contiene de por sí una cantidad considerable de azúcares fermentables para obtener el bioetanol. No obstante, nuestro desafío, en este trabajo, que se realizó con la UNL de Argentina, era extraer, al máximo, los azúcares de la zanahoria.

—¿Y allí es donde intervienen las enzimas?

—El tema es que una gran parte de estos azúcares están contenidos en vacuolas de tal manera que, aunque se haga la molienda de la zanahoria y se usen métodos físicos para extraer los azúcares, hay una determinada cantidad de estos carbohidratos que no se podrán extraer; por lo tanto, la idea de este proyecto fue hacer un proceso enzimático anterior para poder degradar estas vacuolas y liberar los azúcares fermentables.

—¿Y con qué se encontraron?

—Lo que vimos es que, efectivamente, tratando los descartes de zanahorias con enzimas que rompen la pared celular, se conseguía liberar un mayor contenido de azúcares a líquido y finalmente este mayor contenido de azúcares daba lugar a un porcentaje mayor del bioetanol que era el objetivo final.

María Luisa Rojas Cervantes es doctora en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid; profesora titular en el área de Química Inorgánica, en el Departamento de Química Inorgánica y Química Técnica de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned); docente de Química y de Ciencias Ambientales, así como en el máster en Ciencia y Tecnología Química.

—¿Cuál fue su intervención?

—El trabajo forma parte de la tesis doctoral de Aimaretti titulada “Desarrollo de un proceso sostenible para la producción de bioetanol a partir de desechos agroindustriales”. Mi tarea consistió en el asesoramiento científico y gestión para que Nora se pudiera matricular en el Programa de Tercer Ciclo de nuestro departamento en la Uned, y obtuviera los créditos suficientes para obtener el Diploma de Estudios Avanzados (DEA).

Se dio un paso gigantesco

Transformar una buena idea en algo productivo, ¿es un paso gigantesco? Así responde Aimaretti: “Es gigantesco pero se va haciendo de a pequeñas etapas. Nuestro próximo paso no es subir a la cima. Vamos de a poco. Por ejemplo: ahora estamos en la etapa de hacer la planta piloto. Es un paso importante pero no es el paso gigantesco que tendríamos que dar para llegar a la producción a gran escala de acuerdo a las demandas del mercado. Vamos avanzando. Vamos optimizando”.

Según el criterio de Juan Carlos Yori, para la construcción de la planta piloto se debe recurrir a “un proceso asociativo; la idea es conformar un ente público privado, entre la Universidad y los productores y buscar inversores para levantar la planta. En ella llevaríamos a una escala mayor lo que ya fue demostrado en el laboratorio. Tanto el gobierno provincial como el nacional nos están respaldando. Somos optimistas en su concreción, para que en el transcurso de este año, nos aboquemos a la construcción de la planta piloto para empezar a producir”.

Para Nora Aimaretti pasar del laboratorio a la planta piloto es todo un paso, en el que su construcción lleva implícitas muchas cosas. Si bien se la encara con un objetivo, es racional pensarla para todos aquellos a quienes el proceso puede serle de utilidad. La planta estaría abierta para otras iniciativas.

—¿Cómo cuáles?

—Para fermentar naranjas, por ejemplo, o trigo. En el proceso de fermentación hay tres etapas: la preparación del mosto, la fermentación y la destilación o purificación del etanol. Con el producto obtenido se puede empezar a “cortar” las naftas para ir buscando la concentración más adecuada para los diferentes tipos de motores. Nunca se debe llegar al 100 por ciento de etanol”.

—¿En qué grado de avance es está con la planta?

—Va al compás de los tiempos que habitualmente tiene la administración pública. Veo factible que esté funcionando en el transcurso de este año.

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